Luis Lacalle Herrera: El acuerdo bilateral Mercosur-UE es casi imposible
El expresidente de Uruguay atribuyó su pesimismo a la inflexibilidad en las negociaciones que muestra el bloque sudamericano. Considera que la “ideologización” hirió de muerte al espacio supranacional, aunque cree que la integración por sectores y de manera gradual lo podría revitalizar.
El expresidente de Uruguay Luis Alberto Lacalle Herrera (81) se manifestó pesimista respecto de un eventual acuerdo comercial en lo inmediato entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), uno de los asuntos clave en discusión en la cumbre semestral del ente supranacional que se desarrolla desde ayer en Puerto Iguazú, Misiones.
Cree que el bloque comercial sudamericano (establecido por el Tratado de Asunción en 1991) se ha apartado de manera ostensible de su propósito fundacional. También –y quizá por esa razón, entre otras– considera que los actuales gobiernos de los países que son parte constitutiva de la alianza (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) no le dan la importancia que los llevó tres décadas atrás a promover su creación como una herramienta crucial de integración y desarrollo regional.
REALIDAD Y DESAFÍOS
De visita en Córdoba, invitado por la Fundación Mediterránea, el experimentado dirigente del Partido Nacional charrúa (al que pertenece por “tradición y convicción” desde los 17 años) dialogó con La Voz. En la ocasión, insistió en la necesidad de procurar la “desideologización” de las relaciones comerciales internacionales en la certeza de que esa es una de las principales vías que conducen a la prosperidad.
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–El presidente de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva, promete concluir en lo que resta de este año el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur. ¿Lo ve factible?
–No. Aclaro que no me gusta ser concluyente en los juicios. Pero en este caso lo soy en un 95% porque la realidad, que es mi gran maestra de la vida, me dice que es prácticamente imposible que los 27 parlamentos (de los países que integran la UE) aprueben, unánimemente, un tratado como lo pretende Brasil, cuando hay países como Francia, Polonia e Irlanda que no van a aceptar condiciones que perjudiquen a sus granjeros, por ejemplo, que están fuertemente protegidos.
–Para avanzar en esa línea, Uruguay propone flexibilizar el Mercosur. ¿Qué implicaría eso?
–Uruguay firmó con México un tratado bilateral de comercio y nos ha ido bien. El Mercosur reaccionó aprobando una resolución que prohíbe las tratativas individuales de un país que es parte constitutiva del bloque. Y comprendo la preocupación porque ese tipo de negociaciones podrían terminar con la existencia del Mercosur como tal. Pero también es cierto que a nadie le conviene un Mercosur inmóvil, sin capacidad de negociar por la rigidez burocrática, por la falta de agilidad en las tratativas en conjunto. Coincido con el canciller argentino (Santiago Cafiero) en que habría que adecuar el acuerdo con la UE. Mientras tanto, seguiría echándole leña a ese fueguito para que no se apague y avanzaría en otros acuerdos bilaterales.
–¿Cómo cuáles?
–Hoy estamos en tratativas con Corea del Sur, que veo mucho más factibles que un acuerdo bilateral con la UE. Está, además, Turquía, que es una economía muy importante. Y la India, que ha superado en población a China y que, como esta, tiene una polenta económica muy grande.
–¿A qué atribuye el declive del Mercosur?
–Los criollos a veces tendemos a creer en medidas “curalotodo”. Quienes estuvimos en su nacimiento (Lacalle Herrera presidió Uruguay de 1990 a 1995) encaramos la iniciativa con mucha ambición e hicimos una proyección demasiado generosa del Mercosur. Y con el impulso inicial logramos muchas cosas, como el tratado de la hidrovía que benefició en general a todas las partes, pero en particular a Paraguay, y liberó a Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. También logramos concretar una red circular que integra a las empresas energéticas de los cuatro países parte y permite vender y comprar energía en el día conforme a la demanda. Todo empezó a cambiar cuando los principios rectores del tratado (que los bienes y servicios y factores productivos de cada país puedan circular libremente sin tener que pagar derechos aduaneros ni tarifas de circulación de productos) cedieron terrenos a la ideologización del espacio.
–¿Cuándo se ubica ese momento histórico?
–Cuando coincidieron gobiernos de los cuatro países miembro en una especie de obsesión común y de similar tenor político. Luiz Inácio da Silva y Dilma Rousseff, en Brasil; Néstor y Cristina Kirchner, en Argentina, y Fernando Lugo, en Paraguay. Luego se sumó Hugo Chávez (Venezuela) con una billetera generosa. Creo que ahí sufrió una herida casi mortal de la que no logra recuperarse.
–¿Cree posible una revitalización del bloque en el actual contexto político?
–Para eso tendríamos que avanzar integrando sectores como lo hicimos con la energía. Pero fíjese que con Argentina construimos un gasoducto que hoy debe servir para que pasen las cucarachas de un lado a otro (se refiere al gasoducto Cruz del Sur, a través del Río de la Plata, a mediados de la década de 2000) y sería fundamental para nosotros que pudiéramos engancharlo con el gasoducto Néstor Kirchner, que pronto va a llevar gas desde Vaca Muerta hasta Brasil. Pero habría que hacerlo sin la ambición de todo, que a veces conduce a la nada, como ya hemos experimentado.
Fuente: La Voz