Estamos ante una oportunidad
Vaca Muerta, el proyecto del que tanto se ha hablado, y analizado. Aquel descubrimiento de recursos de petróleo y gas no convencional que le iban a permitir a Argentina aumentar significativamente sus exportaciones y lograr, así, las divisas, siempre imprescindibles, para desandar el camino de la inestabilidad dándole paso a la estabilidad dentro del escenario mundial y el status de país soberano energéticamente.
La utilización del pretérito imperfecto y del potencial no es casual: tal como está definido el imperfecto se utiliza para hablar de acciones que tuvieron lugar en el pasado pero que aún no han concluido y el potencial se aplica a situaciones y acciones que podrían suceder en el futuro. Este es el estado actual de Vaca Muerta: es un purgatorio, de lo que fue y lo que puede llegar a ser.
Fue el leitmotiv que cerró la grieta o que la atravesó, porque el primero en anunciar el descubrimiento del yacimiento fue el Gobierno de Cristina Kirchner, en una recordada conferencia de la que participó ella, Antonio Brufau y Sebastián Eskenazi, que al poco tiempo terminó con la expropiación del 51% del paquete accionario de YPF, que pasó a manos del Estado Argentino. En segundo lugar continuó con la proclamación del yacimiento por parte de la gestión Cambiemos, donde sostuvieron que Vaca Muerta era un foco para atraer inversiones y darle nuevamente un rol preponderante al país en este nuevo mundo globalizado. Finalmente, el Gobierno de Alberto Fernández tuvo pronunciamientos, en un principio contradictorios, respecto al mismo.
Digo que las declaraciones fueron ambiguas porque en los últimos días, desde el Frente de Todos (FdT) realizaron declaraciones y comentarios off the record, que plantean dudas en torno al mismo. Existirían dos posturas respecto del tema: aquella que sostiene la necesidad de que recobre su impulso a partir de la elaboración y sanción de una ley específica para el sector y por el otro lado un sector que buscaría impulsar la recuperación de pozos ya en funcionamiento y al mismo tiempo impulsar un Green New Deal, es decir, promover la generación de energías renovables.
Estas dudas surgieron a partir de una entrevista que concedió el Presidente a Horacio Verbistky, a quien le dijo que hay una sobreestimación de la importancia del fenómeno no convencional. Además, para contribuir al aumento de las dudas, a comienzos de enero, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, manifestó la intención de promover un “programa verde” que permita el desarrollo de las energías limpias. Si hay algo que sabemos es que los deseos son infinitos pero los recursos son finitos. Por lo tanto, la posibilidad de desarrollar ambos proyectos en simultáneo parece difícil de lograr.
Pero, en Argentina, un día parece una eternidad porque del mano a mano entre el Presidente y Verbistky pasaron pocos días y el revuelo fue enorme. Casi como acto reflejo, el 16 de enero se produjo la primera reunión entre el Gobierno y representantes del sector petrolero para definir cuáles van a ser las pautas de desarrollo de este sector clave, aunque los trascendidos dicen que no hubo mayores precisiones sino un pedido de “poner el hombro” y tratar de no aumentar el precio de venta de los combustibles en las estaciones por los próximos meses.
Gerardo Rabinovich, especialista en energía y vicepresidente del Instituto Argentino de Energía (IAE) “Gral. Mosconi”, tiene una postura respecto al tema y sostiene que Vaca Muerta es una posibilidad y un riesgo que, aunque todavía debe mostrar su factibilidad, debe ser corrido y afrontado por las empresas y capitales privados.
Es decir que la inversión y los millones necesarios a invertir allí deben ser aportados por el sector privado, mientras que el Estado Argentino debe garantizar reglas del juego estables y capitalistas. Vale decir la posibilidad del libre acceso al mercado de cambios para que, llegado el momento, las compañías internacionales puedan girar dólares al exterior o reinvertirlos pero siempre en la misma moneda que iniciaron sus inversiones.
Por otro lado, hay que procurar el acceso a un tipo de cambio estable y previsible para evitar que los dólares sean tomados a distintos valores.
Finalmente y en relación con lo recientemente dicho, la consideración de esta actividad y de esta región con recursos petroleros como una política de Estado, que permita estabilidad respecto de que los cambios de gobiernos no van a generar inseguridad jurídica para los capitales invertidos.
Estamos ante una oportunidad. Esperemos que finalmente nuestra dirigencia se despierte y recuperemos, al menos con un tema, una lógica de desarrollo nacional, soberano y en unidad.
Fuente: El Economista.