Gas: Bolivia y un adiós al mayor exportador de gas de la región
Todo esto sugiere que en un escenario boliviano de producción y reservas a la baja, Vaca Muerta emerge como el nuevo proveedor de energía del Cono Sur.
La oferta y demanda regional de gas natural ha experimentado cambios significativos en el último año. El cambio de rumbo actual se debe, por un lado, al crecimiento de la producción de Vaca Muerta, que puede cubrir una demanda de más de 60 MMm3 respecto al esquisto neuquino, y, por otro, a la caída de la producción de gas boliviano. y reservas, que actualmente se sitúan por debajo de los 35 MMm3/día.
Utilizar la infraestructura de gasoductos ya existente, como el segundo tranvía del Gasoducto Néstor Kirchner, y revertir el Gasoducto del Norte operado por TGN para llegar a la frontera con Bolivia, podría acelerar el proceso. En este contexto, los expertos garantizan que este tipo de inversiones podría ser impulsado por el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI).
Se calcula que, hasta el año 2029, Bolivia podría afrontar apenas su mercado interno y satisfacer una demanda de 13 MMm3/d. Esta tendencia sería complicada de reexaminar, dado que los últimos reportados de pozos no han mostrado beneficios comerciales.
Álvaro Ríos Roca, un experto en hidrocarburos y director socio de Gas Energy Latinoamérica, señaló las razones pertenecientes a las que explican a Bolivia su desabastecimiento aunque era el corazón energético exportador del Cono Sur.
«En 2029 Bolivia va a exportar la última molécula de gas a Brasil. Hoy estamos al borde del colapso. Con las proyecciones actuales vamos a ser un país importador de gas natural en los próximos 5 años», dijo acompañado por el periodista Fernando Meiter, durante una presentación sobre la crisis energética boliviana y su analogía con Argentina.
El rojo en la balanza comercial se debe, según Ríos Roca, a las malas políticas energéticas de los últimos años, que impusieron un modelo pro-nacionalista y estatista, ahuyento a inversores con alta carga impositiva y subsidios en el mercado interno.
«Creíamos que los recursos no se iban a agotar nunca y resultó todo el contrario. Hoy importamos cerca del 85% del diesel, 50% de las gasolina y este año el país va a importar GLP en grande cantidades, lo cual será un duro golpe para la economía boliviana», se lamentó.
El punto de quiebre de la relación con el sector privado se agravó cuando, en el año 2005, «el Gobierno de Evo Morales decidió romper con todos los contratos con los operadores, elevamos los impuestos en boca de pozo al 50%, lo cual generó una gran inseguridad jurídica y esto impactó en una caída de las inversiones».
«Bolivia está condenada a importar energía durante mucho tiempo. Es una ecuación que va a erosionar la economía en el corto, mediano y largo plazo», expresó y recomendó un cambio en la política regulatoria con el apoyo de una ley que impulse las inversiones energéticas en el sector de hidrocarburos.