Energía en el modelo productivo
Los ciclos energéticos están condicionados por los ciclos económicos siguiendo un patrón que se ajusta a la necesidad de dólares de la economía argentina. Como la sustitución de importaciones sigue dominando la orientación del aparato productivo, cuando la Argentina está holgada de dólares (cosecha excepcional, mejora de los términos de intercambio) la fuerte dependencia del consumo doméstico promueve políticas energéticas de control y de divorcio de los precios del petróleo y de los combustibles en el mercado doméstico respecto a los internacionales.
Un estímulo adicional al consumo que afecta la previsibilidad de los mecanismos de apropiación y distribución de la renta petrolera, desalentando la inversión con consecuencias en la producción y en la reposición de reservas. Caen los excedentes exportables, se pierde el autoabastecimiento y hay que volver a importar con impacto en las cuentas públicas y externas.
Frente a la restricción externa (falta de dólares) la estrategia productiva dominante está obligada a reaccionar con concesiones excepcionales (precios estímulos, ventajas impositivas, subsidios a la oferta) para estimular la inversión productiva y reducir la salida de divisas por importación de energía.
Así, la industria petrolera argentina, con actores públicos y/o privados, opera de fuelle a los espasmos que la sustitución de importaciones impone a las cuentas externas y a la estabilidad macroeconómica.
Tomemos el ejemplo del precio del petróleo de producción nacional. En la década del 90 y hasta el 2001 los precios domésticos estuvieron alineados con los internacionales (los precios de los principales productos estuvieron algunos años por encima de las paridades de importación aumentando ganancias aguas abajo).
En esos años, la industria petrolera proveyó divisas al sostenimiento de un peso convertible que, al alejarse de la productividad media argentina, consolidó la dependencia del consumo doméstico y terminó víctima de la restricción externa.
Entre el 2001 y el 2014, con la recuperación de la competitividad cambiaria y con los excepcionales términos de intercambio que favorecieron la producción agropecuaria, primero por retenciones, luego por otros controles, los precios del petróleo doméstico cotizaron por debajo de los precios de referencia internacional.
El acople promedio en ese período fue de un 71%. La industria petrolera nacional (aguas arriba) dejó de percibir ingresos potenciales por alrededor de 67000 millones de dólares. Por supuesto, no perdieron plata, los precios petroleros en el mundo habían crecido al compás de los precios de otros productos primarios, y la renta en valores absolutos (precios menos costos) había crecido.
Pero la intervención en el sistema de precios operó como disuasivo de nueva inversión exploratoria y de la consiguiente reposición de reservas. Sobreexplotamos lo que estaba en producción. La producción fue cayendo sistemáticamente y perdimos divisas de exportación. En el gas natural (producto menos transable y que es nuestro principal recurso de oferta primaria) la caída fue más pronunciada y obligó a cortar exportaciones y a importar de Bolivia y gas por barco (GNL).
En el período 2015-2017, ya con precios de barril criollo que estaba por encima de los internacionales, la distorsión favoreció a los petroleros nacionales por unos 5800 millones de dólares. El acople promedio fue de 120% respecto a la referencia. La restricción externa se hacía sentir y el sector petrolero tenía que reducir la sangría de divisas que generaba el déficit energético. En el 2018 se intentó retomar referencias internacionales con una producción que empezaba a crecer (de la mano de los no convencionales) pero, otra vez, vinieron las retenciones con la inestabilidad macro y la falta de divisas para financiar la estrategia productiva que sigue dominando.
El acople a las referencias del precio internacional del petróleo fue de un 91% y el sector aguas arriba resignó ingresos potenciales de unos 3000 millones. Este año la situación se complicó más cuando después de las PASO se congelaron por 90 días los precios del petróleo y los combustibles. Hoy de nuevo liberados y a la espera de definiciones.
Tres conclusiones a partir de la experiencia y los datos: 1) Tenemos potencial para que la producción de petróleo y de gas crezcan sostenidamente y generen saldos exportables y abundancia relativa para la industria y el consumo doméstico, pero es necesario para ello reconsiderar los ejes de la estrategia productiva dominante.
Las limitaciones de la producción orienta al mercado interno y su correlato en la macro someten a vaivenes cíclicos a la industria petrolera con impacto en la inversión, la producción y las reservas. Para replantear una estrategia alternativa de valor agregado exportable la nueva administración debe tener en cuenta el precedente de los superávit gemelos; 2) La posibilidad de promover el consumo doméstico interviniendo el sistema de precios del petróleo y los combustibles hoy está sujeta a restricciones de ciclo. Hay que generar dólares y el sector petrolero los puede proveer; 3) La decisión de inversión en la industria petrolera depende de la previsibilidad de los mecanismos de apropiación y distribución de la renta, con empresas privadas, del Estado o mixtas.
Ex Secretario de Energía Ex Titular de YPF
Fuente: Clarín.