Eólicas y solares: Argentina fomenta energías ineficientes, costosas y falsamente limpias?
Con muy poca difusión pública, posiblemente por ser un tema muy técnico del cual desconocen casi todos los periodistas y comentaristas políticos, recientemente se aprobó un aumento del 50 % de uno de los conceptos de privilegio con los que se fomentan en forma muy acentuada y desproporcionada las energías “renovables”, además de otras medidas adicionales del mismo tenor.
Concretamente se incrementaron 50 % los Certificados de Crédito Fiscal para nuevas instalaciones de equipos, además de ampliar el período de gracia para nuevas incorporaciones al régimen general.
En síntesis, se amplían aún más los muy acentuados beneficios extraordinarios –de caracteres claramente prebendarios-, desproporcionados respecto a otras tecnologías de generación eléctrica.
Medidas desproporcionadas y sesgadas que favorecen desmedidamente (pero en forma muy poco difundida a la opinión pública) a las generaciones eólica y solar, medidas que no son “neutras”, siendo en cambio pesadas cargas que recaen sobre la economía nacional y algunos consumidores directos, con muy dudosos o nulos resultados positivos acordes a sus montos.
Con eso se promocionan más acentuadamente aun las instalaciones de adicionales “renovables amputadas” eólicas y solares, evidenciándose en los hechos que los intereses vinculados a esas inversiones buscan prácticamente imponerlas al como sea, tapándose en base a un variado conjunto de medidas de fomento, las groseras y acentuadas desventajas de las que adolecen los “ventiladores” y los “espejitos de colores”.
Claramente, todos los beneficios excepcionales sancionados a favor de esas energías, en particular la eólica y la solar, fueron aprobados para encubrir los nada competitivos costos reales de esos tipos de generación eléctrica, las que en igualdad de condiciones no podrían competir.
Además de muy caras por kWh, son muy ineficientes, por sus intermitencias e insuperables limitaciones técnicas, las cuales se cubren apelando al respaldo de generadoras termoeléctricas, quemando petróleo o gas natural.
Adicionalmente, la etiqueta de “energías limpias” es otra gruesa falsedad, desmentida contundentemente por informes técnicos serios y bien documentados.
Pero esos altos costos no desaparecen ni se solucionan, sino que los soportamos todos los argentinos, pues son financiados directa o indirectamente, por el presupuesto nacional, e incluso algunos de ellos repercuten directamente en los usuarios, a los que se obliga a consumir esas energías, aunque sean más caras, y que en realidad son mucho más caras, disimulado parcialmente eso con ventajas abusivas e injustificadas…pero encubiertas bajo el concepto falaz de “energías limpias”.
De por si, el concepto legal de “renovables” es amañado y engañoso, pues sin ningún sustento técnico se excluyó del mismo y de todos los múltiples favoritismos de corte claramente acentuados e inequitativos, a las hidroeléctricas de más de 50 MW. Por eso son “renovables amputadas”, al amputarse del concepto de “renovables” a las hidroeléctricas de más de 50 MW.
Esa es otra mentira encubierta, orquestada por los promotores a ultranza de eólicas y solares- Pero claro, montar esas usinitas es negocio redondo para especuladores financieros que con todo el aparataje legal y reglamentario, operan prácticamente a riesgo cero y con mercado de venta de la energía asegurado, sin importar que sus precios sean muy superiores a los de otras generadoras.
Poniendo al desnudo los serios problemas que ocasionan las “energías renovables, se sintetizan seguidamente sus nocivas características, cuidadosamente ocultada por los poderosos intereses creados que las promocionan, con ONGs “ecologistas” como mascarón de proa, y con fanatizados militantes del ecologismo cavernario, como operadores serviles, cuando no como mercenarios al servicio del subdesarrollo, estos últimos con dedicaciones a tiempo completo y sin otras actividades conocidas de las cuales puedan vivir.
Son energías muy caras, incapaces de competir en igualdad de condiciones con otros tipos de energía. Por eso, sus promotores implementan –en base a fuertes presiones de todo tipo-, un amplio abanico de subsidios directos e indirectos encubiertos.
Esos altos costos reales inciden negativamente, pudiendo llevar a cuadros de pobreza energética (como en Uruguay), o afectando la competitividad de la economía nacional, como sucede en Alemania, España y otros Estados que se doblegaron ante las presiones de “los verdes” y de los sectores empresarios que se enriquecen a costa de perjudicar a las respectivas economías nacionales.
Las tarifas acordadas a eólicas y solares, son dolarizadas e indexadas, además de tener prioridad absoluta para sus despachos (ventas), todo lo cual condiciona negativamente a la economía nacional.
Las energías eólica y solar, son irremediablemente de muy baja calidad, por sus intermitencias (se “prenden y apagan” dependiendo del viento y del sol, los cuales no pueden ser controlados por el ser humano).
Esa baja calidad del suministro eléctrico eólico y solar, también tiene que ver con las fuertes variaciones en el voltaje, precisamente por las acentuadas intermitencias. Por esos motivos (los dos últimos señalados), son energías completamente inútiles para operar como bases del sistema eléctrico.
No son “limpias”, pues para tapar sus baches de generación, necesitan contar con respaldos en caliente (funcionando), de usinas, por lo general del tipo de turbogás o ciclo combinado, ambos grandes devoradores de combustibles fósiles y por ello altamente contaminantes. Contaminación que es consecuencia de las eólicas y solares (pues necesitan esos respaldos), pero que sus promotores nunca las contabilizan.
Esa dependencia de usinas termoeléctricas, hacen de las eólicas y solares, socios encubiertos de las grandes petroleras y gasíferas transnacionales, lo cual ocultan sus promotores.
No son “limpias” pues la fabricación, transporte, montaje, mantenimiento, y desguace final, producen distintos tipos de contaminaciones; siendo particularmente importantes los vinculados con el desguace. Los paneles solares tienen componentes tóxicos, complejos de neutralizar, y sus paneles vidriados, al romperse (lo cual sucede en muchos casos), deja residuos peligrosos. Las eólicas tienen componentes de gran tamaño, no degradables (plásticos o similares), y disponer de los mismos es costoso, por lo que suelen abandonarse, pasando a ser basura casi perenne.
No son “limpias”, pues las solares utilizan desproporcionadas cantidades de terreno, en función de sus bajas productividades; mientras que las eólicas inutilizan grandes extensiones de suelos, en los que la vida humana y las actividades económicas no se pueden desarrollar, por los riesgos que sus funcionamientos significan. Por eso, son rechazadas en zonas pobladas o donde los establecimientos agrícolas son de pequeñas dimensiones.
No son “limpias”, y se oculta o tergiversa, que tanto las nucleares como las hidroeléctricas generan muchísima menos contaminación por kWh, que las falsamente “ecológicas” eólicas y solares.
Tienen cortas vidas útiles, de entre 20 a 30 años, muy exiguas si se las compara con las “demonizadas” (por los ultra ecologistas) usinas nucleares e hidroeléctricas, las que funcionan al menos por 60 años e incluso bastante más (nucleares), y en forma prácticamente sin limite de tiempo (hidroeléctricas).
En lo referente a la seguridad, usualmente se ocultan los accidentes que provocan las eólicas, tanto en sus periódicos mantenimientos –que se deben hacer a grandes alturas-, como por desprendimientos de partes metálicas y de bloques de hielo, que pueden herir a personas y animales, en un entorno considerable. No se suelen computar accidentes en las usinas térmicas que operan como respaldos de las “renovables amputadas”. También se ocultan los bajísimos indicadores de accidentología de las nucleares y las hidroeléctricas.
Desde la vieja Europa, se demoniza a las nucleares –que siguen construyéndose en países con vocación de desarrollo- y a las hidroeléctricas, que siguen construyéndose en todo el mundo…menos donde no les queda ni un arroyito por represar, como sucede en Europa y EEUU. Pero los grupos de poder promotores de eólicas y solares, con falsía e hipocresía alegan que “no se construyen más, por ser tecnologías obsoletas”, engañando a crédulos, desinformados crónicos y fanáticos del ecologismo cavernario.
¡Pese a todos esos incuestionables problemas y falsedades, en Argentina se las subvenciona crecientemente, en un proceso iniciado hace aproximadamente una década, y muy acentuado en el período muy corrupto del reciente neoliberalismo, en el cual incluso se consumaron escandalosos negociados que involucraron a empresas vinculadas con el múltiple acusado expresidente Macri y su entorno!
Más que las supuestas “grandes soluciones” que se proclaman, las eólicas y solares, impulsadas más allá de su rol posible de simples energías complementarias, son pesados salvavidas de plomo, que condicionarán e incluso impedirán nuestro imprescindible desarrollo socio económico.
Y mientras tanto, no parece definirse un Plan Energético a mediano y largo plazo, en cuyo contexto se demoran estratégicas decisiones vinculadas con grandes proyectos hidroeléctricos y nucleares, que de concretarse permitirán disminuir la alta dependencia de nuestra matriz energética respecto a los combustibles fósiles.
Como tema adicional vinculado, preocupantemente, diversas noticias especializadas en energía, permiten afirmar que tampoco se terminó con la nociva dolarización de los precios de los hidrocarburos, en particular los pactados para incentivar las producciones de petróleo y gas no convencional, lo cual complica nuestro desarrollo soberano y armónico.
Fuentes: Economis