Un tesoro chino: las “tierras raras”
La enorme producción china de “tierras raras” dota a este país de un recurso natural estratégico para el desarrollo científico y tecnológico del presente siglo.
En 1992, Deng Xiaoping pronunció un discurso durante una gira por el interior de China, donde comparaba las tierras raras de su país con el petróleo de Medio Oriente e instaba a manejar la cuestión apropiadamente en pos de un uso ventajoso. Aunque la exactitud de la cita del mandatario es puesta en entredicho, en la actualidad nadie podría dudar de la relevancia crucial que las tierras raras poseen a nivel internacional.
¿Qué son las “tierras raras”? Se trata de 17 elementos químicos de la tabla periódica, conformados por 15 lantánidos (Lantano, Cerio, Iterbio, Gadolinio, Holmio, Prometio, Disprosio, etc.); el Escandio y el Itrio. Su infinidad de usos van desde la industria de alta tecnología hasta el sector militar; empleados en la producción de celulares, televisores LED, pigmentos, auriculares, netbooks, microscopios electrónicos, maquinas hospitalarias, robots, paneles fotovoltaicos, turbinas eólicas, y muchas aplicaciones más. Esto deja en evidencia, en primera instancia, la importancia económica y geopolítica que adquiere este recurso en pleno siglo XXI.
Sus orígenes se remontan a dos siglos y medio atrás, cuando, en 1788, se encontró cerca de Estocolmo, Suecia, un mineral negro proveniente de una mina que, tras ser estudiado por el químico finlandés Johan Gadolin, se descubrió que contenía un nuevo elemento, que pasó a llamarse Itrio. Este sería el comienzo de las “tierras raras”. Este mineral, además, la gadolinita, contiene otros elementos, como el gadolinio, holmio, erbio, etc. Ciento cincuenta años después se lograría identificar por completo los 17 elementos que componen las tierras raras.
El “tesoro” chino
Un hecho que trascendió la esfera internacional ocurrió en 2010, cuando un guardiacosta japonés detuvo a un buque pesquero chino que navegaba alrededor de las islas Senkaku/Diaoyu (en disputa por ambos países), con fines comerciales. Inmediatamente, esto despertó la ira del gobierno de Beijing, que no dudó en hacer públicas sus protestas mediante los canales diplomáticos oficiales. Finalmente, dieciséis días después, el buque y su tripulación fueron liberados. Lo que atrajo la atención de los analistas internacionales fue la estrategia china de frenar las exportaciones de tierras raras como medio de coerción sobre Japón, para lograr torcer la voluntad política de este último.
En efecto, China concentra el 95% de la producción de tierras raras del mundo, lo que la convierte en el principal exportador global. ¿Esto significa que el gigante asiático posee la totalidad de las reservas y depósitos? De ninguna manera. Una aclaración pertinente es que las tierras raras en realidad no son del todo “raras”. Otros países, como Australia, Rusia, India, Brasil, Estados Unidos y Malasia también poseen reservas, y hasta producen. El término “raro” alude a la dificultad en la extracción de estos elementos y no tanto a su disponibilidad, de hecho, el Cerio es tan común como el cobre. Además del costoso y complejo proceso de extracción, se agregan otros factores: la obtención del mineral puro a través de su separación de otros minerales a los que se encuentra ligado y un alto proceso contaminante mediante el uso de sustancias toxicas.
Expresado en números, China cuenta con 55 millones de toneladas, esto es, el 40% de las reservas mundiales. La principal mina se encuentra en Bayan Obo, en la provincia de Mongolia Interior, la cual, en palabras de Tim Maughan, miembro de la organización “Unknow Fields Division”, constituye un “tenebroso lago tóxico, un infierno en la tierra”.
A esta le siguen los depósitos en la provincia de Sichuan, Jiangxi y Guandong.
La seguridad internacional en juego
La particularidad del caso chino radica en la posibilidad de usar las tierras raras para alinear a los países de acuerdo a sus intereses políticos.
La existencia de lo que se conoce como “riesgo internacional”, esto es, una potencial contingencia que puede poner en entredicho la estabilidad internacional, ha dado lugar a la búsqueda activa de una “política de mitigación de riesgos”, con énfasis en el reciclaje de productos electrónicos. Con miles de toneladas de residuos tecnológicos que se generan cada año a partir de productos que descartan al volverse inservibles (radios, computadoras, celulares, etc.), algunas empresas, sobre todo de Europa, como la italiana Relight, han aprovechado este mercado incipiente de chatarra tecnológica para la extracción de tierras raras, las cuales pasan luego a formar parte de la producción de nuevos bienes.
En este sentido, la empresa Apple anunció, en 2017, la utilización de material reciclado para la elaboración de sus MacBook, e incluso presentó a “Daisy”, un mega robot que descompone los cientos de componentes de iPhones desechados para la obtención de tierras raras.
Estas medidas permiten, por un lado, reducir la dependencia extrema frente al gigante asiático, y, por otro, disminuye la escalada de riesgo evitando ascender hasta una “amenaza internacional”.
China entendió que las tierras raras como “commodity estratégico” son vitales para lograr su ascenso pacífico, que depende, entre otras cosas, de su desarrollo económico, científico y tecnológico, en medio de su guerra comercial con los Estados Unidos.
Pero la lección más importante, quizás para América Latina, es que China comprendió que la utilización de tierras raras como insumo o materia prima en la producción de bienes nacionales de alta gama (“high tech”) reviste un carácter más estratégico, y es económicamente preferible a la simple exportación a otros países como materia prima.
El rol que se le otorga como valor agregado en la industria llevó a restringir las exportaciones para atender, en cambio, la demanda doméstica.
Fuente: Hoy Día.