Aluar comprometió inversiones de cerca de U$S 1000 para aprovechar el boom del aluminio
A cambio del congelamiento del precio que paga por la electricidad, la empresa comprometió inversiones, que está definiendo en estos días y podrían llegar a los u$s 1000 millones. Planea llegar en seis meses al 100% de su capacidad, traccionado por exportaciones a los Estados Unidos
El miércoles 13 de octubre, Javier Madanes Quintanilla visitó por segundo día seguido la Casa Rosada. Había estado el martes, como uno de los empresarios nacionales a los que, en un almuerzo de tres horas, Alberto Fernández intentó sembrarles confianza en su administración. Esta vez, Madanes volvió a reunirse con el Presidente, además del Ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y, fundamentalmente, el Secretario de Energía, Darío Martínez. Con estos dos funcionarios, el empresario anunció un acuerdo que le permitirá a Aluar, la fabricante de aluminio de su familia, alcanzar el 100% de su capacidad de producción, justo en un momento en el que el precio internacional del metal que elabora en Puerto Madryn atraviesa su mejor momento en 13 años.
Un punto clave del convenio, según se difundió, es «un compromiso de fuerte inversión en matriz energética» por parte de la compañía. Ese desembolso sería un nuevo parque eólico, de por lo menos, 550 megawatts de capacidad, más del doble del que tiene en la actualidad. En estas horas, sus ejecutivos están definiendo el monto del desembolso, que podría orillar los u$s 1000 millones, en función de los actuales costos de este tipo de proyectos.
Aluar apunta a incrementar en 106.000 toneladas su producción, lo que elevará sus exportaciones en u$s 250 millones. En su último año fiscal, cerrado el 30 de junio, facturó u$s 460 millones por sus despachos al exterior. «Como todo proceso industrial como el nuestro, que es electrointensivo, será un aumento progresivo. Empezamos ya. Pero nos llevará seis meses alcanzar ese potencial», cuenta Madanes. Apunta que ya comenzó la incorporación del personal que ocupará los 600 puestos nuevos que se crearán. Al 30 de junio, la empresa tenía 2142 empleados. Por la pandemia, unos 350 estuvieron licenciados de trabajar. Formar a un operario de Aluar demanda de cuatro a seis meses de entrenamiento.
La planta de Aluar tiene capacidad para 400.000 toneladas anuales; hoy opera al 75%
Al primer bimestre de 2021, Aluar había logrado llegar al 70% de su capacidad, que es de 460.000 toneladas por año. Para junio, alcanzó el 75%. La principal restricción para dar el salto era el diferendo de la empresa con el Gobierno por el precio a pagar por la energía que consume.
La producción de aluminio es altamente intensiva en el uso de electricidad. En su último ejercicio anual, Aluar consumió 4,63 millones de megawatts por hora (MWh); el 93%, para su proceso de electrólisis. Obtuvo 2,1 millones de su generadora térmica propia y 434.366 de su parque eólico. Compró 11.219 en el mercado spot y el resto, cerca de otros 2,1 millones, a Cammesa, la empresa mixta que administra el mercado mayorista eléctrico. Con una salvedad: Futaleufú, la hidroeléctrica chubutense cuya concesión tiene el grupo, aporta prácticamente la misma cantidad al sistema.
En el contrato de concesión, de 1995, se estableció que Aluar tiene un precio preferencial sobre la energía que genere esa central. En 2017, acordó con el gobierno de entonces un precio de u$s 17 por Mwh. Algo que estuvo cuestionado en los últimos tiempos y el pacto sellado días atrás con el Gobierno volvió a honrar. «Lo único que pedimos fue el respeto al contrato. Nada distinto a eso. Y, después, esperar al fin de la concesión, en 2025. Recién ahí, se discutirá cómo sigue operando Futaleufú», explica Madanes. Agrega que, el año pasado, Aluar pagó un costo promedio que fluctuó entre u$s 30 y u$s 38 por Mwh. «Estamos en la media del costo económico de las 180 plantas productoras de aluminio en el mundo», asegura.
Aunque no estuvo sobre la mesa en el diálogo con el Gobierno, hubo otro factor que sumó incógnitas a la ecuación energética: la caída por una tormenta de nieve de 57 torres de alta tensión que transportaban energía de Futaelufú a Madryn y cuya reparación llevó largas deliberaciones con las autoridades.
«Lo de las torres nos llevó mucho tiempo. Tuvimos que ponernos nosotros al frente de la obra. Ahora, tenemos que ver cómo repartimos la factura», refiere Madanes. El costo fue de más de u$s 10 millones mensuales de energía sin generar, dimensiona.
PRECIO RÉCORD
Cuando Aluar cerró su balance, en junio, consignó que el precio internacional del aluminio estaba en u$s 2500 por tonelada. «El consumo mundial del metal ha mostrado un importante crecimiento en los meses recientes y se espera que la tendencia continúe durante el corriente año, a medida en que se vayan recuperando las actividades afectadas por la pandemia», advirtió en su memoria. Para octubre, ya había superado la barrera de los u$s 3000 -su mejor nivel desde 2008- y se proyectó a u$s 3500 para fin de año.
«En este momento, se puede aprovechar una coyuntura internacional que nos permite exportar en buenos términos económicos», reconoce Madanes. Pero aclara que el valor internacional no es de traslado lineal a los contratos de exportación.
«Se está haciendo difícil cerrar precios por la falta de ciertos insumos, los que llamamos aleantes. Existe escasez de muchas materias primas críticas, como magnesio y silicio. Lo que nos cueste conseguirlas que determinará el precio final de nuestro producto», explica el empresario.
A eso, agrega, hay que sumar el aumento de otros costos. «En algunos casos, escandalosos», apunta. El logístico, por ejemplo. «El flete marítimo nos subió de u$s 2700 a u$s 13.000 la tonelada», cuantifica.
En su último balance, Aluar facturó $84.728 millones, contra $95.241 millones de un año antes. Ganó $4641,6 millones. Había perdido $5082 millones a junio de 2020. Produjo 305.683 toneladas de aluminio líquido, 22% menos que en el ejercicio previo. La solidificación alcanzó las 287.051 toneladas, un recorte del 23,7%. De sus ingresos, $3400 millones fueron por su negocio de generación eléctrica.
Sus exportaciones cayeron 40%, a 210.042 toneladas. Los envíos a los Estados Unidos se redujeron 34%, como consecuencia de las restricciones entonces vigentes al ingreso sin arancel de aluminio argentino, limitado a 180.000 toneladas por año calendario. «Hoy, no hay temas de eso», advierte Madanes. De hecho, los Estados Unidos traccionan la mayoría de la producción que se logrará con la planta de Madryn llegando al máximo de su potencial. «Es el mercado más predecible, con el que se pueden hacer contratos más sustentables, de largo plazo», explica.
Pese a que la demanda global es sólida, los embarques todavía no están asignados por esa dificultad para definir el precio. «Vamos cerrando contratos por períodos. Estamos cerrando la mayoría ahora», indica.
Es que, a esa incertidumbre global sobre disponibilidad de insumos, se suma el riesgo argentino. «Estamos ejecutando las tareas de mantenimiento para adecuar lo que hay que hacer para que la planta pueda llegar a su nivel óptimo de producción. Pero eso es lo que se puede planificar. Lo que más me preocupa no es lo previsible», afirma.
La onda verde de inversiones en energías renovables por la que la Argentina aceleró a partir de 2016 se frenó en los últimos dos años por dos factores: la falta de financiamiento y las restricciones a la capacidad de transporte. De hecho, hay cerca de 1500 Mw varados por más de una decena de proyectos que, directamente, ya no se harán y los principales players pugnan por liberar esa capacidad bloqueada para avanzar con iniciativas propias.
«La inversión en infraestructura eléctrica, en transporte desde esta parte de la Patagonia al norte, es un tema», reconoce Madanes. Aluar lanzó su actual parque eólico en 2017, con una inversión proyectada de u$s 815 millones. Ahora, pese a la coyuntura, confía en obtener los u$s 1000 millones que insumiría el segundo. «Todavía hay cajas a las que ir en los organismos multilaterales de crédito», dice. «No es fácil», admite. «En eso, sí que es algo en lo que ayudará mucho que el Gobierno llegue a un acuerdo con el Fondo», concluye.
Fuente: El Cronista