Por la Antártida y el Ártico, se acelera la carrera entre las grandes potencias
“La carrera por los Polos” recalienta aún más la zona con más rompehielos y bases militares, control de tránsito, la Ruta de la Seda Polar e incluso la creación de una Embajada de EEUU en el Artico. Por ahora, Rusia va primero.
A medida que la guerra en Ucrania eleva la tensión entre las grandes potencias nucleares, en el contexto de un nuevo equilibrio de poder en formación, el espacio geopolítico global –prácticamente todas las regiones del planeta- experimenta una intensificación en la competencia entre los actores que buscan consolidar –o mantener- un rol protagónico en el Sistema Internacional. En este sentido, los polos terrestres no escapan a esta realidad.
La creciente “Carrera por los Polos”, así me gusta llamarla, es una de las grandes competencias del siglo XXI. Hablamos de su control, o por lo menos su utilización y la explotación –actual y futura- de recursos naturales, el uso y gestión de los pasos marítimos estratégicos, la militarización, la seguridad nacional, etc.
Tanto el Ártico como la Antártida han adquirido mayor relevancia geopolítica a partir de la crisis climática, que a su vez es una de las principales amenazas a la supervivencia humana sobre la Tierra.
Más allá de los países geográficamente cercanos a ambos polos, y de sus intereses y reclamos territoriales, las grandes potencias consideran a estas regiones como elementos clave de su interés nacional, y ya son prioridades estratégicas.
Carrera por la Antártida y el Ártico
En el Ártico, EEUU, que está atrasado con respecto a China y Rusia, creó hace unos meses el puesto de embajador norteamericano en el Ártico y comenzó a construir nuevos rompehielos, mientras advierte con cada vez más fuerza sobre la amenaza que representan –para los intereses de Washington- Rusia y China.
Rusia es, por el momento, líder en asuntos árticos, con una flota significativa de rompehielos, bases militares, uso de rutas marítimas, etc.
China ha avanzado con proyectos para la región, principalmente en asociación con Moscú, en vías de crear la “Ruta de la Seda Polar”.
La incidencia de rayos en el Ártico se habría triplicado en 10 años
Mientras, en la Antártida, los 3 grandes poderes tienen fuertes intereses y una cantidad de bases científicas significativas. Si bien hay varios actores con intereses nacionales en juego en ambas regiones (por ej. Argentina, Chile y Reino Unido en la Antártida, Noruega y Canadá en el Ártico, etc.), una visión realista de estos espacios geopolíticos nos indica que las decisiones y reglas que se diagramen en el futuro dependerán del rol, negociaciones y/o disputas que entablen los grandes poderes.
Por ahora, rige el Tratado Antártico en el sur, acuerdo que “congeló” las reclamaciones territoriales, prohíbe la explotación de recursos minerales -mediante un protocolo adicional-, la militarización, etc.
En el norte, funciona el Consejo del Ártico (foro intergubernamental que rige los asuntos de dicha región), y se aplica allí el Tratado del Mar, así como han avanzado algunos arreglos fronterizos entre los países costeros, aunque pueden haber conflictos de ese tipo en el futuro.
Recordemos que la Antártida es un continente y el Ártico es en su mayor parte agua.
Carrera por el Ártico
En el contexto de la transición hegemónica que estamos viviendo, lo que implica el traslado del centro del poder global al Asia, la carrera por los polos se acelera, a medida que actores como China y Rusia amplían su influencia y consolidan sus estrategias para ambas regiones.
Bien sabido es que en aproximadamente dos décadas, especialmente el Ártico estará libre al uso (transporte y explotación de recursos naturales) durante casi todo el año, y que en los últimos 30 años la región ha perdido el 40% del hielo y la zona se está calentado tres veces más rápido que otras partes del mundo.
Las rutas que pasan por los archipiélagos de Canadá (Pasaje del Noroeste), y la que conecta el océano Pacífico con Rusia (ruta Marítima del Norte), se volverán vitales, ya que representan una ventaja comparativa en tiempo y costos de transporte con respecto al uso del Canal de Suez.
Además de dichas rutas, aumentará el valor geopolítico de los estrechos que se utilizan para transitarlas, como el de Giuk, de Davis en el lado occidental, el de Vilkitski en Rusia, así como el estrecho de Bering siendo fronterizo entre EEUU y Rusia.
Quien domine la Ruta Marítima del Norte no necesitará llegar a Asia Septentrional a través del Canal de Suez.
En concreto, el Ártico se entiende en términos de comercio marítimo, seguridad nacional, turismo y especialmente recursos naturales: litio, oro, cobre, níquel, paladio, diamantes, agua dulce, tierras raras, recursos pesqueros, etc.
Además, según el Servicio Geológico de los EEUU, allí se encuentra el 30% del gas natural y 13% del petróleo del mundo.
Ártico: meta de China, Rusia y EE.UU
Tanto las potencias como los demás países árticos ven en el futuro próximo que el uso y explotación de la región permitirá hacerlos más ricos y poderosos.
Rusia ha venido actuando en esta línea hace varios años, China avanza a pasos acelerados y EEUU reaccionó ante una quietud sustentada en los años –ya pasados- de la Unipolaridad.
La distribución de capacidades se modificará con el uso de esta región, con la ayuda –o mejor dicho con la desgracia- del cambio climático.
Rusia va primero en la carrera por el Ártico
En el Ártico, entre los Estados ribereños (Rusia, Canadá, Dinamarca a través de Groenlandia e Islas Feroe, Noruega y EE.UU.) los rusos llevan la delantera tanto en términos de capacidad de ocupación y uso, así como en asuntos militares.
Diversos ejercicios bélicos se han realizado en los últimos años, inclusive uno en 2022 encabezado por la OTAN –de una magnitud no vista en décadas-, al mes de iniciada la invasión rusa a Ucrania-. La organización atlántica observa obviamente en la región ártica una seria disputa con Moscú.
Rusia tiene alrededor de 40 rompehielos (la mayor flota del mundo) -incluso hay yates privados rompehielos como el del banquero Oleg Tinkov, y hace muy poco Moscú botó el atómico Yakutia, el más grande y poderoso del planeta, que permitiría hoy mismo utilizar la ruta marítima del norte durante todo el año.
Rusia tiene 40 rompehielos en el Ártico; Canadá, 10; y Estados Unidos, 2 y 3 en marcha
Ello se vuelve fundamental para el comercio con el sur de Asia, en vistas del reordenamiento geopolítico en ciernes y el alejamiento ruso de Occidente. Y ya tiene ese país 3 nuevas naves en construcción.
Le siguen Canadá con unos 10 rompehielos, EE.UU., con apenas 2, aunque ya lanzó el programa Polar Security Cutter, para incorporar 3 nuevos.
El Ártico, prioridad nacional para China
China, que ya definió al Ártico como una prioridad y publicó su Libro Blanco respectivo en 2018, tiene 2 y está construyendo un 3ro, enfocando nuevas energías en la Ruta de la Seda Polar, avanzando en acercamientos y acuerdos principalmente con Rusia, pero también con Noruega, Groenlandia y Finlandia.
Las Rutas del Norte le brindarán a China mayor competitividad comercial y acrecentarán su influencia en Europa septentrional, aunque no sin resistencia de los EE.UU. En ese sentido, de concretarse el ingreso de Suecia y Finlandia a la OTAN -si bien no son estados ribereños- será ese otro elemento que agregará tensión a la región ártica, por su cercanía y creciente militarización.
Antártida: 30 países tienen 70 bases
Con respecto a la Antártida, cada actor avanza con una mirada geopolítica sobre la región del Polo Sur y sobre la posible utilización futura de recursos (hidrocarburos, minerales, pesca, agua dulce), la explotación turística –ya existe- y posiciones estratégicas.
En este continente los reclamaciones de soberanía y la explotación de recursos se encuentran “congeladas”.
El Tratado Antártico, firmado durante la Guerra Fría e impulsado por EEUU, logró no sólo una protección ecológica de la región, sino evitó que los países con reclamos de soberanía se hicieran efectivamente de parte de la región o se produjeran enfrentamientos. La explotación comercial podrá revisarse en 2048, aunque legalmente podría ser antes, si hubiera consenso entre los contratantes del Tratado.
En cuanto a las grandes potencias, EEUU (especialmente junto a su socio británico) es un jugador histórico de esa región, pero China avanzó fuertemente en los últimos años y ya igualó a Washington en cantidad de bases, tienen 5 cada uno, entre permanentes y de verano. Rusia, por su parte, tiene 6 (4 permanentes y 2 temporales).
En 2017, China logró que la reunión consultiva del Tratado Antártico se celebrara en Beijing. Los tres mencionados son los países con más bases en el continente después de la República Argentina (tiene 7 bases permanentes y 6 temporarias), y Chile (7 temporales, 3 permanentes más 2 pequeños refugios), siendo éstos dos países con reclamaciones territoriales significativas, además de Gran Bretaña, cuyos reclamos están superpuestos con los de los actores sudamericanos. Luego están Australia, Noruega, Francia y Nueva Zelanda.
Con respecto a las bases, en total hay alrededor de 70 de cerca de 30 países.
Antártida: la carrera por el Polo Sur
Por citar un ejemplo de las jugadas y estrategias de los diversos actores, en los últimos meses se produjeron tensiones entre EEUU, China y la Argentina, debido al proyecto de instalación de un «Polo Logístico» chino en Tierra del Fuego (extremo sur argentino y zona cercana a la Antártida), en lo que era una acción de win-win.
Por presiones de Washington, se terminó suspendiendo (o posponiendo), aunque las negociaciones entre la gobernación de Tierra del Fuego y empresas chinas siguen avanzando. Cerca de allí, una base chilena asiste a los EEUU y británicos, y hacia el este, las Islas Malvinas vienen sufriendo una creciente militarización por parte del Reino Unido.
En la Antártida, los recursos naturales (mineros, pesqueros, energéticos y la mayor reserva de agua dulce del mundo), los pasos clave entre el Atlántico y el Pacífico y regiones cercanas (Mar Argentino, Cabo de Hornos, Estrecho de Magallanes, Pasaje de Drake, Canal de Beagle, etc.), así como el mismo territorio del Continente Blanco, son algunos de los diversos intereses de gran valor que observan grandes y pequeños jugadores en esta nueva carrera polar.
No hay dudas de que en el futuro las tensiones en el Ártico y la Antártida se incrementarán, hay demasiado en juego para las potencias globales, que no quieren dar un ápice de ventaja a sus contrincantes, y buscará utilizar a los polos terrestres como espacios geopolíticos para proyectar su poder, influencia y generar riquezas.
Fuente: Alejandro Laurnagaray de Urquiza consultor – Analista Internacional para Perfil