Las idas y vueltas del barco regasificador en Bahía Blanca
La Secretaría de Energía analiza contratar un buque en el puerto ubicado en Buenos Aires para evitar el déficit en los días más fríos del invierno 2021.
Signo de las idas y vueltas que caracterizan a la Argentina en materia regulatoria, la Secretaría de Energía analiza desde hace varios meses, y cada vez con más fuerza, contratar un barco regasificador para que se vuelva a ocupar el Puerto de Bahía Blanca con una oferta flotante de gas en el invierno.
Después de la licitación en condición firme para la producción local y la adenda al contrato con Bolivia, la demanda proyectada para los días más fríos todavía no está cubierta. Y toma cuerpo la idea de reponer en el sur el buque que en octubre de 2018 despidieron con bombos y platillos, el entonces presidente, Mauricio Macri, y su secretario de Energía, Javier Iguacel.
La recesión que hundió la demanda energética entre 2018 y 2019, en paralelo al exceso temporal de producción de gas, le permitieron al anterior Gobierno dar una señal política que se leyó como el fin de una era y el cambio de página de la Argentina importadora de energía a la Argentina exportadora. Todo un logro para la gestión Cambiemos.
En el sentido contrario, para el kirchnerismo tener que traer de vuelta al barco le podría valer análisis políticos que lo asimilen como una derrota, aunque en términos técnicos sea la opción más conveniente.
El alquiler de un buque regasificador cuesta alrededor de unos USD 150.000 por día. Tenerlo amarrado todo el invierno podría costarle a las reservas del Banco Central unos USD 13,5 millones, y el monto ascendería a casi USD 55 millones para tenerlo disponible todo el año, una cifra poco significativa comparada con las intervenciones que hace el BCRA en el mercado de cambios cada día, pero un sinsentido dado que en los seis meses que transcurren entre octubre y marzo no se regasifica LNG.
Adicionalmente, desde octubre una medida cautelar de la Justicia inhabilitó el barco en el puerto de Escobar, debido a problemas ambientales. El Gobierno trabaja en una solución, pero no hay certidumbre de que se pueda tener esta vía de importaciones disponible para los días más fríos del 2021.
Excelerate Energy, la empresa dueña de los barcos que se instalaron en Bahía Blanca desde 2008 (Exemplar) y en Escobar a partir de 2010 (Expedient), calculó que durante el invierno del año que acaba de terminar se consumieron aproximadamente 270.000 toneladas de fuel oil y 558.000 metros cúbicos de gasoil.
«Gran parte de estos consumos se podrían haber reemplazado con el Exemplar, causando un ahorro en torno a los USD 185 millones y una menor emisión de dióxido de carbono (CO2), en el orden de las 525 a 550.000 toneladas», postularon.
Es que «el precio del fuel oil es el doble del GNL, el gasoil el triple y el precio del gas de Bolivia siempre estuvo por encima al del GNL, en relación a los valores manejados durante el 2020», explicaron en la compañía.
Para la firma estadounidense, «el ahorro en el período 2008-2019 por tener las dos terminales regasificadoras fue de USD 12.640 millones»,
Este medio pudo saber que los técnicos oficiales le pidieron estimaciones a ex funcionarios macristas sobre cómo podrían ser los números de oferta y demanda de gas natural en este año y cuáles son los caminos más económicos para cubrir los faltantes.
El ex subsecretario de Planeamiento Energético Daniel Dreizzen, hoy consultor asociado a Ecolatina, cree que en julio se necesitarán importaciones de GNL por el equivalente a 45 millones de metros cúbicos por día (MMm3/d), de los cuales unos 19 se pueden cubrir con Escobar (si se rehabilita la terminal). Para el resto haría falta contratar otro buque o recurrir a alternativas como la importación de Chile o de líquidos para utilizar en centrales térmicas.
En Energy Consilium, la consultora que creó el ex ministro de Energía Juan José Aranguren junto a algunos de sus colaboradores, piensan que «con el recorte de Bolivia y aún operando los dos barcos regasificadores, se necesitarán tal vez gas de Chile o gasoil, según la crudeza del invierno».
«En el contexto actual, si el GNL continúa alto y el petróleo crudo no sube por la restricción de la demanda (debido a la segunda ola de la COVID-19), habría que analizar en su momento si económicamente convendrá más GNL que gasoil, lo cual es poco usual».
Además, apuntaron que hay «problemas de disponibilidad de fondos para pagar las importaciones de GNL, que deben pagarse por anticipado», restando valiosas reservas al BCRA, autoridad monetaria que cada vez restringe más el acceso a las divisas para evitar una devaluación brusca del peso.
Así, el cuidado de los escasos dólares que tiene la economía podría costarle algunos días de producción a Grandes Usuarios de la industria si el Gobierno requiere cortarles el gas para privilegiar el suministro a hogares y comercios (como lo marca la Ley 24.076). Una trampa sin salida.
Fuente: Más Energía.