La arena: el segundo mayor recurso natural en peligro de extinción
La extracción de arena en Argentina es un tema que ha sido alertado por la ONU debido a los daños que puede causar en los ecosistemas y poblaciones. Entre Ríos, la Costa Atlántica y Río Negro son los lugares más afectados en el país. La arena es un recurso clave para enfrentar la crisis cada vez más grave del cambio climático y la contaminación, pero este material está siendo utilizado más rápidamente de lo que puede ser repuesto en forma natural.
En los últimos 20 años, se ha multiplicado por tres la cantidad de arena que se consume en el mundo. La falta de recursos en el planeta es evidente, pues nos encontramos en medio de un proceso de cambio climático que nos acecha desde hace décadas y que se torna imparable. No obstante, uno de las materias que más escasean y de los que menos constancia se tiene, es la arena. Exactamente, la fina y poliédrica arena que cubría, hasta hace no mucho, de forma natural, la mayor parte de las costas. A día de hoy este material se ha convertido en el segundo recurso global más utilizado, por detrás del agua.
Aunque la arena parezca un recurso inagotable, no lo es. En los últimos 20 años, se ha multiplicado por tres la cantidad de arena que se consume en el mundo. Pero ¿en qué se emplea esta materia prima? Se trata de un elemento esencial para la construcción de carreteras, puentes, chips, ventanas, pantallas de ordenador o edificios. ¡Hasta para la fabricación de la pasta de dientes resulta indispensable!. También en la pintura, los cosméticos o las fibras sintéticas, entre otros productos.
Para entender realmente la problemática de la escasez de arena en el mundo es necesario plantearse algunas preguntas: ¿Qué es el vidrio? Arena fundida. ¿Cuál es la espina dorsal del silicio, uno de los principales materiales de la industria tecnológica y de la fabricación de dispositivos móviles, smartphones? La arena.
Según especificó Pascal Peduzzi, científico especializado en clima del Programa Medioambiental de Naciones Unidas (PNUMA), en un seminario emitido por la cadena de televisión CNBC: “Es como un elefante en una habitación. Simplemente creemos que hay arena en todas partes. Nunca pensamos que nos faltaría, pero está sucediendo en algunos lugares”. Y es que, la arena es un recurso clave para hacer frente a la triple crisis planetaria: el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad.
Además, Peduzzi añade en sus informes para Naciones Unidas que, “nuestros recursos de arena no son infinitos y tenemos que utilizarlos de forma inteligente. Si conseguimos controlar cómo gestionar el material sólido más extraído del mundo, podremos evitar una crisis y avanzar hacia una economía circular”.
La falta de información al respecto es, sin duda, uno de los hándicaps para los expertos. Los áridos se dragan en el fondo del lecho marino, se extraen de las playas, se sacan de las canteras y se producen a partir de roca triturada. No obstante, la mayor parte de ellos se extraen de ríos y lagos, y es aquí donde la falta de información es más evidente. ¿Por qué? Una cuestión meramente física: lo que ocurre bajo la superficie del agua queda oculto a la vista de los satélites, lo que hace imposible cuantificar la cantidad de recursos extraídos ilegalmente.
Arena, esencial en la construcción
Como hemos mencionado, la construcción es uno de los sectores más golpeados por la carestía de arena en el mundo ya que es, a su vez, uno de los sectores más dependientes de la misma. Para entenderlo mejor, la cantidad de arena que se utiliza en el mundo se contabiliza en correlación con el cemento, es decir, para producir una tonelada de cemento son necesarias otras 10 toneladas de arena.
Pero, ¿sirve cualquier tipo de arena? En absoluto. La arena empleada para todas la actividades anteriormente mencionadas es arena, como hemos explicado, procedente del lecho marino, ríos o costas. Una arena poliédrica que difiere totalmente de la arena erosionada por el viento que se puede encontrar en el desierto, por ejemplo.
En cuanto a la demanda de este recurso, se prevé que se duplique en las próximas décadas, lo que supone una devastación de los ecosistemas, mayor nivel de delincuencia organizada y, por ende, de violencia. De hecho, un informe de 2019 del PNUMA, con sede en Kenia, sobre la arena y la sostenibilidad, afirma que la trazabilidad de la arena en las cadenas de suministro dentro del sector de la construcción es extremadamente débil y que la crisis de la arena ha sido pasada por alto. Y es que, en definitiva, lo que se resume en este estudio es que, si no se puede rastrear la arena, no se puede certificar la ‘arena sostenible’, lo que explica por qué la certificación de la cadena de suministro en el sector de la construcción está aún ‘muy verde’.
Los mercados de la arena
En la actualidad, China – de donde gran parte de la arena utilizada para la construcción procede del lago Poyang, el mayor lago de agua dulce del país y reserva natural nacional- Indonesia e India lideran hasta el momento el negocio de extracción de Lena. De hecho, el gigante asiático acapara el 58% de la arena con la que se produce el cemento a nivel global. Un ejemplo devastador resulta ser el de la extracción de pequeñas islas tan solo por su arena en el sudeste asiático. Un dato curioso resulta ser que China empleó más cemento entre 2011 y 2013 que Estados Unidos durante todo el siglo XX.
Por ello, el gigante asiático, que se encuentra entre la espada y la pared frente a la escasez de arena en el mundo, ha decidido triturar rocas de granito hasta obtener pedazos diminutos con el objetivo de crear elementos sustituyentes, según informa el medio local South China Morning Post. Según las cifras – no contrastadas por organismos supranacionales- de la Asociación China de Áridos, más del 90 % de la arena y la grava utilizada en el país asiático en 2019 era artificial. Por otro lado, en otros países como Dubái o Singapur, la escasez de arena en las obras de construcción, obliga a que ésta tenga que ser importada.
Pero para entender la magnitud de la problemática a la que nos enfrentamos es importante tener en cuenta el siguiente dato: según un informe emitido en el portal de noticias NPR de 2017: estamos arrancando bosques y tierras de cultivo para conseguir más arena. Una situación insostenible para el futuro medioambiental.
Alternativas sostenibles
Desde algunos centros de estudio se plantean cuestiones interesantes como es la iniciativa que plantea el think tank Chatman House, que se compromete a investigar y crear un sistema que emplee para la construcción el 100% de arena reciclada en 2050.
Para que la humanidad reduzca su consumo global de áridos, que actualmente se estima en 50.000 millones de toneladas al año – equivalente a la construcción de un muro de 27 metros de ancho y 27 metros de alto alrededor del planeta- a niveles responsables y se haga la transición a un sistema de arena más sostenible, habrá que entender mejor el funcionamiento de ese sistema. Por ello, es importante prestar atención a algunos estudios como el “Sustainability of the global sand system in the Anthropocene”, publicado por la científica Aurora Torres, investigadora en la Universidad de Michigan (Estados Unidos).
En él hace hincapié en la necesidad de obtener una perspectiva más amplia de la problemática. Según Torres: “Si sólo nos centramos en los lugares de extracción de arena, obtendremos una imagen incompleta del problema y nuestras soluciones podrían llevar a desplazar el problema a otro lugar. La extracción de arena está impulsada por la demanda de materiales de construcción en zonas urbanas o para proyectos de infraestructuras. Observar toda la red de suministro de arena nos permite obtener una comprensión holística de las tensiones que sufren tanto la naturaleza como las personas a lo largo del tiempo y el espacio e identificar los flujos de suministro más eficientes”.
De hecho, la científica también señala que la industria de la arena es especialmente difícil de regular porque está dominada por pequeñas y medianas empresas. Por ejemplo, los diez principales productores combinados representan menos del 5% de la producción mundial. El sector es en gran medida informal en muchos países por lo que es, precisamente esta mentalidad, como hemos comentado, la que ha atraído a las organizaciones de crimen organizado hasta este sector de extracción. Son las ‘mafias de las arena’.
Pero, ¿cómo evitar el consumo de este recurso natural? Según un informe publicado por Naciones Unidas sobre Arena y Sostenibilidad, “la evitación del consumo irresponsable de arena debe diseñarse en nuestros proyectos de infraestructuras, proyectos de construcción y productos industriales desde el principio”. ¿Cómo? Por ejemplo, diseñando edificios más ligeros que requieran menos hormigón; emplear materiales tradicionales como la madera u opciones no tradicionales que surjan de la innovación; emplear infraestructuras verdes; readaptar edificios antiguos o la reutilización de los materiales de los edificios.
Algunos expertos en Alemania ya se encuentran investigando si se puede adaptar la arena del desierto, redondeada, a través de tratamientos térmicos para producir material de construcción. Por tanto, la innovación tecnológica y el desarrollo de un sistema de reciclaje en la industria de la construcción, como hemos mencionado, son los dos pilares en los que se apoya la ciencia para dar respuesta a la escasez de arena en el mundo y una alternativa al crecimiento de las ciudades y las medidas de mitigación del cambio climático.
Y es que, la arena no deja de ser un actor fundamental para la protección contra las mareas de tempestad, asegurando hábitats naturales saludables para una variedad de especies y protegiendo contra la erosión las laderas, los ríos, o los océanos, o la salinización de los acuíferos, por ejemplo. A este respecto lo que reivindica el PNUMA es que se establezca una norma internacional para la extracción de arena de los entornos marinos, y pide que “una autoridad central haga un seguimiento del uso de la arena en el mundo y promueva otros materiales”. La crisis de la arena está aquí y, a menos que lo impidamos, va a seguir evolucionando hasta destruir drásticamente nuestros ecosistemas.