El descubrimiento de mayores reservas y la ruptura del virtual monopolio de Petrobras en ese mercado abren oportunidades, también, para las empresas argentinas
El descubrimiento de mayores reservas y la ruptura del virtual monopolio de Petrobras en ese mercado abren oportunidades, también, para las empresas argentinas
El 30 de mayo, Pecom, la empresa energética del grupo Perez Companc, inició, para 3R Petroleum, los servicios de operación y mantenimiento de siete campos de gas y petróleo en el Polo Macau, en estado brasileño de Río Grande del Norte. Tres meses después, la comercializadora de gas y energías renovables Saesa le compró a la estadounidense AES y al Banco Nacional de Brasil una generadora eléctrica en ese país: la Central Térmica Uruguaiana (CTU), en Río Grande del Sur, inactiva desde 2015. Un proyecto que, inicialmente, le insumirá u$s 10 millones.
Aunque son negocios sin conexión entre ellos, observadores externos no dudan en enlazarlos. Los ven como puntas de lanza de una mayor presencia argentina en el país vecino, atraídos por la mayúscula oportunidad que ofrece el nuevo negocio que Brasil está generando a partir de la apertura de su mercado del gas natural.
«Era un nicho que estaba completamente cerrado y, de repente, se abre. Hay actores argentinos que ya estaban presentes. Y muchos que empiezan a preguntar. Se quebró un monopolio y eso dio lugar a una apertura de espacios para poder participar en nuevos proyectos», resume Gustavo Pérego, director de Abeceb.
Petrobras confirmó enormes reservas de gas natural frente a las costas de Sergipe. Es el mayor descubrimiento desde el pre-sal. Si bien la exploración en Sergipe no es nueva, explican los entendidos, las nuevas áreas abren una perspectiva importante para la industria energética en la región. Se cree que los ingresos anuales pueden llegar a los 7000 millones de reales (más de u$s 1200 millones, a tipo de cambio de hoy) cuando la producción esté madura, en base a los precios actuales de los combustibles. La estimación es que esas reservas contienen 20 millones de metros cúbicos (m3) de gas diarios, un tercio de la producción actual de Brasil y más que todo el volumen que importa de Bolivia.
Brasil se encamina a aprobar una nueva ley de gas, que modernice el mercado, con precios que reflejen un sector más abierto y competitivo, en contraste con su estructura actual: vertical y altamente concentrada (casi monopólica). Esta norma alentará el ingreso de nuevos jugadores y se calcula que generará inversiones privadas por entre u$s 30.000 millones y u$s 50.000 millones, a realizar en 10 años, tanto en upstream y downstream, como en transporte e infraestructura.
Se espera que, como consecuencia, los precios mayoristas del gas natural en ese país bajen a entre u$s 6 y u$s 8 el millón de BTU, una reducción del 50% de sus valores actuales.
«El Gobierno de (Jair) Bolsonaro tomó una decisión estratégica: diversificar su matriz energética y darle más espacio al gas», retoma Pérego, quien calcula que el nuevo marco regulatorio estaría listo para noviembre.
Mientras estuvo virtualmente manejado por Petrobras, el mercado brasileño de gas fue chico. Mientras la Argentina tiene 16.000 kilómetros de gasoductos, Brasil no llega a los 9000, contrasta el analista de Abeceb.
«Brasil consume entre 60 millones y 80 millones de m3 por día. La Argentina es un poco más de la mitad. Pero Petrobras está reinyectando una gran cantidad de gas que saca del off shore porque no tiene dónde más colocarlo. A eso, hay que sumarle inversiones que estaban frenadas por el Lava Jato y, ahora, se empezaron a descongelar y el desarrollo de Sergipe», retoma.
«A corto plazo, Brasil debería estar agregando, al menos, un 50% más de gas a su matriz. Quienes entren hoy podrán usar la infraestructura remanente. Pero, a mediano plazo, habrá una sobreoferta de gas por mayor producción local. Sumado a una infraestructura regasificadora, cada vez, más amplia para importar gas natural licuado (GNL), provocará una necesidad de inversiones en proyectos más grandes. Por ejemplo, para conectar a ciudades con una red troncal», agrega.
«Brasil está subdesarrollado en gas. No tiene grandes midstreamers, como TGS y TGN. También necesitará proveedores. Observamos un esquema en el que habrá una oportunidad grande para las empresas argentinas: es una de las pocas industrias donde, todavía, tienen una ventaja competitiva frente a Brasil», completa.
Las oportunidades no serán sólo para empresas de energía. También, para contratistas y grandes constructoras especializadas en proyectos de infraestructura.
Fuente: El Cronista.