«Cómo aprovechar y desarrollar la potencialidad energética de Argentina»
Consideremos el potencial de Vaca Muerta, segunda mayor reserva de gas no convencional y cuarta mayor reserva de petróleo no convencional del planeta. Sumemos la capacidad productiva del Golfo San Jorge, la eólica del sur del país, la del sur de la provincia de Buenos Aires y de la provincia de Neuquén.
Agreguemos el sol del NOA y una de las reservas de litio más grandes del mundo -en nuestra Puna- que llevaría a desarrollar un fructífero escenario de participación en la industria del almacenamiento energético. No me quiero olvidar del hidrógeno, con una gigantesca oportunidad de desarrollo, que podría incluso transformar nuestra matriz exportadora.
En base a estos datos, y sin hacer demasiadas cuentas, la Argentina es el país con mayor potencial energético del mundo. Y si no lo es, seguramente esté en el Top 5. Ahora bien, de todos los recursos mencionados, hemos desarrollado fehacientemente poco, o nada.
Conclusión, somos uno de los países con mayor potencial energético del mundo, y cuando digo potencial lo digo en ambos sentidos. En el positivo, por la enorme oportunidad que tenemos al alcance de nuestra mano. Y en el negativo, por no haber podido desarrollarlo debidamente y por no haber podido cambiar la matriz energética interna y de comercio exterior del país, aún hoy.
Me permito hacer dos simples preguntas: ¿Por qué no hemos podido, al día de hoy, aprovechar debidamente este potencial? Algunos dirán por cuestiones políticas, otros por cuestiones ideológicas o macroeconómicas pero la mayoría, por la suma de todas ellas. En mi opinión, es más simple: no lo hemos logrado porque no hemos podido ponernos de acuerdo. Y entonces: ¿cómo hacemos para desarrollarlo? La respuesta obvia es “poniéndonos de acuerdo”. Si ello fuera exactamente lo que hay que hacer, la pregunta correcta sería, ¿cómo hacemos para ponernos de acuerdo? Y en este punto también tenemos una gran cantidad de visiones: visiones más o menos estatistas, visiones de corto o largo plazo, pensando en el consumo interno o en el comercio exterior. Si seguimos alimentando unilateralmente esas visiones, sabemos lo que pasará. Tenemos que hacer algo distinto.
Si me permiten, propongo un humilde primer paso que nos ayude a pensar en crear una estrategia. Es simple: diálogo. Trabajar para una multinacional me permitió ser testigo de cómo hicieron algunos países para desarrollar su potencial. Un ejemplo es Chile, con su avance en renovables e hidrógeno o Estados Unidos con el shale, por citar algunos.
¿Cómo lo hicieron? Dialogando intra e intersectorialmente. El resultado de ese diálogo generalmente termina en una política de Estado. Un ejemplo en nuestro país fue la “mesa de diálogo de Vaca Muerta” creada en 2017 y conformada por el Estado Nacional, la Provincia del Neuquén, los sindicatos petroleros y las empresas privadas. Su resultado produjo un boom de inversiones que, en el cortísimo plazo –meses- cambió el perfil productivo de shale gas en el país. Pero ese intento terminó quedando en poco, a mi entender, porque el dialogo no perduró. Tomémoslo como aprendizaje, ahora sabemos que las mesas de diálogo deben sostenerse en el tiempo y ser pequeñas, sectoriales, enfocadas y con los actores adecuados. Hagámoslo.
Hace años que estamos discutiendo tarifas, en realidad lo que estamos deliberando es la consecuencia de no dialogar, estamos hablando de costos. Las tarifas, si sumamos lo que el usuario final paga en su factura mensual más lo aportado por el tesoro nacional en materia de subsidios, son altas producto de que nuestra matriz es ineficiente. Diálogo, acordar reglas claras y objetivos de largo plazo que se mantengan en el tiempo, volverse competitivos, cambiar el foco de las discusiones. Todo esto impera hoy en Argentina.
Me considero una persona optimista y estoy seguro de que la Argentina del futuro será muy exitosa, si logramos el aprovechamiento de nuestro potencial energético. Los invito a que armemos hoy mismo las mesas de diálogo sectoriales, sabemos quiénes deben ser los actores de cada una. Estado Nacional, Estados Provinciales, oposición, empresas y sindicatos. Es más fácil hacerlo que no hacerlo.
Por Martín Genesio.
Fuente: Ambito