Chile: el litio, el dilema de Gabriel Boric en el desierto de Atacama
El presidente electo quiere impulsar la exportación de energía renovable y minerales. El riesgo, sacrificar el medio ambiente del país.
Una planta de litio en el desierto de Atacama de SQM, empresa del yerno de Pinochet, que obtuvo la licitación en la dictadura. Foto AFP
En el desierto de Atacama, centro-norte de Chile, se juntan los minerales y las fuentes de energía esenciales para el ambicioso plan de crecimiento verde y transformación social del joven presidente electo chileno, Gabriel Boric.
Pero los 100.000 kilómetros cuadrados de árido paisaje bajo los picos de los volcanes andinos albergan también riesgos: un proyecto de desarrollo que –en nombre de la lucha global contra el cambio climático– puede acabar sacrificando el propio medioambiente chileno.
Boric, el joven líder del frente amplio de la izquierda, pretende convertir Chile en un país estratégico, proveedor de los minerales –principalmente de cobre, litio y tierras raras– así como la energía renovable, imprescindibles para abastecer la transición a un mundo de emisiones netas cero de C02.
Con los ingresos de este nuevo modelo de exportaciones, el presidente electo quiere financiar un programa de pensiones, educación y sanidad publicas , y así reducir la extrema desigualdad que sufre Chile sin agravar más un abultado déficit presupuestario.
Atacama es territorio no solo de las minas más grandes del mundo de cobre, un metal muy demandado para los vehículos eléctricos, y de litio, crucial para las baterías.
«Hidrógeno verde»
Con los niveles de radicación solar más elevados del mundo y espacio para miles de turbinas, es también un entorno ideal para generar la energía renovable que Boric pretende aprovechar para abastecer el país y también para fabricar hidrógeno verde que pueda ser exportado a Europa.
“Boric está muy comprometido con una transición verde y usará el estado para impulsarla,”, dijo una asesora económica de Boric.
El plan de crecimiento verde ayudó a Boric a silenciar a quienes lo habían tachado de radical y anti minera en el país de América latina más estrechamente vinculada con la extracción de metales. Facilitó asi la amplia alianza entre la izquierda y el centro que fue la clave de su victoria electoral.
Pero una vez que empiece a gobernar, el dilema para el joven presidente se hará más obvio, advierten activistas consultados en la base del histórico movimiento de protesta que estremeció el país hace dos años.
Las tensiones se habían puesto de manifiesto ya antes de la toma de posesión de Boric en marzo.
Un tribunal chileno falló hace tres semanas en favor de suspender la concesión para la explotación de un depósito de 400.000 toneladas de litio en el Salar de Atacama debido a su impacto sobre el medio ambiente y el turismo .
Boric ya se había opuesto a esta licitación a dos empresas privadas -una de ellas chilena, la otra china. Propone crear una empresa estatal para explotar el litio “que actúe en consideración con las comunidades, con el cuidado de las salares y con el desarrollo productivo nacional”.
Pero expertos en la industria del litio temen que las presiones desde la base medioambientalista obstaculicen la entrada chilena en un mercado global de litio que crece como la espuma.
“Tenemos una gran oportunidad de aprovechar el súper-ciclo del litio y captar rentas para el estado chileno”, dijo Eduardo Bitran, ex directivo del banco publico Corfú. “Pero hemos fallado”.
El rechazo popular a la explotación privada del segundo depósito de litio mas grande del mudo es muy fuerte en la región de San Pedro de Atacama en gran parte por la presencia de la empresa Soquimich (SQM), propiedad del yerno de Pinochet que consiguió la licitación de extracción de litio en Atacama tras una privatización nada transparente en los años de la dictadura.
Si alguien puede resolver este dilema puede ser la nueva ministra de minería, Marcela Hernando, científica y ex alcaldesa de Antofagasta en el oeste de Atacama.
“Marcela conoce bien los problemas socio ambientales de Atacama así que habrá un marco de entendimiento”, dijo Ramón Morales, uno de los líderes de la lucha contra SQM, que ha sido acusada de corrupción , contaminación y uso despilfarrador de agua.
Morales cree que una empresa pública podría extraer el lito del salar de forma menos dañina y exportarlo a países con conciencia medioambiental. “Podemos buscar un nicho europeo pero tiene que ser dentro del marco de una nueva constitución”, dice. “Ya hemos visto los problemas de gobiernos progresistas que financian sus programas sociales mediante la exportación de materias primas ”.
La Convención constitucional creada el año pasado con una fuerte presencia indígena e importante representación de las comunidades de regiones periféricas como Atacama buscará una ruptura más limpia con el pasado que el plan verde de Boric.
Además del litio, Atacama y Antofagasta alojan las grandes minas de cobre, un metal cuyo precio ha subido el 25% en el último año conforme arranca la épica transición energética.
Un coche eléctrico requiere casi el 40% mas cobre en su construcción que un automóvil de gasolina y una planta de generación eléctrica fotovoltaica utiliza cuarenta veces más cobre que su equivalente de gas.
Las mineras
Chile ha sido, desde los tiempos de Pinochet, un país híper rentable para las multinacionales mineras cuyo acceso al subsuelo y al agua está garantizado por la constitución de 1980 ya en proceso de revisión.
Las empresas mineras registraron beneficios por 8.400 millones de dólares en el 2021.
Boric pretende establecer por primera vez un royalty sobre los beneficios de las empresas mineras.
Pero mantiene los objetivos del gobierno conservador de Sebastián Piñera de subir la producción de cobre de 5,8 millones hasta más de siete millones toneladas en los próximos años mediante una serie de inversiones multinacionales.
Oriundo de Punta Arenas, 2000 kilómetros al sur de Santiago en la pre Antártida, Boric se ha comprometido a resolver la crisis de las llamadas zonas de sacrificios, áreas periféricas cuyo medioambiente ha sido sacrificado para dar prioridad a las industrias como la minería o la generación de energía de combustibles fósil.
Los problemas
Pero los problemas medioambientales de Antofagasta y Atacama en el norte, pueden ser agravados precisamente por el nuevo plan de extracción verde.
Tras años de sequia, el 40 % de los municipios chilenos, la mayoría en el norte del país sufren restricciones del consumo de agua en estos momentos. 400.000 chilenos se ven forzados a usar agua de plantas de desalinización.
Según los estudios, el cambio climático, muy fuerte en esta parte de Suramérica, ha causado el 25% de la caída de los recursos de agua. El resto es la consecuencia de actividades extractivas como la minería y la agroindustria .
El agua en las salmueras de evaporación del litio en Atacama se ha agotado y ha sido reemplazada por agua del mar. Así mismo sube el consumo de agua en las minas de cobre. Se necesita dos veces más agua para extraer una tonelada de cobre en le siglo XXI que a principios del siglo XX.
“Nos preocupa que se está cediendo demasiado en conversación con el consejo minero que reúne las multinacionales “, dijo Lucio Cuenca del Observatorio latinoamericano de conflictos medioambientales en una entrevista.
Boric pretende mantener el proyecto de Piñera de aprovechar la enorme capacidad chilena para la generación de energía renovable y la exportación de hidrógeno verde.
Atacama alberga un gigantesco parque fotovoltaico a 100 kilómetros de la ciudad minera de Calama, equipado con casi 400.000 placas solares. Por su parte, se construye en el mismo desierto el parque eólico más grande de América Latina.
En estos momentos se llevan a cabo 800 proyectos de energía renovable -por valor de 1800 millones de euros- en Chile , la mayoría con capital extranjero. Con el excedente de energía se pretende fabricar hidrógeno para la exportación.
Pero al igual que en la minería, el impacto hídrico puede ser muy grave, advierte Cuenca. “Un kilo de hidrógeno verde necesita 10 litros de agua y “Chile sufre una profunda crisis hídrica; hay límites sociales políticos y medioambientales; esto es un polvorín».
Fuente: La Vanguardia