El plan energético de Biden
Promete “descarbonizar” el sector eléctrico, desestimular los combustibles fósiles, apoyar las renovables e impulsar el auto eléctrico.
Uno de los giros que tomaría la gestión de los Estados Unidos a cargo de Joe Biden está vinculado al cambio climático. Biden promete “descarbonizar” el sector eléctrico para 2035, desestimular el uso de los combustibles fósiles, apoyar las renovables y dar impulso al auto eléctrico para encarrilar a los Estados Unidos hacia la neutralidad de emisiones de carbono en 2050. Es una postura opuesta a la de Donald Trump, quien echó hacia atrás regulaciones establecidas por la administración de Barack Obama y sacó a los Estados Unidos del Acuerdo de París con un discurso de escepticismo frente a la evidencia científica. Especialistas consultados explican dónde puede haber cambios y dónde continuidad. El cambio climático será fuente de tensión diplomática con China.
¿Qué propone?
Biden asegura que va a poner “límites agresivos a la contaminación de las operaciones nuevas y existentes de petróleo y gas” y que va a “usar el sistema de compras del gobierno federal para ir hacia vehículos 100 por ciento de energía limpia y sin emisiones”, con especial impulso al auto eléctrico. Dará nuevo impulso a los biocombustibles y a los biocombustibles “avanzados”, que se producen a partir de residuos de otras industrias y promete duplicar la energía eólica off-shore para 2030.
“Biden tomará medidas contra las compañías de combustibles fósiles y otros contaminadores. Los contaminadores deben asumir el costo total de la contaminación de carbono que emiten”, dice la plataforma oficial del demócrata. Además, plantea que “no financiará energía sucia, ya que se asegurará de que el Banco de Exportación e Importación y la nueva Corporación Financiera para el Desarrollo Internacional reduzcan de forma significa las huellas de carbono de sus carteras. A estas agencias se les prohibirá cualquier financiamiento para centrales eléctricas de carbón”.
¿Qué hará?
“En un momento parecía que podía haber una política dura contra el fracking, pero el propio Biden aclaró que no lo va a prohibir, salvo en tierras fiscales que son marginales en cuanto a la producción. La realidad es que la explotación no convencional permitió a Estados Unidos dejar de depender de otros países para conseguir petróleo, con lo cual es una cuestión de Seguridad Nacional, además de que se ahorró cifras astronómicas en importaciones”, explica Victor Bronstein, especialista en energía y director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad.
Para Bronstein, una variable central en el terreno de los hidrocarburos será la postura que tome el nuevo gobierno frente a Irán y Venezuela, que son dos grandes exportadores de petróleo que actualmente están sancionados por la potencia del norte. En cuanto al futuro de Vaca Muerta, advierte que cualquier situación global de caída de la producción puede ser beneficioso en cuanto suba los precios y descree que haya problemas financieros para las petroleras norteamericanas que operan en los yacimientos. “En las renovables, es probable que tenga una política parecida a la de Obama y renueve el impulso, pero son cambios que no se ven de un día para el otro”, agrega. En la Argentina, esto podría reflejarse en que Estados Unidos busque ganar terreno las licitaciones de renovables para desplazar la hegemonía europea y china.
Diego Roger, especialista en energía de la Universidad de Quilmes, considera que “se puede esperar que se acelere un poco la transición energética, pero no habrá cambios de fondo porque las tendencias se mantienen: por un lado, los no convencionales no tomaron impulso con Trump sino con Obama, tienen gran penetración y un efecto arrastre enorme. Por otro lado, los renovables se ralentizaron pero siguieron creciendo incluso con Trump. En el caso de la energía nuclear, en donde se quiere dar un salto hacia adelante, el giro ya se había dado con Trump, que volvió a la energía nuclear tal como lo hicieron los europeos. Y la energía en base a carbón, que es la más contaminante, seguirá saliendo de línea, tal vez con mayor velocidad”.
Roger explica que la relativa continuidad está dada por las políticas estaduales, que no adoptaron la retórica de Trump y mantuvieron los proyectos en los que venían trabajando años previos. Evalúa que “en el terreno de la electrificación es donde seguramente se den los mayores avances”. De hecho, el próximo gobierno norteamericano considera que “una barrera clave para un mayor uso del auto eléctrico es la falta de estaciones de carga” y se compromete a la creación de 500 mil nuevos puntos de recarga junto a un plan de “crédito fiscal completo” para incentivar la compre de estos autos fabricados por la industria estadounidense.
La nueva carrera tecnológica
“El impacto más grande es en la carrera tecnológica: Estados Unidos se va a poner la hoja de ruta que tiene China y Europa en relación a la neutralidad de carbono”, dice Roger. Biden compara el desarrollo de las tecnologías de la transición energética con la carrera espacial de los ´60 en el marco de la guerra fría con la Unión Soviética. Promete aumentar la inversión en investigación para el abaratamiento de las baterías de litio y de los pequeños reactores modulares, impulsar la producción de hidrógeno libre de carbono al mismo costo que el shale gas y “descarbonizar” la energía que usa la industria para fabricar acero, cemento y productos químicos.
También habrá un capítulo comercial, ya que Biden asegura que «no permitirá que otras naciones, incluida China, jueguen con el sistema, convirtiéndose en economías de destino para los contaminadores, socavando nuestros esfuerzos climáticos y explotando a los trabajadores y empresas estadounidenses. Se impondrán aranceles o cuotas de ajuste de carbono a los bienes que consumen mucho carbono de los países que no cumplan con sus obligaciones climáticas y ambientales. Se reunirá un frente unido de naciones para responsabilizar a China de los altos estándares ambientales en sus proyectos de infraestructura».
Fuente: Página 12.