Brasil: ¿Lula o Bolsonaro? A quién ‘quieren’ más los inversores internacionales
A los inversores extranjeros les preocupa la política económica del presidente electo, Lula da Silva, más allá de su compromiso con el medio ambiente.
La victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones presidenciales de Brasil desbloqueará una avalancha de dinero de los inversores internacionales que rehuyeron el país bajo el mandato del presidente Jair Bolsonaro por su terrible historial medioambiental.
Esta tesis ha sido moneda corriente este año entre los analistas políticos de Brasil y los comentaristas del extranjero. El propio Lula lo insinuó, acusando a Bolsonaro de dejar al país «más aislado que Cuba» y añadiendo: «Ya nadie quiere venir aquí».
Sólo hay un problema: los hechos cuentan una historia diferente. La deforestación de la Amazonia sí se disparó bajo el mandato de Bolsonaro hasta alcanzar su nivel máximo en los últimos 13 años y muchos países europeos y latinoamericanos rechazaron diplomáticamente al presidente de extrema derecha.
Brasil: el plan económico de Lula que desvela a los inversores
Pero la mayoría de los inversores nunca abandonaron Brasil por preocupaciones Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG) y muchos fueron atraídos durante el mandato de Bolsonaro por los fuertes fundamentals económicos, las altas tasas de interés reales y la postura pro-mercado del ministro de Economía seguidor de Milton Friedman, Paulo Guedes.
«La estrategia preferida de la mayoría de los inversores [bajo Bolsonaro] ha sido la de un compromiso constructivo en lugar de la desinversión», dice Graham Stock, socio de BlueBay Asset Management, que copresidió un diálogo de inversores sobre la deforestación en el gobierno de Bolsonaro. «Como resultado, no es que hay un montón de dinero esperando un cambio de gobierno para invertir».
Los datos cuentan una historia similar. La inversión extranjera de cartera se disparó en Brasil durante 2021 y la mayor parte de este año. Si se observan los flujos de capital de los inversores extranjeros hacia Brasil en relación con el resto de América latina, «el panorama no es muy diferente de lo que hemos visto a principios de la década de 2000», dice Martín Castellano, jefe de investigación de América latina en el Instituto de Finanzas Internacionales. Señaló que «el repunte de la inversión extranjera directa en Brasil ha sido bastante notable»: se disparó a u$s 73.800 millones (hasta septiembre), frente a los u$s 49.900 millones del año anterior.
Luis Oganes, jefe global de investigación de mercados emergentes de JPMorgan, afirma que la proporción de bonos locales brasileños en manos de extranjeros se ha mantenido estable desde finales de 2020, mientras que ha disminuido en otros mercados latinoamericanos.
«Ha habido importantes entradas en la renta variable brasileña en el primer trimestre de 2022 y en agosto y octubre», añade. «Parte de esto se debe a los altos precios de las materias primas». El índice Bovespa ha ganado alrededor de un 16% en el último año, dejando el mercado a un precio de ocho veces los beneficios finales.
¿Cómo podrían los inversores preocupados por factores ASG invertir en Brasil mientras la deforestación se dispara y un presidente de extrema derecha arremete contra los homosexuales?
Muchos gestores de activos utilizan amplios conjuntos de datos para examinar las inversiones en función de criterios ASG y, a pesar de la destrucción de la Amazonia bajo el mandato de Bolsonaro, Brasil obtiene buenas puntuaciones en cuanto a energía limpia (la mayor parte de la electricidad se genera a partir de energías renovables), democracia vibrante y prensa libre.
La promesa de Lula de tomar medidas contra la deforestación ha suscitado la esperanza de que repita el éxito medioambiental de sus dos primeros gobiernos, entre 2003 y 2010. Pero si Lula cumplirá su promesa de «reposicionar a Brasil en el corazón de los inversores internacionales» es una cuestión diferente.
El nuevo presidente se ha comprometido a eliminar el límite constitucional de gasto público para aumentar las ayudas sociales. Ha prometido ser responsable desde el punto de vista fiscal, pero aún no ha dicho cómo pagará sus costosas promesas con un presupuesto estirado en un país que ya tiene una de las tasas impositivas más altas de la región.
Petrobras se convierte en «fútbol político» para las elecciones brasileñas
Los inversores en la empresa petrolera controlada por el Estado, Petrobras, tienen motivos para desconfiar. Durante el último gobierno del Partido de los Trabajadores de Lula, la carga de la deuda de Petrobras se elevó a u$s 130.000 millones en 2015 y la empresa sufrió escándalos de mala gestión y corrupción.
Saverio Minervini, jefe de energía para América latina de Fitch, ha analizado los riesgos del gigante petrolero bajo el mandato de Lula y dice que «dejen a Petrobras en paz». «No hay ninguna razón económica para que el Gobierno influya en Petrobras porque obtiene casi el 1,5% del PBI en [impuestos y dividendos] de Petrobras». Minervini cree que los planes de Lula de construir nuevas refinerías de petróleo le costarían a la empresa entre u$s 20.000 millones y u$s 30.000 millones.
Petrobras será observada de cerca como un barómetro bajo el mandato de Lula. También servirá como recordatorio de que, a pesar de las promesas en materia de ASG, la mayoría de los inversores en Brasil siguen centrándose en los fundamentales de la política económica.
«Más allá de las promesas medioambientales, creo que la clave para que los inversores aumenten sus inversiones en los mercados de renta fija y variable brasileños será un plan creíble de ajustes fiscales», afirma Oganes, de JPMorgan.
Fuente: Cronista