¿Es Exxon un sobreviviente?
HOUSTON— Durante los últimos 135 años, Exxon Mobil ha sobrevivido a gobiernos hostiles, inversiones desafortunadas y al catastrófico derrame de petróleo del Exxon Valdez.
La compañía, durante décadas una de las más rentables de Estados Unidos, perdió 2,4 mil millones en los primeros nueve meses del 2020, y el precio de sus acciones cayó alrededor del 42 por ciento durante el año.
En agosto, fue reemplazada en el promedio industrial Dow Jones por Salesforce, una empresa de software.
El procesamiento de los combustibles fósiles seguirá siendo el pilar de Exxon en el futuro inmediato. Una refinería en Louisiana. (Emily Kask para The New York Times)
“¿Es Exxon un superviviente?”, preguntó Jennifer Rowland, analista de energía en Edward Jones.
“Por supuesto que lo es, con grandes activos globales, grandes personas, gran conocimiento técnico. Pero la pregunta realmente es, ¿pueden prosperar?
Hay mucho escepticismo sobre eso en este momento”.
Exxon está bajo una creciente presión.
D.E. Shaw, un accionista de hace mucho tiempo que recientemente aumentó su participación, exige que Exxon reduzca los costos y mejore su historial ambiental, de acuerdo con una persona informada sobre el asunto.
Otros inversionistas presionan por cambios similares.
Por supuesto, todas las compañías petroleras están luchando contra un colapso en la demanda de energía, mientras líderes del mundo se comprometen a abordar el cambio climático.
Empresas europeas como Royal Dutch Shell y BP han empezado a alejarse de los combustibles fósiles.
Pero Exxon, al igual que la mayoría de las empresas estadounidenses, se ha duplicado en ellos.
En noviembre, Exxon reafirmó sus planes para aumentar la producción de combustibles fósiles, aunque a un ritmo más lento.
Está invirtiendo miles de millones de dólares para producir petróleo y gas en la Cuenca Pérmica, que abarca Texas y Nuevo México, y frente a Guyana, Brasil y Mozambique.
Exxon se comprometió con su estrategia aun cuando dijo que reduciría el valor de sus activos de gas natural en hasta 20 mil millones de dólares.
También despedirá a unos 14 mil trabajadores, o el 15 por ciento de su total, durante el próximo año más o menos.
“A pesar de la volatilidad actual y la incertidumbre a corto plazo, los aspectos fundamentales a largo plazo que impulsan nuestro negocio se mantienen sólidos y sin cambios”, dijo Darren W. Woods, presidente y director ejecutivo de la compañía desde el 2017, en una reciente reunión de accionistas.
Woods, un veterano con 28 años en la empresa, ha mantenido un perfil más bajo que Lee R. Raymond, quien desestimó las preocupaciones sobre el cambio climático en la década de 1990 y principios de la del 2000, y que Rex W. Tillerson, cuyos tratos internacionales entre 2006 y 2016 le ayudaron a convertirse en primer Secretario de Estado del presidente Donald J. Trump. Dejaron muchos problemas que quedaron ocultos por los precios más altos.
En sus primeros años, Woods siguió la estrategia establecida por Tillerson pidiendo préstamos e invirtiendo fuertemente para expandir la producción.
La pandemia lo obligó a cambiar de rumbo.
La compañía ahora planea gastar un tercio menos en exploración y producción hasta 2025. Los cambios parecen pequeños comparados con los de BP, que ha anunciado que aumentará diez veces las inversiones en negocios de emisiones bajas durante la próxima década, mientras que reducirá la producción de gas y petróleo en un 40 por ciento.
Los ejecutivos de Exxon han dicho que reconocen que se está dando una transición energética, pero que no tendría sentido que la compañía entrara en el negocio de la energía solar o eólica.
En cambio, está invirtiendo en tecnologías innovadoras, como el uso de algas para producir combustible.
También apuesta por la captura y aislamiento de carbono. Expertos dijeron que Exxon podría encontrar nuevos usos para el dióxido de carbono, como fortalecer el concreto o fabricar fibra de carbono.
Fuente: Clarìn.