El extraño fenómeno de Bolivia: Evo Morales, el capitalista menos
El ex líder de los sindicalistas cocaleros logró, en casi 14 años de gobierno, un crecimiento económico inédito. Pero sus detractores denuncian su autoritarismo y censura. Claroscuros de un gobierno que busca eternizarse en el poder.
Evo Morales contó muchas veces cómo de chico comía las cáscaras de naranjas y bananas que arrojaban por las ventanas los pasajeros de los micros cuando él cruzaba a pie de Oruro a Cochabamba, en el centro del país. Y soñaba con algún día poder él también viajar en esos ómnibus y tirar cáscaras de frutas. Ahora, luego de casi 14 años en el poder, pasa por allí en helicóptero o en avión y se enorgullece de haber sacado de la pobreza a millones de personas. Con el socialismo como bandera, el primer presidente indígena de Bolivia supo conducir la economía con pragmatismo y logró una transformación evidente en este país, riquísimo en recursos naturales pero que durante décadas fue el más pobre de América del Sur.
En la recta final de una enérgica campaña para una nueva reelección, el momento de esplendor del presidente comienza a apagarse y hoy ya no cuenta con los niveles de aprobación que le permitieron tres mandatos consecutivos. Este domingo, el ex sindicalista cocalero enfrenta un duro desafío en las urnas. Y, por primera vez desde 2006, el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) corre el riesgo de ser desplazado del poder.
Pero blandiendo las cifras de la economía, el oficialismo se ilusiona con una nueva victoria. Bajo su mandato, Morales llevó al país a un auge económico y a una estabilidad política y social inéditos en décadas, pese a que las medidas que anunció apenas llegó al Palacio Quemado -reemplazado pocos meses atrás por la «Casa Grande del Pueblo», la imponente nueva sede de gobierno- generaron una férrea resistencia. En especial, la nacionalización de hidrocarburos, que fue clave en estos años de bonanza económica.
Por primera vez desde 2006, el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) corre el riesgo de ser desplazado del poder. / AFP
Al ritmo de los altos precios de las materias primas –en especial el gas y el petróleo- hasta 2012, se construyeron y asfaltaron rutas, se mejoró el sistema de transporte, se renovaron aeropuertos, se puso en marcha un moderno teleférico en La Paz. La economía creció a un promedio del 4,5% anual y hasta se envió al espacio el primer satélite de Bolivia.
Días atrás, el Ministerio de Economía informó que Bolivia redujo la pobreza extrema en 23 puntos porcentuales entre 2005 y 2018, y se convirtió en el país sudamericano que más disminuyó este indicador.
Según la Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas (UDAPE) del Ministerio de Economía, la pobreza extrema descendió de 38,5% en 2005 a 15,2% en 2018. La pobreza moderada bajó de 60,6% a 34,6%.
Evo un fanático del fútbol desde siempre. / AFP
Los datos son resultado, afirma el gobierno, de los programas sociales como el Bono Juancito Pinto entregado a los estudiantes, la Renta Dignidad para los mayores de 60 años y el Bono Juana Azurduy para mujeres embarazadas. A esto se suman los aumentos del salario mínimo por encima de la tasa de inflación y una serie de subsidios que hicieron que una gran masa de la población que antes era pobre se incorporara la clase media.
Bolivia «tiene buenos indicadores sociales, aumentó la esperanza de vida de la gente (a 70,7 años), en fin, todos los indicadores son algo impresionante (…), para que la gente pueda estar segura de que estamos avanzando por buen camino», se enorgullece el ministro de Economía, Luis Arce, en plena campaña.
A pesar de la caída del precio del petróleo, la economía del país creció el año pasado en 4,2%, uno de los índices más altos de la región, y se prevé una expansión del 4% para este año.
Evo Morales en San Antonio, 40 km de La Paz, Bolivia año 2001. AP
El boom de los commodities
“Estamos mejor que hace 10 o 15 años. Bolivia ha recibido mucho más dinero por la venta de sus productos, especialmente los hidrocarburos. Se ha redistribuido la riqueza con políticas sociales y se han logrado avances en inclusión social”, explica a Clarin el analista Carlos Cordero, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz.
“El auge de las materias primas favoreció a toda Sudamérica, pero, de manera particular a Bolivia por ser una economía pequeña que gozó de un crecimiento proporcionalmente mayor de sus reservas internacionales respecto al PBI”, detalla a su vez el economista Alberto Bonadona Cossío, profesor e investigador asociado de la Universidad Católica Boliviana.
“El PBI creció en un promedio de 4,5% entre 2003 y 2014 y las reservas lo hicieron a una tasa promedio de 29% en similar período, y en un 34% entre 2003 y 2012. Este fenómeno es único en la historia de Bolivia, y le ha permitido gozar de una estabilidad económica excepcional”, remarca Bonadona. Además, agrega, “ha favorecido la expansión de su mercado interno con un gran crecimiento de la construcción de inmuebles y carreteras, del comercio formal y principalmente del informal”.
Sin embargo, señala, no se generó una base material productiva que permita ahora mantener ese nivel de reservas, cuando los precios de las materias primas caen a nivel global. Y esa bonanza comienza a decaer.
El déficit fiscal crece desde hace seis años y en 2018 se situó en torno al 7% del PBI. También cae la inversión privada y las reservas, mientras aumenta la deuda pública.
La nacionalización de los hidrocarburos, que Evo Morales anunció como la gran revolución de su gobierno. AFP
La nacionalización de los hidrocarburos, que Evo Morales anunció como la gran revolución de su gobierno, pocos meses después de asumir, generó una catarata de críticas y puso en pie de guerra a las empresas extranjeras que hasta entonces se habían llevado enormes beneficios vendiendo el gas boliviano. Pero la paz no tardó en llegar. Las petroleras, como la brasileña Petrobras, la española Repsol o la francesa Total, terminaron renegociando sus contratos y en estos años siguieron ampliando sus arcas con los recursos bolivianos. ¿Cómo ocurrió?
“Lo cierto es que en el sector hidrocarburos no hubo una nacionalización sino una migración de contratos que obligaron a las empresas productoras de gas a consolidar los resultados monetarios en la contabilidad de la empresa estatal YPFB”, explica Bonadona.
Las empresas “nacionalizadas” fueron compensadas en el primer gobierno de Evo con precios que se establecieron internacionalmente. “Esto hizo que las inversiones extranjeras en Bolivia lleguen a ser mayores en la etapa de Morales que en la etapa de mayor privatización de los años 90”, agrega el economista.
«Fue una nacionalización light», ilustra a su vez la politóloga Erika Brockman.
Discurso socialista, economía capitalista
Muy cercano a gobiernos de izquierda o centroizquierda en América Latina, desde la Venezuela de Hugo Chávez y Nicolás Maduro hasta los más moderados Michelle Bachelet, Pepe Mujica, Néstor Kirchner o Lula da Silva -otro ex sindicalista que fue pragmático en lo económico-, Evo Morales se ha acomodado sin conflictos a los gobiernos conservadores que llegaron a la Argentina, Chile y Brasil.
Aunque los detractores de Morales lo vinculan en forma permanente con el modelo chavista de Venezuela, lo cierto es que el gobierno boliviano ha sido mucho más capitalista en lo económico. El vicepresidente Alvaro García Linera lo expuso claramente en una entrevista con Clarín en La Paz este jueves: «Tenemos un modelos económico muy heterodoxo. Combina globalización donde nos conviene y proteccionismo donde necesitamos. Es un capitalismo con fuerte presencia del Estado».
“Somos proteccionistas donde nos conviene y somos librecambistas donde necesitamos. Apostamos a las exportaciones donde nos conviene, protegemos nuestra industria y mercado interno donde necesitamos”.
La nueva Constitución consagró a Bolivia como un «Estado plurinacional» orientado a la integración indígena y una economía de base estatal. /
Las mejoras en el panorama económico no fueron la única marca de este gobierno. Evo logró una estabilidad política que el país no había vivido en décadas. Tras la convulsionada caída de Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003 en medio de una revuelta popular y la agitada presidencia de Carlos Mesa -su principal contrincante en las elecciones de este domingo- que duró apenas dos años, el MAS logró apaciguar el malestar general.
También ha habido “transformaciones importantes a nivel jurídico”, señala el analista Cordero. “La reforma constitucional de 2009 permitió una nueva distribución del poder. Se han producido cambios en la sociedad. Sectores antes desplazados ahora tienen representación en el Parlamento, en los gobiernos departamentales, en los municipios. La participación de los pueblos indígenas es predominante en áreas rurales. Ahora se ven mujeres con ‘polleras’ –la vestimenta típica de las indígenas aymaras- en la administración pública, como empleadas en los bancos”, describió.
La nueva Constitución consagró a Bolivia como un «Estado plurinacional» orientado a la integración indígena y una economía de base estatal. Fue el marco legal para la incorporación a la vida política de sectores históricamente marginados.
Nora de Cortinas y el Adolfo Perez Esquivel con Evo Morales, 2003. AP/Dado Galdieri
Pero el gobierno del MAS despertó el rechazo de una porción cada vez mayor de la población por su postura frente a las opiniones disidentes. “El gobierno ha utilizado el aparato judicial para silenciar a las voces críticas. El Estado ha tratado de censurar encuestas realizadas por las universidades que no los favorecen”, afirma Cordero.
El referéndum de 2016 y la reelección indefinida
Pero lo que desató más indignación fue la decisión del presidente de desoír a una mayoría de la población que, en un referéndum en 2016, le dijo No a la posibilidad de una nueva reelección. Fue la primera gran derrota de Evo en diez años de gobierno: el 51,33% votó por el No, contra el 48,67% que dijo sí.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, participa en el congreso del Movimiento Al Socialismo (MAS) con más de 5.500 delegados de la fuerza oficialista. / EFE
Pero en noviembre de 2017, en una polémica decisión el Tribunal Constitucional de Bolivia admitió una demanda del oficialismo y autorizó la reelección indefinida del presidente, pese a que la Constitución afirma que el presidente puede ser reelecto por una sola vez de manera continua».
“La democracia es alternancia. Evo ya lleva tres períodos. La ciudadanía se expresó en el referéndum. Este es un régimen no democrático, que se cree dueño del Estado y de la política”, opina Cordero. Y esta sensación está presente en una masa cada vez mayor de la población.
A esto se suman algunos casos de corrupción que han ensuciado al gobierno y a sus aliados. “El gobierno aseguraba que los indígenas eran la reserva moral. Pero se han desatado escándalos de corrupción que tocan a grupos indígenas”, dice a Clarín la politóloga Brockman. Y coincide en que lo que se le critica especialmente al gobierno es “no haber generado garantías constitucionales de separación de poderes. Es un gobierno autocrático, autoritario”.
Los últimos días de campaña han sido agitados. Las encuestas vaticinan una victoria de Evo, pero la gran incógnita es si alcanzará la mayoría necesaria para evitar una segunda vuelta, prevista para el 15 de diciembre y en la que sí podría ser derrotado.
El oficialismo confía en una amplia ventaja este domingo, pero la oposición ya habla de un posible fraude y amenaza con no reconocer un triunfo de Morales, que a su vez denuncia un intento de «golpe de Estado». Para evitar una segunda vuelta, Evo necesita obtener el 50% de los votos, o el 40% y 10 puntos de diferencia con el segundo. Y, según las encuestas, esos números son posibles pero no están asegurados.
Habrá que ver si el llamado «Evonomics» alcanza para cinco años más de Morales en el poder.
Fuente: Clarín.