China: una potencia de la industria de derivados del petróleo
El país ha aumentado la importación de crudo y en paralelo se convirtió en un firme exportador de derivados, en especial del rubro petroquímico.
Para los observadores de la economía china, 2020 fue un año lleno de récords: desde la producción de acero hasta el superávit comercial de diciembre, que en ocasiones fue difícil seguirles la pista. Una de las áreas de crecimiento excepcional fue la importación de petróleo crudo, que aumentó un 7.3% hasta alcanzar su nivel más alto en la historia de 542 millones de toneladas el año pasado.
El petróleo ingresó al país conforme las refinerías aumentaron sus compras tras la caída de los precios – mientras que los precios del Brent superaron los u$s 70 el barril esta semana, los del West Texas Intermediate se volvieron negativos durante un breve período en 2020 – y una rápida recuperación industrial.
El interés de China por el petróleo fue parte de un fenómeno económico mucho mayor. Las exportaciones del país se han disparado y en los últimos dos meses aumentaron más del 60% en comparación con la base baja cuando comenzó la pandemia el año pasado. Su histórica recuperación, después de que los casos de coronavirus reportados se redujeron a apenas unos pocos a mediados de 2020, también ha generado un auge paralelo en las importaciones.
En lo que va del año, las importaciones de crudo han seguido aumentando, hasta un 5.8% en enero y febrero en comparación con el año anterior. Pero, teniendo en cuenta las ambiciones estratégicas de China cuando sus principales funcionarios se reúnan en Beijing estos días, también vale la pena no perder de vista su comercio de productos derivados del petróleo.
Además de su papel en los combustibles como la gasolina y la bencina, el petróleo juega un papel fundamental en el desarrollo de productos petroquímicos que forman parte de productos esenciales del día a día como los plásticos y el poliéster. Aunque China continúa importando grandes cantidades de petróleo crudo, sus exportaciones de productos derivados de ese crudo añadieron un 1.9% en los primeros dos meses de 2021. Mientras tanto, sus importaciones de productos derivados del petróleo cayeron un 19.4%.
Ese cambio en los datos se produce después de que el gobierno chino a principios del año pasado permitió que el combustible producido en el país abasteciera a los barcos en los puertos chinos al ofrecer bonificaciones fiscales.
Pero también apunta a un cambio a más largo plazo. En 2016, China ya era un exportador neto de productos petrolíferos, y para 2018 era uno de los 10 principales exportadores de productos refinados del mundo con exportaciones que llegaban a regiones tan lejanas como América del Sur y África.
Estos proyectos apuntan a un cambio en la forma en que está evolucionando su comercio de productos derivados de petróleo, en lugar del petróleo en sí.
Históricamente, la refinación ha estado dominada por los gigantes estatales Sinopec y PetroChina. Pero este año, dado el lanzamiento de complejos como Zhejiang Petrochemical, el gobierno ha aumentado la cuota de importación de crudo no estatal en un 20%. Las refinerías privadas también han podido comprar crudo en los mercados internacionales, en lugar de comprarlo a sus semejantes estatales en China.
Su capacidad para aumentar aún más la capacidad de refinación interna tiene implicaciones para los socios comerciales. Tan sólo en diciembre, EEUU exportó 7 millones de barriles de productos derivados del petróleo a China. Esa cifra es mucho menor que los 22 millones de barriles de crudo en el mismo mes, pero sigue siendo una cantidad considerable.
Ciertos sectores esperan que el auge industrial de China cambie a una recuperación impulsada más por el consumo en los próximos meses. Eso podría tener un impacto en su apetito de petróleo crudo, especialmente si los precios en los mercados domésticos continúan recuperándose.