Argentina Penélope | La energía, el combustible del desarrollo con potencial para poner al país entre los mejores del mundo
Los especialistas aseguran que el sector puede llevar a incrementar considerablemente el PBI del país y contribuir a reducir la pobreza. Las necesidades, las trabas y la esperanza de una actividad clave para el futuro.
Un mundo sin energía no es posible: aunque no la veamos, es el insumo que hace que lo que está a nuestro alrededor funcione. Es imprescindible, pero al estar en todos lados, es fácil perder de vista el largo proceso por el que se la obtiene. Para desarrollar todo su potencial necesita de recursos naturales, talento y, sobre todo, inversiones, algo que, en la Argentina Penélope, no es fácil de conseguir.
Para el periodista José Crettaz, la Argentina tiene todas las condiciones para que los grandes jugadores de la actividad apuesten al desarrollo en el país. Sin embargo, para que eso pase, es necesario que haya un cambio de visión integral en el corto y mediano plazo.
En el sector energético hay algunos grandes jugadores mundiales, empresas medianas y un universo de pymes que viven de proveerles productos y servicios. En el país, todo ese ecosistema se movió en los últimos años al ritmo de Vaca Muerta, una formación rocosa que se extiende por 30.000 kilómetros cuadrados y da origen al petróleo y gas no convencional de la cuenca neuquina.
Se trata del segundo reservorio de gas no convencional más grande del mundo y el cuarto de petróleo, también a nivel internacional. Según el economista y estudioso de la materia Ricardo Arriazu, con un ritmo de explotación importante, Vaca Muerta puede llevar a incrementar considerablemente el Producto Bruto Interno (PBI) de la Argentina y a reducir factores claves como la pobreza.
Vaca Muerta
En el corazón de Vaca Muerta, a casi 1200 kilómetros de Buenos Aires, está la ciudad de Añelo, testigo principal del crecimiento -y también del estancamiento- de la reserva. “El boom le cambió la vida al lugar”, aseguran los residentes. Fue tan grande ese impacto que, en ocho años, se cuadriplicó su población total: pasó de tener 2250 habitantes en 2010, a más de 8000 en 2018.
“Vaca muerta no es una promesa, es una realidad”, sostienen en cada rincón de la ciudad. Tiene un potencial tan grande que, para el presidente de la Sociedad Austral de Electricidad (Saesa) Juan Bosch, podría convertirse en “un jugador gasífico grande a nivel mundial”.
En el yacimiento hay más gas no convencional que en Rusia y más petróleo no convencional que en Venezuela. Tiene reservas por 27 mil millones de barriles, al mismo nivel que Emiratos Árabes, China, Rusia y los Estados Unidos. Aún así, durante una década, la Argentina necesitó de un barco regasificador para importar gas.
Es que la Argentina Penélope, esa que teje y desteje su desarrollo, también deshace lo construido en este sector. Entonces, algo que entusiasmaba a trabajadores, pueblos enteros y empresas gigantes nacionales y mundiales, puede cambiar drásticamente de la noche a la mañana.
Todo el horizonte alentador que enfrentó Vaca Muerta se puso en pausa con la tormenta económica de 2018, que marcó el fin de la ilusión del gradualismo. Así, todo lo que se había tejido desde 2011 empezó a ponerse en duda y a deshacerse a una velocidad abrumadora.
Ese freno se refleja en los pozos terminados para extraer petróleo: en julio de 2019 había 21; en octubre del mismo año, aumentó a 28: en abril de 2020, se derrumbó a uno y en junio, había solo dos.
La situación es alarmante. Para el economista Fernando Marengo, Vaca Muerta no es una oportunidad, sino una necesidad. “Si uno cuantifica las reservas argentinas de petróleo y gas, sin contar este reservorio, tendríamos unos 10 años de abastecimiento”, graficó.
“Cuando uno ve la magnitud de los recursos de Vaca Muerta, se ve que la roca es muy rica y, si eso se cuantifica, se puede decir que son más de 10 PBI de la Argentina o más de 10 años de cosecha agropecuaria”, explicó. “El gran desafío es ver cómo ese potencial se hace realidad”, planteó.
Aunque Vaca Muerta “es una estrella que está deslucida por el contexto”, el consultor Diego Calvetti asegura que, cuando el nivel internacional de precios se acomode, “seguramente volverá a tener la luz que debería”.
Antes, la Argentina hablaba de una superproducción de gas, de la mano de proyectos insignia como Fortín de Piedra, un área de Vaca Muerta. Actualmente, el país se encuentra otra vez ante la posibilidad de tener que importar: frente a esto, el gobierno de Alberto Fernández lanzó el Plan Gas. Para algunos, un alivio. Para otros, apenas un parche.
Una Argentina que no para de destejerse
Más allá de las megaempresas, la energía mueve miles de empleos indirectos, pymes y profesionales que ponen su ilusión en el desarrollo del país. Ellos, que sufren a diario la Argentina Penélope, también se juegan sus esfuerzos e ilusiones.
Todo lo que se había construido a distintos ritmos en Vaca Muerta desde 2011, se destejió en poco tiempo. Algo similar sucedió con los más recientes proyectos de energías renovables. Marengo lo resume así: “La Argentina está viviendo una fuerte crisis de confianza”. “Hace falta restablecer la señal de precios y se necesita un marco de inversión del Estado”, opinó.
Por su parte, el especialista en energía Rubén Caligari hace hincapié en que hay “una gran dificultad de acceso al capital”: “Tenemos que pensar en una ley, una base jurídica para que las inversiones encuentren atractivo entrar en la Argentina”.
El periodista José Crettaz agrega: “Hace falta transparencia, este ha sido un sector dominado por comportamientos poco claros para el público”. “También se necesita estabilidad fiscal, que impacta directamente en las tarifas. En definitiva, lo que se necesita es cambiar el chip”, afirma.
La energía es el combustible del desarrollo, pero la Argentina Penélope logra, también en este sector, plasmar sus decisiones erráticas. Sin embargo, pese a los malos pronósticos, los trabajadores del sector conservan el optimismo y no bajan los brazos. Ninguno titubea al afirmar que el país “tiene un enorme potencial” para posicionarse como uno de los mejores del mundo en la actividad. Mientras tanto, esperan que llegue el día en el que las decisiones de los distintos gobiernos dejen de derribar por la noche todo lo construido durante el día.
Fuente: TN.