El negocio minero del futuro que junta millones en inversión: de qué se trata
Las dificultades técnicas y los costos elevados hacen que, por ahora, las mineras espaciales no embolsen minerales sino financiamiento de inversores.
Un pequeño fragmento del Piguem Nonralta descansa sobre el escritorio de Matt Gialich. Esta esfera metálica del tamaño del hoyo de una rosquilla fue descubierta en la Argentina en 1576 cuando los conquistadores españoles buscaban mineral de hierro y se toparon con los restos esparcidos de una lluvia de meteoritos de hace 4000 años.
Piguem Nonralta es el nombre que los indígenas daban a los cráteres causados por asteroides, y quiere decir «campo del cielo». Gialich, el emprendedor de 37 años al frente de la startup que busca minerales en asteroides, mantiene el trozo ancestral en su oficina de Pasadena, California, como un recordatorio de las ambiciones celestiales de su empresa.
«Son fuentes muy, muy lucrativas de minerales», advierte Gialich mientras sostiene el fragmento a la altura de los ojos. Los meteoritos contiene hierro y rastros de elementos como iridio, uno de los minerales mas raros en la corteza terrestre. Su compañía, AstroForge Inc., es una de las varias startups que estudiaron la composición metálica de asteroides caídos y ahora quieren rastrearlos en el espacio exterior.
La idea no es nueva. Hace décadas las mineras espaciales tratan de cosechar metales al tiempo que captan montañas de dinero de inversores notables como el creador de Titanic, James Cameron, o Larry Page, de Google. De momento ninguno lo consiguió. La mayoría de las mineras espaciales quebró o fue vendida a firmas más grandes. Planetary Resources, una activa startup que atrajo unos US$ 50 millones en financiamiento para extraer metales y agua de asteroides cercanos, se hundió tras un decenio de existencia y finalmente fue adquirida en 2018 por una firma de blockchain.
Pero los capitales siguen ingresando en los emprendimientos de minería espacial. AstroForge recaudó US$ 13 millones en 2022 para lanzar dos misiones al espacio. Lunar Outpost, una startup de Colorado nacida en la Escuela de Minería de ese estado norteamericano que diseña tecnología de prospección minera, embolsó US$ 12 millones el año pasado para desarrollar una línea de exploradores lunares.
El sector se vio impulsado por recientes misiones exploratorias como la Osiris Rex, de la NASA, que en septiembre obtuvo muestras de un asteroide cercano y las trajo a la Tierra para que sean estudiadas. Los cazadores de minerales espaciales también se beneficiaron de iniciativas de la NASA para financiar investigaciones en minería de asteroides y hasta de la inclusión de un curso de minería de asteroides en la Escuela de Minería de Colorado. Neil deGrasse Tyson anticipó alguna vez que el primer «billonario» habría de ser «la persona que explote los recursos naturales de los asteroides».
El entusiasmo de los astro mineros también refleja una realidad terrenal: los depósitos de elementos de tierras raras y metales del grupo del platino (o PGM en inglés) son difíciles de encontrar, y más complicados de transformar en minas. Se utilizan en todo tipo de productos, desde empastes dentales hasta catalizadores. El iridio, que se emplea en bujías, es tan raro que cada año sólo se producen unas tres toneladas, señalan en la Real Sociedad de Química de Londres. La industria minera ha advertido repetidamente que se precisan de más minerales clave para cumplir con la demanda de productos limpios como vehículos eléctricos, paneles solares y turbinas eólicas.
Algunas startups han buscado recolectar materiales en asteroides y llevarlos a la Tierra para refinarlos, aunque la cantidad más grande obtenida fueron 250 gramos por parte de la misión Osiris Rex, lo que torna improbable una cosecha considerable. AstroForge quiere desarrollar tecnologías plenamente automatizadas que a un tiempo puedan recolectar minerales de asteroides y refinarlos antes de volver con el producto terminado. El concepto activó el interés de la NASA, donde su Programa de Transferencia de Tecnología incluye una patente para sistemas de refinamiento «modulares» en el espacio.
Pero subsiste un generalizado escepticismo en cuanto a que en un futuro previsible la minería pueda ir más allá de la ciencia ficción. Aunque el costo de la exploración espacial ha descendido drásticamente -la NASA sostiene que el costo de lanzar cohetes se redujo en un 92 por ciento entre 2000 y 2018- el gasto de extraer recursos galácticos sigue siendo astronómico.
Los precios de los metales como platino o paladio tendrían que dispararse para que los emprendimientos fueran redituables, y hay pocos indicios de que los mineros de asteroides puedan extraer metales suficientes para suplantar de manera significativa a la minería terrestre. Javier Blas, columnista en Bloomberg Opinion, calculó hace poco que el precio de un metal precioso como el oro tendría que multiplicarse por 140.000 para que la astro minería fuera rentable.
«Extraer metales preciosos de asteroides en los próximos diez años es sencillamente una locura», asegura Joel Sercel, director ejecutivo de TransAstra, una startup de logística espacial que recientemente obtuvo un contrato con la NASA para producir tecnología que capture residuos galácticos. TransAstra está haciendo intentos similares para identificar y extraer recursos en el espacio, aunque Sercel admite que no será fácil cumplir con sus metas.
Aun así el escepticismo no ha disuadido a muchos directivos del espacio, quienes señalan los rápidos avances en la tecnología y las innovaciones aportadas por firmas como SpaceX, de Elon Musk, como ejemplos de lo que puede hacerse. A comienzos de 2023, AstroForge anunció planes de lanzar una misión en octubre para probar cohetes en el espacio y una segunda en 2024 que enviaría un vehículo llamado Brokkr-2 en una travesía de nueve meses a un asteroide remoto. Ante el advenimiento de las más económicas misiones «compartidas» que ofrece SpaceX, Gialich dice que con el tiempo la astro minería se volverá cada vez más plausible.
«Seamos sinceros en lo que estamos haciendo y en lo que podría ocurrir: el costo de lanzar al espacio ha caído dramáticamente en los últimos diez años -apunta Gialich-. Queremos mostrar que esto es diferente».
Fuente: Cronista