Basculando entre la ilusión y el desencanto
No hay grieta en Vaca Muerta. Es el momento de hacer mucho más explicito este acuerdo tácito y generar las condiciones básicas para un verdadero salto inversor.
El petróleo cotizando en torno de los 45 dólares el barril luce como un final feliz para la película de terror que fue 2020. Nadie imaginó este desenlace cuando hace tan sólo siete meses se ubicaba en terreno negativo por primera vez en las historia. Haciendo un balance del año, en el haber se destacaba la vocación de los actores de la cadena por preservar la capacidad de desarrollo de los activos estratégicos; en el debe sobresale el complejo cuadro macroeconómico argentino que sigue condicionando el salto inversor.
El 20 de abril quedará marcado como la primera vez que el petróleo cotizó en terreno negativo o lo que es lo mismo que productores del mundo tuvieron que pagar para colocar su oferta. Fue la consecuencia de dos factores principales: el conflicto en el seno de la OPEP entre Rusia y Arabia Saudita y el desplome de la demanda mundial a raíz de la pandemia de covid-19.
Ante esta complejo cuadro el sector actuó con madurez. El decreto que estableció el barril criollo en u$s45 permitió disminuir el efecto negativo de la pandemia y que las provincias mantengan sus ingresos derivados del cobro de regalías. También se prohibió la importación de producto y se llevó a 0% los derechos de exportación cuando los precios internacionales se ubicaran por debajo del valor de referencia. En su conjunto, las medias permitieron mitigar el impacto sobre los niveles de inversión y actividad preservando a las economías regionales y la mano de obra asociada a la industria.
La flamante ley de promoción de la producción de gas 2020-2024 genera un horizonte de negocios necesario para que la inversión retome su pulso, luego de la parálisis generada por el desplome de los precios y los vaivenes políticos. El gobierno busca detener el declino en la producción de gas y así evitar el sobrecosto que implica la importación para abastecer al consumo industrial, domiciliario y a las centrales térmicas para la generación de electricidad.
La crisis también generó aprendizajes. Por caso se capitalizó la oportunidad de testear la capacidad de las productoras locales para desarrollar nuevos mercado de exportación para el petróleo liviano de Neuquén. Las destilerías de Chile, Brasil e incluso el Golfo de México mostraron excelente receptividad para el producto argentino. Ahora, el potencial de Vaca Muerta para generar dólares genuinos tiene antecedentes concretos.
A nivel provincial, el gobierno de Neuquén aprovechó la crisis para construir un gran consenso en torno de la necesidad de contar con herramientas que contribuyan a la estabilidad macroeconómica, la diversificación de la estructura productiva y la equidad intergeneracional. Este acuerdo le permitió aprobar en la Legislatura la constitución un fondo anticíclico con una parte de las regalías energéticas, que entrará en vigencia en 2022.
En el debe sigue jugando en contra el entorno macroeconómico que a través de distintos vectores castiga el enorme potencial argentino. La disponibilidad de financiamiento abundante y a costo competitivo es clave para una industria capital intensiva como la energética. Es frustrante ver como un recurso de clase mundial con un activo clúster de empresas de servicios no logra poner en valor todo su potencial por la incapacidad de generar un entorno de negocios digerible para el capital. A pesar de la exitosa reestructuración de la deuda el costo de fondeo sigue siendo elevadísimo. Más aun con el endurecimiento de las condiciones de acceso a los dólares oficiales y la instigación a refinanciar compulsivamente la deuda corporativa, las líneas de crédito internacionales están virtualmente congeladas. En otros términos, las empresas locales tienen que proyectar sus negocios sin dólares frescos.
Resulta al menos paradógico que una industria que encarna como pocas el necesario círculo virtuoso de crecimiento no pueda ponerse en marcha. Sin dólares frescos bajo la forma de crédito o Inversión Extranjera Directa no es posible pensar en niveles superiores de inversión que permitan consolidar el autoabastecimiento energético y alcanzar un verdadero salto exportador. Los entre u$s10.000 y u$s15.000 millones de dólares que le están faltando a la Argentina para equilibrar su balance externo podrían estar rápidamente disponibles si se generan las condiciones necesarias.
A esta dimensión macroeconómica se suman otras que permitirían nivelar el terreno frente a otros destinos para el capital. Concretamente es necesario trabajar en la agenda fiscal, en el régimen de amortización acelerada para el sector que podría hacer viables proyectos que de otra forma se perderían. También se deberían incrementar los permisos de exportación una vez atendida la demanda interna de petróleo y gas asegurando la libre disponibilidad de las divisas de esas exportaciones. Estas medidas podrían actuar como catalizadores para el sector hasta que se alcance la tan esperada estabilización macroeconómica. Con matices y dentro de la impronta que caracteriza a cada espacio político todos los gobiernos desde hace casi una década han buscado desarrollar los recursos energéticos. Pocas veces estuvimos tan de acuerdo en torno de la necesidad de una política de estado en el desarrollo de un recurso. No hay grieta en Vaca Muerta. Es el momento de hacer mucho más explicito este acuerdo tácito y generar las condiciones básicas para un verdadero salto inversor.
Fuente: ámbito.com