Repsol saca a la venta una gasolina con la que ayudarás a frenar el cambio climático
Ya puedes conducir tu coche de gasolina sin cargos de conciencia medioambientales, y se lo debes a Repsol. El gigante energético posee un laboratorio al suroeste de Madrid en el que ha conseguido un pequeño milagro: producir una gasolina, a un precio asumible, y cuyo uso contribuirá a la lucha contra el cambio climático. Porque el CO₂ que emitirán los vehículos que la utilicen será el mismo que ya hayan capturado las materias primas con las que se fabrica —de origen vegetal y residual— durante su crecimiento.
Este combustible sintético creado sin la presencia de hidrocarburos no contamina, o al menos no tiene efecto en la atmósfera, Aunque sí que emite gases nocivos durante su combustión, se compensan al recapturarlos en la vida previa de sus componentes químicos. Primero fue el gasoil, que atiende a un proceso químico más sencillo, y ahora le ha tocado ahora el turno a la gasolina. Los técnicos del Repsol Lab han logrado generar, con tecnología propia, un combustible que apenas manda al cielo nuevo CO₂.
Inversiones en I+D
No se trata de un combustible mágico que elimina del todo los gases contaminantes, pero al menos no añade más a lo que ya hay vertido sobre nuestras cabezas. La compañía Repsol realizó una fuerte apuesta, con inversiones multimillonarias, en la búsqueda de una alternativa al mix energético que hoy usan los derivados del petróleo. De vender gasolinas van a pasar a vender energía, que se parece mucho, pero no es lo mismo, y todo con la meta de las cero emisiones en 2050.
Ya llevan electricidad a nuestros hogares, o a los cargadores de coches eléctricos. Pero sus rectores entendieron que la descarbonización de la movilidad no podía pasar de manera fácil y automática a la electrificación. Siempre pensamos en coches, que es lo que nos toca de cerca, pero no queda claro que esta electrificación sea tan sencilla en camiones, trenes, barcos, o aviones.
Con este escenario, sus siguientes pasos se encaminaron hacia lograr combustibles líquidos sin la presencia de petróleo. Se matan varios pájaros de un tiro: se fomenta la tecnología nacional, se elude la dependencia de actores externos, se liquida la importación de petróleo venido de lejos, se pueden controlar mejor los precios, y se consigue una autonomía política mecida por mareadas internacionales. En resumen: independencia energética.
Para ello están en mitad de un costoso proceso de transformación de sus factorías, o la construcción de otras nuevas. Dos ejemplos son la de Cartagena, de la que tienen previsto obtener 250.000 toneladas de combustible renovable, se inaugurará en unas semanas, y la de Puertollano, de un calibre similar, comenzará su producción en 2025.
Pero… ¿De dónde sale este combustible?
De la basura. Repsol lo obtiene de la basura, literalmente, de cosas a las que hoy día no damos valor alguno. Hasta ayer, la despreciábamos o la quemábamos sin beneficio alguno, y esto va a cambiar. Si se mira el petróleo al microscopio, dentro tiene carbono, oxígeno, y decenas de componentes químicos que a nivel molecular se encuentra en más lugares.
Repsol agita la economía circular, y obtiene su producto de aceites de cocina usados, residuos agrícolas y restos vegetales —que a partir de ahora no se van a quemar en el campo sin más—. Resumiendo mucho, recaudan estos restos mediante una nueva cadena logística, descomponen lo recogido a un muy bajo nivel químico, mezclan sus componentes con agua, y obtienen combustible; así de fácil, y así de complicado.
Desde hace poco y hasta ahora solo hacían el equivalente energético al gasoil, y la experiencia es excelente. Las modificaciones en los vehículos que la usen es cero. Ninguna. Cambiar un surtidor por otro.
Planes de expansión
Tienen distribuido ese combustible en 60 estaciones de servicio repartidas por toda España, y en la hoja de ruta está que sean 600 ante de acabar el año. Se suman ahora tres puntos para comercializar una gasolina equivalente a la Super de 95 octanos. Los tres en Madrid, en Hipódromo, Arturo Soria y Herrera Oria, aunque irán a más. Es tan nueva que aún no tiene ni nombre, y de momento, se denomina Gasolina 100 % Renovable, aunque esto cambiará a nivel comercial. Si todo funciona como se espera, en el futuro estará en las 3.300 estaciones de servicio de la compañía.
A día de hoy el gasoil 100 % renovable no ha calado del todo en el imaginario público, aunque la compañía tiene acuerdos con empresas logísticas y de transporte, que se muestran satisfechas. La diferencia de rendimiento es inapreciable, los conductores afirman no notar nada en especial, y las empresas pueden avanzar en lo sostenible a cambio de un desembolso muy limitado. Una de las claves del éxito de este combustible es, como no, el precio.
¿Qué cuesta?
Agoreros y defensores a ultranza de otras opciones lanzaron al aire como si de una maldición egipcia se tratase la idea de que este combustible sería carísimo de producir. Han de saber que se equivocaron. En principio, Repsol cobra entre 20 y 25 céntimos más por su gasolina que la de aquella a la que desplaza —más bien complementa—. La gasolina con un poder energético equiparable a la Super 95 viene a costar lo mismo que la gasolina Efitec de 98 octanos que se puede echar en el surtidor de al lado.
Podría parecer un precio político, de lanzamiento, pero a día de hoy apenas se genera cantidad de este combustible y la mayoría en un laboratorio. Cuando la producción alcance niveles industriales y relacionados con la economía de escala, se espera que sea un precio equivalente con un pero, un pero positivo: la fiscalidad.
Sin ventajas fiscales… de momento
Los nuevos combustibles dejan sobre la mesa un melón por abrir: sus impuestos. Los hidrocarburos están sometidos a una fuerte presión impositiva en España. Casi la mitad de lo que se paga en la caja de las gasolineras son impuestos; aproximadamente un 48 % en el caso de la gasolina, y un 42 en el gasoil.
El que queda muy lejos de esta suma es el Gas Licuado del Petróleo, conocido como GLP. Aporta un rendimiento algo inferior a sus hermanos, aunque cuesta la mitad. Su carga impositiva ronda el 22 % debido, entre otras cosas, a que se le considera un combustible poco contaminante, con lo que obtiene otras ventajas.
Si el GLP paga menos tasas por emitir menos gases nocivos, ¿por qué no debería tener un tratamiento similar, el combustible renovable? Si un coche eléctrico puede pasearse sin pega alguna por las llamadas de Zonas de Bajas Emisiones, ¿por qué no podría hacerlo un vehículo de combustión que apenas emitiese gases contaminantes sin el fin último es equiparable?
Nueva situación, nuevas medidas
La respuesta en este sentido puede llegar a través de un nuevo sello, adscribirse al ECO mediante algún tipo de certificación de uso, o cambiar el boquerel de llenado para asegurarse de manera física que solo se le carga combustible ecológico. Las autoridades tendrían que pensarse esto.
El resultado final de todo este esfuerzo es una suma de beneficios, ecológicos, económicos, industriales, el más práctico de todos: prolongará la vida a los actuales vehículos de combustión más allá de 2035 sin que el planeta se vea dañado. La tecnología montó todo este jaleo, y será la tecnología la que lo resuelva. Parece que el mundo se va a mover gracias a algo nuevo.
FUENTE: The Objective