La Argentina desquiciada: el país castiga a su propia producción al mismo tiempo que la guerra
A los problemas para la exportación de peras, manzanas y cítricos, entre los productos que ven alteradas sus ventas a Rusia, se suma el aumento del combustible y la posible falta de fertilizantes en el mercado interno; en este contexto, el Gobierno ataca a su principal fuente de ingresos: el complejo oleaginoso
Ayer el Gobierno suspendió el Registro de Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE) para las exportaciones de harina y aceite de soja, entre otras posiciones arancelarias de la oleaginosa, según informó la Subsecretaría de Mercados Agropecuarios.
Se trata del Registro de Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior que involucra las exportaciones de aceite de soja a granel y en tambores de 200 litros; pellets y harina de soja, alimentos para animales. “Es totalmente contrario al interés exportador de la Argentina. Además de ser ilegal, va a afectar el ingreso de divisas y el empleo en el cordón agroindustrial”, sostuvo Ciara, la cámara de la industria aceitera, en su cuenta de Twitter.
En 2021 el complejo sojero le aportó al país US$23.841 millones (30,6% de las exportaciones totales), con un aumento interanual de 60,4%. Los principales destinos fueron la Unión Europea (fundamentalmente Países Bajos), Asean (mayoritariamente Vietnam e Indonesia), India, China, Medio Oriente, y Egipto. Es decir, esta medida afecta no solo a los productores y exportadores, sino también a los mercados a los cuales van dirigidos los productos y vuelve a colocarle a la Argentina la etiqueta de país poco confiable por sus constantes cambios en las reglas de juego.
Las exportaciones de harina y aceite de soja son de las pocas en el país que venden el commodity de producción local (soja) industrializado. Datos de Ciara confirman que el 80% de la producción del poroto de soja se industrializa.
La Argentina lidera el comercio mundial de aceite de soja con una participación en el mercado del 46% a nivel global. Su consumo aumenta en la Argentina en tiempos de crisis económica porque tiene un precio menor que otros aceites, pero aquí se vende como mezcla con aceite de girasol. El consumo de aceite de soja en la Argentina con relación a la producción total es bajo. Del los 5,5 millones de toneladas de producción anuales se exportan 4,5 millones y del millón que queda para consumo local, un 70% se vende a las pymes para la fabricación de biodiésel.
También es el primer exportador de harina de soja, con el 38% de las ventas totales.
Hasta aquí, el mal autoprovocado con un puntazo a uno de los pocos sectores exitosos y pujantes de la Argentina.
Peras, manzanas, fertilizantes y oportunidades
Si este país deja de mirarse el ombligo, verá que el mundo está muy complicado y no hay que complicar el panorama aún más.
Según Fernando Landa, presidente de la Cámara de Exportadores (CERA), por un tema coyuntural de la invasión rusa a Ucrania, está afectada la exportación de la fruta del Valle del Río Negro: peras, manzanas y también cítricos, como limones. De las 400.000 toneladas de cítricos exportados el año pasado, Rusia compró el 10%.
En términos de valor total de exportaciones, Rusia no es un mercado tan importante, pero afecta a los productores de estos alimentos”, explica Landa. Esto significa que tienen que salir rápidamente a buscar otros mercados, que seguramente pagarán menos. “Cambiar el destino del envío es problemático, porque se termina vendiendo en el mercado europeo, que es más exigente que el ruso y hay una pérdida de valor importante”, agrega.
Hoy, la Argentina tendría que estar pensando en aumentar sus exportaciones, y no ir en el camino contrario. “Puede transformarse en un exportador neto, ampliar su oferta alimenticia y actuar lo más rápido posible”, sintetiza Landa. “Tenemos que ser un poco más atractivos para las inversiones”, agrega.
Por otro lado, Landa hace referencia a más complicaciones externas: el precio del petróleo, del gas, entre ellas.“Sería lógico el desarrollo de Vaca Muerta, pero estamos en una situación financiera complicada”, dice el presidente de la cámara de exportadores. Y quizás una de las más preocupantes, la dificultad para importar fertilizantes, ya que el 65% de los que usa la Argentina para su producción es importada.
“Sin embargo, no todo es negativo, La Argentina tiene que percibir las oportunidades. Hay que repensar un poco, dentro de América Latina, donde ponemos las cadenas de valor”, cierra Landa
Fuente: La Nación