El 5 de marzo: Día Mundial de la Eficiencia Energética, que la eficiencia no sea un mito
Cada 5 de marzo, desde 1998, se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética. La iniciativa de su conmemoración surgió durante la Primera Conferencia Internacional de Eficiencia Energética celebrada en Austria dicho año. Este día tiene como fin sensibilizar a la población sobre la necesidad de reducir el consumo energético mediante un uso racional y sostenible de la energía.
El Lic. Pablo Greco, CEO de la empresa Hissuma Solar, es consultor y desarrollador de proyectos basados en energías renovables; en lo que sigue reflexiona a partir de esta celebración y explica cuáles son los mitos más frecuentes alrededor del concepto de eficiencia energética.
1. Eficiencia significa únicamente generación de energía renovable
Para muchas personas, hablar de eficiencia energética, aún hoy, sigue asociado solamente a la generación de energía a partir de fuentes renovables. Sin embargo, cuando hablamos de eficiencia lo primero que tenemos que pensar es cómo gestionar y cuidar los recursos con los que contamos. Ese es el desafío más urgente que tenemos y lo que las nuevas generaciones nos están señalando en su lucha contra el cambio climático.
Nadie pensaría gastarse en su hogar todo el sueldo en los primeros 15 días del mes, sin embargo en nuestra casa común, el planeta, consumimos todos los recursos naturales disponibles para un año en los primeros siete meses. A la fecha en que se alcanza ese límite se le denomina “Día del sobregiro de la Tierra” y lamentablemente cada año se adelanta en lugar de retroceder. A este ritmo, es como si necesitáramos casi dos planetas por año para vivir, ya que utilizamos los recursos 1,75 veces más rápido de lo que tardan en regenerase.
Por eso la importancia de la eficiencia energética es crucial: un consumo responsable se traduce en menos emisiones. La importancia queda clara si consideramos las cifras de Naciones Unidas, según las cuales la energía es el factor que contribuye principalmente al cambio climático y representa alrededor del 60% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
2. Ahorrar energía implica perder confort y calidad de vida
Hay quienes piensan en la eficiencia como una austeridad extrema, que lenitivamente les haría perder confort en su día a día. Lejos de eso, lo que propone la eficiencia energética es mejorar la calidad de vida minimizando el impacto ambiental. Esto implica buscar soluciones accesibles que nos permitan optimizar los recursos naturales para encontrar nuevas formas de habitar, más amigables con el planeta.
En ese sentido, algo tan simple cómo considerar cuáles son los materiales que utilizamos y de qué manera lo hacemos puede ayudarnos en el camino hacia la llamada construcción o arquitectura sustentable. Así, colocar un buen aislamiento, reemplazar materiales que tienen mucha pérdida térmica, aprovechar y conservar mejor el agua, todo suma para disminuir el consumo de energía y el gran impacto que causan las edificaciones.
Además, en lugar de perder, la eficiencia energética muchas veces suma prestaciones. Los sistemas de comunicación interna y de videovigilancia, las luces de emergencia, los ascensores, bombas de agua y todos los elementos necesarios para el funcionamiento de un edificio, pueden ser alimentados por sistemas solares híbridos. Estos sistemas acumulan energía para que, al momento de un corte de suministro, todo pueda seguir funcionando sin inconvenientes para los usuarios, evitando el uso de generadores de combustible fósil, que deben ser abastecidos cada 4 o 6 horas, haciendo de esto una maniobra riesgosa, inoperativa y poco sostenible.
3. Lo sustentable es caro
Dicen que como consumidores pensamos con el bolsillo, y es cierto, lo hacemos. Esto lleva muchas veces a dejar de lado los productos más eficientes energéticamente por considerar que tienen un mayor valor. En realidad, lo que sucede es que falta información para que la opción por lo sustentable sea deseable.
La tecnología cada vez se hace más económica y más rentable, los sistemas más fiables y competitivos. Necesitamos incorporar la mirada a largo plazo, pensar por ejemplo que un sistema solar tiene un período de vida mayor a 25 años, por lo que el recupero de la inversión, aunque sea lento, se va a superar con creces y va a permitir muchísimos años de ahorro, con un beneficio no solo para ese hogar en particular sino también para toda la comunidad.
A nivel mundial la eficiencia energética se valora y se premia, por ejemplo hay ciudades donde las casas más eficientes pagan menos impuestos. En nuestro país, es interesante destacar que luego de que la provincia de Santa Fe implementara el etiquetado de eficiencia energética para las viviendas (similar al que conocíamos por los electrodomésticos), a nivel nacional, se creó en noviembre último el sello de vivienda sustentable. Este tipo de certificaciones van a tener una importancia creciente para la valorización inmobiliaria y pueden impulsar la adopción de estas tecnologías eficientes e inteligentes, que reportan información de consumo, brindan seguridad y nos ayudan a mejorar el impacto ambiental.
Fuente: El Debate