Lidera una multinacional del litio y explica por qué la oportunidad del ‘oro blanco’ se termina en 20 años
Martín Pérez de Solay lidera las operaciones mundiales de la minera Allkem que tiene operaciones en dos salares en el país y analiza los desafíos del sector que considera «nuevo», para que el país pueda aprovechar la oportunidad que tiene.
Entre vuelo y vuelo Martín Pérez del Solay recibe a El Cronista en sus oficinas a metros del conocido edificio Rulero. Acaba de llegar de Japón donde Allkem se está diversificando arrancando con una planta de hidróxido de litio.
Si bien el ejecutivo está basado en Buenos Aires, lidera las operaciones mundiales de la minera en la Argentina, Australia, Canadá y en el país asiático y es quién debe analizar en cuáles de estos mercados invertir. Como argentino asegura que «muchas veces ignoramos que la coyuntura local pesa mucho en los procesos de decisión». «Hoy tenés un mundo que entiende la necesidad de desarrollar estos minerales críticos y que está dispuesto a generar condiciones para atraer las inversiones», explica.
El ingeniero industrial ya tiene algunos años en esta industria que califica como «nueva» y reconoce el gran potencial que tiene la Argentina. Sin embargo, también señala grandes desafíos que, en algunos casos, no provienen de lo específicamente técnico de la operación aunque aún se esté en etapa de aprendizaje.
Con inversiones en el país por u$s 1500 millones -u$s 786 millones ya ejecutados- en Olaroz I, en Jujuy, donde la firma lidera el joint venture, asociada al brazo de traiding de Toyota y la provincial Jemse (Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado), esta año inician la producción en Olaroz II, mientras avanza otro proyecto en Catamarca, Sal de Vida I, con una segunda etapa prevista para fines de 2024, inicios de 2025.
-La Argentina cerró 2022 con exportaciones récord en minería, ¿qué hace falta para aprovechar la oportunidad del litio?
-Argentina logró en estos últimos años ponerse en el mapa del litio donde no estábamos y estos precios del litio, que ahora estamos viendo en su camino de descenso acelerado, pero que tuvieron ese mismo camino para ascender, hicieron que el litio formara parte de la agenda argentina y que la Argentina formará parte de la agenda del litio.
Empecemos por entender de dónde viene la demanda de litio: viene de un mundo que quiere reducir las emisiones. Hoy nuestro negocio es la descarbonización del mundo, en eso estamos trabajando. Es un mundo que, una de las opciones más fáciles que tiene para descarbonizarse es electrificar el transporte para reducir las emisiones. Y esa electrificación de la movilidad es claramente el gran impulsor de la demanda de litio a través de la demanda de baterías para poder acumular esa energía.
«Argentina logró en estos últimos años ponerse en el mapa del litio donde no estábamos»
-Por eso tu cliente es el mundo…
-Lo que hay que entender es cuáles son los principales mercados donde esta electrificación está teniendo efecto y hemos visto dos mercados que muy rápidamente avanzaron: el primero fue el mercado chino. China hoy concentra en distintas líneas y distintos aspectos casi 80 por ciento del mercado global en lo que hace la fabricación de baterías, de cátodos y ventas de autos. Y lo que estamos viendo es que el resto del mundo se ha subido muy rápido a esta demanda con los Estados Unidos a partir de la emisión del Inflation Reduction Act (IRA) y Europa con casi todas las automotrices anunciando la finalización de ventas de autos de combustión interna hacia el 2030-2035.
Es decir, los mercados desarrollados se están moviendo muy rápido hacia la electrificación, por varias razones, porque las distancias son más cortas, por la concentración de viajes es mayor, porque el impacto del transporte es mayor. Estos van a ser los mercados que corran primero desarrollando y atrayendo gran parte de la demanda. A su vez porque los gobiernos han puesto subsidios muy importantes.
-Como el IRA que nombraste y que la Argentina queda afuera
-Lo que propone el gobierno americano a través del IRA es una serie de subsidios a los compradores finales de los autos siempre y cuando una cantidad creciente de componentes, que empiezan los 50% y terminan el 100%, vengan de países que tengan acuerdos Libre Comercio con Estados Unidos y que Argentina hoy no tiene. Y si lo tiene Corea, Australia, Chile.
-Hablando de Chile, hoy es el segundo productor, pero se dice, que la Argentina podría llegar a ser segundo productor en unos años ¿Es así?
-Sí, definitivamente. La cantidad de proyectos que hoy producimos es muy poco respecto de lo que podemos producir en Argentina. Nosotros mismos, hoy estamos con una producción cercana a las 15.000 toneladas y estamos agregando, en el segundo semestre, 25.000 más, con lo cual estamos creciendo más de una vez en los próximos tres meses. Y hay un montón de proyectos que han anunciado capacidad de expansión.
-¿El volumen va a suplir el precio que se está acomodando?
-El volumen va a crecer más de lo que puede llegar a impactar la baja en el precio en Argentina y yo veo que el mayor volumen de producción va a ser el gran motor de dinamismo, no solo en la industria del litio, sino de la minería argentina. Por algún lugar, tenemos que empezar a valorizar todos los minerales y recursos que el país tiene y esto es una muy buena manera de hacerlo y ponernos en el mapa de la minería global nuevamente.
-En la Argentina hay sectores que hablan de la nacionalización del litio ¿qué opinión tenés al respecto?
-Hay una discusión sobre la nacionalización del litio y creo que para hablar de ello hay que mirarse en el espejo de Chile. Si bien en Chile no está nacionalizado, la declaración de recurso estratégico y la necesidad del Estado Nacional de participar y controlar todos los proyectos hizo que Chile no desarrolle mucho más.
-¿Es una de las pocas cosas que no habría que imitar de Chile?
-Es unas de las pocas cosas que no habría que imitar. Y tampoco la nacionalización total como hemos visto en Bolivia donde tampoco se ha podido atraer inversión. Lo tenemos que buscar es la maximización de la interacción entre el Estado y los privados, entre lo público y lo privado, para poder llegar al máximo potencial de nuestros recursos y lograr que ese potencial de los recursos nos permita desarrollarnos como sociedad, nos permite ocupar el lugar en el mundo que tenemos que ocupar, desarrollar recursos humanos y capacitar gente y atraer cada vez más partes de la cadena de valor de la industria hacia nosotros que es el objetivo. Tenemos aquí un objetivo muy grande, el de agregar valor a los minerales que tenemos y creo que ese valor agregado tiene que estar de la mano con la ventana de oportunidad que va abriendo el mercado. Y creo que es lo que estamos haciendo hoy en litio, donde estamos siendo pioneros en muchos aspectos. Empezamos aprendiendo de Chile porque era el único país que tenía proyectos de salmuera operando, pero hoy el nivel de los técnicos que tenemos en Argentina no tiene nada que envidiar al nivel de los técnicos chilenos.
-¿Son técnicos argentinos técnicos que se fueron formando?
-No, solo son argentinos, son técnicos de las provincias y de las comunidades donde trabajamos. Nosotros hoy tenemos una gran cantidad de técnicos químicos trabajando en la planta de Olaroz que completaron su colegio secundario con un programa de educación en planta, donde al final y al principio de cada turno podían tomar dos horas de clase y a partir de allí aprendieron tecnicaturas químicas y están manejando procesos químicos muy complejos. Entonces, hay un desarrollo de recursos humanos y hay un desarrollo de valor agregado en las comunidades locales muy importante que muchas veces desde Buenos Aires es difícil de ver.
En el proyecto de Olaroz en Jujuy no existe ninguna obligación de contratación de mano de obra local, pero si hay un firme compromiso nuestro con la Provincia y con los proveedores de la Provincia y hoy el 45% de nuestros empleados provienen de las 10 comunidades que rodean el proyecto, el 75% residen en la provincia de Jujuy y cuando ponemos todo el NOA, más del 95% de nuestros empleados viven en el NOA.
-Volviendo al tema del potencial argentino, ¿cuáles serían los desafíos para no desaprovechar la oportunidad?
-El principal tema que tenemos en la Argentina es entender que esta es una industria de largo plazo, o sea, estos proyectos tardan entre 7 y 9 años en lograr arrancar. Y el problema que tenemos es que en un país apremiado por necesidades de corto plazo, como el nuestro, siempre está la tentación de echar mano a los recursos de largo plazo para resolver el corto. Y lo que nos termina pasando es que eso mismo nos frustra el largo plazo.
Hoy, la imposibilidad que tienen las empresas que invierten en la Argentina para poder repagar el capital y repagar dividendos a los accionistas pone un montón de presión sobre la capacidad para atraer inversiones y si no traemos inversiones hoy no vamos a poder producir dentro de nueve años. En gran medida lo que estamos poniendo en producción hoy es porque hace nueve años que estamos invirtiendo y que hemos tomado la decisión de ir adelante, avanzar y comprometernos con el desarrollo. Lleva nueve años de trabajo sostenido donde permanentemente, durante ese tiempo, te estás reuniendo con todos los grupos de interés que rodean el proyecto: los accionistas proveen el capital, los clientes que necesitan comprar el producto, la mano de obra y el trabajo y los recursos que provienen de las comunidades que rodean el proyecto, el Gobierno provincial que tiene que emitir permisos y asegurarse que las cosas se hagan cumpliendo los estándares y las pautas establecidas para el cuidado del medio ambiente, el cuidado del trabajo y demás, y el Estado Nacional, que también tiene injerencia porque opera sobre las cuestiones de tipo de cambio, capacidad de exportar, capacidad de importar, restricciones, impuestos y todo eso.
Llevar durante nueve años todos esos grupos de interés ordenados detrás de un proyecto cuando le vas a pegar un manotazo el primer año que empieza a producir se hace complejo.
Entonces, creo que como país tenemos que entender que es entendible la necesidad de corto plazo, pero no podemos acudir siempre al largo plazo porque, en algún momento, ese largo plazo no está. Tenemos un país que tiene una cantidad de recursos enormes, que en el caso del litio, en particular, y de la minería presentan un gran potencial, pero en la medida que no cuidemos esa continua inversión y ese continuo desarrollo de los recursos de una manera lógica y ordenada respetando a las comunidades locales y a todos los grupos de interés, sonamos.
-¿Crees que el litio tendría que tener una regulación propia?
-Todos los sectores queremos tener una regulación y la respuesta más fácil es sí, debería haberla. Pero el punto es que no pueden haber tantas regulaciones si queremos ser un país que se desarrolle. Una de las cuestiones que tenemos en Argentina es que nos volvemos sobreregulados en muchos aspectos. Me parece que dentro de las regulaciones actuales se puede trabajar y los ajustes que se requieren son cuestiones que se pueden hablar, entender, discutir y avanzar.
Una de las cosas que creo que es muy buena que está pasando es que en la Mesa del litio, las tres provincias empiezan a hablar, a compartir aspectos del desarrollo. Eso simplifica. Tenemos que buscar estandarizar los entes reguladores para que funcionen como tales; mejorar la calidad de los funcionarios para tener mejor capacidad de defender los intereses del país y un entendimiento técnico más acabado de la problemática de la industria.
-El sector privado había pedido participar de la Mesa del litio, ¿los llamaron?
-Sí, las empresas han sido invitadas a formar parte de la Mesa del litio, lo cual creo que es muy positivo, porque así como nosotros para llevar adelante un proyecto hablamos durante nueve años con todos los grupos de interés, nos parece que en la Mesa de litio tiene que estar representados todos los grupos de interés que hacen en la industria para poder acordar la solución que ayuden.
El sector privado es un gran dinamizador de esto porque es quien ha aportado hoy toda la inversión y quién está tomando todo el riesgo. Solo un tercio de los proyectos, a nivel global, pasan de la etapa pilotos. Y en la Argentina a eso hay que sumarle el gran desafío de buscar el financiamiento. Cuando ves la cantidad de carga en contra que le ponemos a los proyectos en la Argentina por todo las restricciones te das cuenta de lo buena que son las bondades que tiene el país para para trabajar.
-Ustedes consiguieron un crédito del IFC, ¿ayudó ser una multinacional?
-Sí, la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial nos dio un crédito de u$s 200 para nuestro proyecto de Sal de Vida y creo que lo que más ayuda es hacer bien las cosas. Aquellos que claramente están comprometidos con una minería más transparente, con una minería más abierta, con la participación de las comunidades… El mayor énfasis del trabajo que hicimos con el banco pasó por el impacto medioambiental y social que el proyecto genera, cómo se maneja, cómo se trabaja, la integración con las comunidades locales. Por supuesto, que no es algo al que es un proyecto de cero pueda acceder.
-Vos hablas de que el litio tiene una ventana de oportunidad, ¿por qué?
-Sí, hay una ventana de plazo en la que tener unidades incrementales de litio en el mercado tiene mucho valor.
Hay dos tendencias globales muy fuertes hoy en día: una la reducción de emisiones, y el litio viene a abastecer esta esta tendencia global. La segunda es el reciclado, o sea, nosotros hoy seguimos extrayendo muchas unidades nuevas de recursos de la naturaleza y nos estamos empezando a dar cuenta que todos los recursos tienen un límite, no podemos extraer de por vida, entonces la tendencia al reciclado empieza a jugar cada vez más fuerte en el mundo de hoy. Lo que vamos a ver es que, en la medida en que las baterías de los autos eléctricos empiecen a perder performance, los autos se van a cambiar, se van a cambiar las baterías y eso va a generar una cantidad de minerales críticos que se van a reciclar, que vamos a querer reciclarlos antes que extraer unidades nuevas.
Siempre se van a requerir unidades nuevas, pero el crecimiento fuerte de mercado que estamos viendo va a pasar en estos años. Yo calculo que hacia 2040, entre el 2035 y el 2040, es posible que veamos que el negocio de reciclado abastece mucho de la de la demanda base.
-¿El litio reciclado solo se puede usar para baterías o también tiene otro uso?
-El litio tiene un montón de usos. El más conocido en otra farmacológica como bicarbonato de litio que es un típico antidepresivo. Pero, además, tiene muchísimas aplicaciones en la en la industria del vidrio, el Gorilla Glass, que tiene los celulares tiene una cantidad de litio importante, pero también en la industria de la cerámica.
Es un mineral tremendamente noble porque es muy liviano y en aleación con otros metales tiene mucha resistencia térmica, entonces en la industria aeroespacial también va a tener demanda. Hoy estamos en pañales con el proceso reciclado.
-¿Ustedes también se podrían meter en el negocio del reciclado?
-Estamos viendo le negocio a nivel global con mucho interés. Claramente necesitamos seguir incorporando conocimientos en algunos aspectos de la industria química y del reciclado en particular, pero estamos trabajando en esa línea.
-¿Podría ser acá en Argentina también?
-Tanto para el negocio del reciclado como para el negocio de la fabricación de baterías lo importante es la cercanía al mercado de consumo. Entonces, los negocios reciclados los vamos a ver desarrollándose primariamente en los mercados más maduros.
Nosotros tenemos hoy, como productores de unidades de litio incrementales, una ventana de tiempo relativamente corta, por el tiempo que llevan los proyectos, pero es muy importante que podemos ocupar un lugar de preponderancia en el mundo a partir de la producción de esas unidades de litio, agregarle valor a esas moléculas, tratar de llegar con la molécula más avanzada que podamos en la Argentina, que es algo que nosotros estamos haciendo.
«Fabricar baterías de litio en la Argentina es un gran proyecto y a eso tenemos que aspirar, pero forzarlo, poner el carro delante del caballo, no nos va a permitir lograr el objetivo que tenemos, que es ocupar un lugar importante en la descarbonización del mundo».
El agregado del valor de la industria local es algo que creo que se menosprecia muchísimo. El carbonato de litio grado batería que producimos es de altísima pureza y el cliente que lo compra abre la bolsa y va directo a la batería, no tiene ningún proceso adicional.
-¿Cuál es tu opinión sobre la posibilidad de fabricar baterías en la Argentina?
-Creo que es un gran proyecto y a eso es a lo que tenemos que aspirar y creo que tenemos que ir generando ese proceso pero forzarlo, poner el carro delante del caballo, no nos va a permitir lograr el objetivo que tenemos, que es ocupar un lugar importante en la descarbonización del mundo.
Hoy, si vos quisieras fabricar baterías en Argentina la cuenta va a depender del precio del litio que uses, pero puede estar entre el 8 y el 10% del costo total de la batería, el 90% restante lo deberías importar. Entonces, tenés que usar moneda extranjera para importar el 100% de tus insumos, tenés que pagar tecnología que hoy no existen la Argentina. Creo que es tremendamente loable lo que ha hecho Y-TEC en el desarrollo de tecnología y demás, pero cuando vos querés llevar esa tecnología a escala industrial el nivel de inversión que tenés que hacer es muy alto.
Querer forzarlo hoy es inviable porque habría que importar un montón para rexportar las baterías; el mercado sudamericano de baterías va a tardar en desarrollarse y no nos olvidemos que Brasil, que es el mayor mercado de la región, hoy tiene su problema de sostenibilidad muy resuelto con la alconafta. O sea, el alcance del mercado de alconafta en Brasil hace que las automotrices este va a ser uno de los últimos lugares donde desarrollen sus mercados de autos eléctricos.
Hoy estamos mirando un objetivo que es muy loable, pero que nos está impidiendo ver la cantidad de valor que estamos agregando al país en la industria.
Soy un convencido que tenemos que buscar esa interacción público privada ordenada de manera tal que el Estado pueda trabajar por el bienestar de todo el país y los privados hagamos lo que tenemos que hacer invirtiendo lo que tenemos que invertir, corriendo el riesgo que tenemos que correr y teniendo el retorno que tenemos que tener.
-Vos tenés como socio al Estado, ¿crees que el Estado debería correr más riesgo?
-Creo que el riesgo empresario no es un riesgo que tenga que correr el Estado y el riesgo del Estado no es un riesgo que los empresarios tienen que tener. Los empresarios deben tener retorno de acuerdo a su riesgo y el Estado lo mismo.
Entonces, creo que esa interacción público privada proviene de que los empresarios hagamos lo que tengamos que hacer, nos comprometamos con las inversiones, asumamos los riesgos tenemos que asumir, desarrollemos las cosas cuando tenemos que desarrollar, cumplamos con todas las restricciones y contra los requerimientos ambientales, sociales, paguemos todos los impuestos hagamos todo lo que tenemos que hacer para que el país esté bien y que el Estado haga lo que tiene que hacer para que el país esté bien y ponga las condiciones que tiene que imponer, bregue por el cumplimiento de todas normas ambientales y sociales.
La interacción público privada no significa mezclar, cada uno responsable de lo suyo y si las decisiones empresarias estuvieron mal tomadas es un problema que nosotros tenemos que asumir y entender, no podemos pasarle los problemas al Estado. Así como cuando tuvimos precios bajos y cuando tuvimos problemas hace no más de 18 meses no le pasamos los problemas al Estado, sino que nos ocupamos nosotros mismos de ser más eficientes, de mejorar los costos, de poder seguir generando exportaciones y vendiendo seguir a nosotros en plena crisis, tomamos un riesgo muy grande en el año 2020 de emitir capital para invertir en los proyectos que estábamos realizando. Corrimos el riesgo porque teníamos una claridad de que la demanda de litio era muy firme y que lo fundamentals como se dicen de esa demanda eran suficientes para justificar la decisión.
Tampoco podemos afectar los retornos todos los meses para resolver un problema de corto plazo del Estado. Ese es el equilibrio, la madurez que creo tenemos que poder lograr.
«Creo que el riesgo empresario no es un riesgo que tenga que correr el Estado y el riesgo del Estado no es un riesgo que los empresarios».
-¿Este año empiezan Olaroz II?
-Sí, en el segundo semestre que va a sumar 25.000 toneladas a las 15.000 que ya producimos. Todos los proyectos de la Argentina representan una inversión de u$s 1500 millones de los cuales ya hemos invertido u$s 700 millones. Y Sal de Vida está en plena construcción en dos etapas, una primera de 15.000 toneladas y la segunda de 30.000 toneladas que está en proceso de ingeniería y aprovisionamiento, o sea, ya pasó la etapa piloto.
-¿Hay posibilidades de otro proyecto en la Argentina?
-Hay posibilidades de seguir expandiendo el proyecto de Olaroz, una tercera etapa; hay proyectos de mejora de producción que están siendo analizados: aumentar la capacidad de producción de carbonato líquido de alta pureza es algo que estamos estudiando y eso requeriría de inversiones extras a esos u$s 1500 millones.