Alicia Kirchner, YPF y una puja por US$ 1.000 millones en el negocio petrolero
Los expertos petroleros del peronismo, que son muchos y no están alineados con el Instituto Patria, reconocen a Alicia Kirchner como una gobernadora celosa de las cuentas públicas y que a través de los años mejoró la relación con su cuñada.
En la amistad entre ambas mujeres, Cristina es vista como la fuerte que no puede evitar la confrontación y Alicia, como la débil que no puede evitar eludirla. La descripción de la gobernadora recuerda al compositor ruso Dmitri Shostakóvich que Julian Barnes pintó como un técnico de supervivencia.
Lo cierto es que Cristina premió a Alicia con el manejo de YPF al designar a Pablo González, del riñón santacruceño y demasiado vinculado a las pymes de servicios petroleros en Santa Cruz y Chubut.
La salida de Guillermo Nielsen en medio de una renegociación encarada por la monumental deuda de la petrolera y cuya adhesión vence el 31 de este mes, generó cortocircuitos en la coalición de gobierno. Nielsen tuvo una participación lateral en la tarea que recayó en el CEO financiero, Alejandro Lew. Y si bien Nielsen tuvo buena sintonía con el CEO Sergio Affronti, nunca confraternizó con el directorio político de la petrolera y tampoco, con sus diez vicepresidentes, en especial con los puestos por La Cámpora.
El consuelo que le ofrecieron, la Embajada en Arabia Saudita, es en la ilusión de conseguir petrodólares. El sucesor González, por su parte, anticipa roces con el secretario Darío Martínez cuya gran ambición es ser gobernador de Neuquén, algo de lo que ya tomaron nota las petroleras. Martínez podría considerarse un “albertista”. Y con González se completa una línea K expresada en las figuras de Federico Bernal y Federico Basualdo, ambos interventores en los entes de control de la luz y del gas respectivamente.
Entre tanto, Máximo Kirchner se ocupa de una pelea en ciernes: el futuro de la ley de biocombustibles. La norma vence el 12 de mayo y ha desatado un intenso lobby. Es comprensible, si se tiene en cuenta que con el corte de nafta y gasoil con el etanol de maíz o de caña de azúcar y el biodiésel del aceite de soja, las petroleras dejan de percibir en el surtidor unos US$ 1.000 millones al año al precio del petróleo sin impuestos.
Máximo se reunió con los industriales del biocombustible y prometió prórroga. Choca con los petroleros, que contrataron al ex ANSeS, Diego Bossio para que los ayude en el Congreso. Massa duda frente a la presión a favor de los biocombustibles de los gobernadores de Tucumán y Córdoba. Claudio Molina, CEO de la Asociación de Biocombustibles, le dijo al joven Kirchner que “abandonar la política de biocombustibles representará un error histórico cuyo costo será enorme”.
En su visión, la resistencia de las petroleras a la tendencia global al compás del cambio climático, es que ellas mismas buscan reconvertirse y producir los biocombustibles. En Brasil, Petrobras lo está intentando.
A todo esto, en la venta del 51% de Edenor en trámite de aprobación por los reguladores de Cristina, sigue dando vueltas el bajo precio pagado (US$ 100 millones) por el trío Manzano-Vila-Filiberti. Para algunos, simboliza el valor de remate de los activos argentinos.
En la Bolsa, el 100% de la mayor distribuidora eléctrica de la Argentina araña US$ 150 millones. En estos meses, la acción de su hasta ahora controlante Pampa de Marcelo Mindlin se derrumbó de US$ 72 a US$ 12. Otro dato incómodo: Petrobras está un 23% por debajo de los valores de junio de 2019. YPF, un 75%.
En este contexto, pocos recuerdan que Martín Guzmán es el jefe del secretario de Energía. En el Palacio de Hacienda se escucha silencio. Dejan trascender que Guzmán está atado al Presupuesto y al programa de largo plazo con el FMI como Ulises al mástil del barco.
Allí creen que la inflación será mayor en el primer semestre que tendrá alza de tarifas siempre en función de una fórmula que contempla que esos subsidios, como reza el Presupuesto, no deben superar el 1,7% del PBI.
Las fichas están en la generación de divisas y se observa al campo como el principal multiplicador de dólares. Dicen que Guzmán lo recuerda en sus charlas con Máximo Kirchner y Cristina. En su entorno confían que el acuerdo con el FMI verá la luz en mayo, tal vez junio. Y buscan bajar el déficit a 4,5% y a financiarlo más con deuda que con emisión. Como sus antecesores, Guzmán piensa que la emisión va al dólar y provoca inflación.
En un despacho de madera y mármol sede de una exportadora invadida por el pesimismo se preguntan cómo se llega a las elecciones de octubre si no sale el acuerdo con el FMI y sin dólares. Daniel Funes de Rioja, titular de las alimenticias, está preocupado por aclarar que los alimentos a salida de fábrica aumentaron menos que la inflación.
La cadena comercial parece inabarcable con 270 mil puntos de venta en todo el país y Marcela Cristini, de FIEL, sostiene que el 70% del precios de los alimentos se explica desde la salida de la fábrica a la llegada a la góndola en medio de una catarata de impuestos. “La incidencia de la materia prima es del 10 al 30% a lo sumo”, dice. Paula Español, la secretaria de Comercio, quiere liberar los precios máximos, que en realidad son precios congelados desde hace más de diez meses. Su otro programa de precios cuidados se cumple en las grandes cadenas que son el 30% de la comercialización.
Entre los empresarios, y no sin cierta desazón, se comenta que el mundo vive un proceso de consolidación de negocios. Las compañías tienen menos ingresos y se reducen. De esto se hablará en el Foro de Davos, que lleva como lema “el gran reinicio” y en el que expone Alberto Fernández, rompiendo la tradición de los gobiernos kirchneristas.
Una excepción son las tecnológicas. Sergio Kaufman, con la batuta de Accenture en la región, sorprendió con la compra de Wolox, fundada por ingenieros del ITBA y experta en diseño digital para la que Accenture es una palanca de crecimiento global. Allí auguran más exportaciones de la industria del conocimiento que puede competir en Europa y EE.UU. en inteligencia artificial para procesos y ciber seguridad. Kaufman insiste en que en Argentina sobran oportunidades y “falta un modelo económico para compartir”.
Fuente: Clarín.