China pesa cada vez más en la economía argentina, ¿cuáles son sus planes?: esto revela Marcelo Elizondo
El renovado interés de la potencia asiática por Vaca Muerta se inscribe dentro de un ofensiva de compañías chinas cada vez más visible y profunda
La presencia de capitales chinos en la Argentina se amplía semana a semana y la potencia oriental agiganta cada vez más su injerencia en sectores clave de la economía doméstica.
En los últimos días, y mientras sigue a la espera de la reactivación del controvertido proyecto hidroeléctrico de Portezuelo del Viento, en la provincia de Mendoza, volvió a dirigir la mira hacia el reservorio de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta. No es la primera vez: hace tres años la petrolera asiática Sinopec promovió acuerdos para hacer pie en esa zona de la Patagonia.
En concreto, el gigante PowerChina formalizó el diálogo con la estatal ferroviaria Trenes Argentinos Infraestructura (ADIF) para concretar el desarrollo de, justamente, un tren de carga que unirá Añelo -conocida como la «capital» de Vaca Muerta- y el puerto bonaerense de Ingeniero White, vecino a Bahía Blanca.
De alzarse también con ese proyecto, la empresa china totalizará 15 proyectos vinculados a la energía sólo en la Argentina. Un auténtico pulpo en un ámbito estratégico para el funcionamiento de la economía local.
Por otro lado, el gigante asiático también juega fuerte en lo que hace a la logística para el traslado de los insumos que requiere su mercado interno. De ahí que a fines de julio ratificó su decisión de financiar la expansión de trenes en la provincia de Santa Fe.
A la par, busca cerrar un acuerdo con la administración que encabeza Alberto Fernández para duplicar el stock de porcinos en el país con el fin de abastecer el consumo chino de carne de cerdo.
Ex director ejecutivo de la Fundación ExportAr y actual director de la consultora DNI, Marcelo Elizondo dialogó con iProfesional respecto de la expansión de los capitales de ese país en la escena productiva local, los aspectos que más le interesan al Estado que encabeza Xi Jinping, y cuál es la perspectiva para la Argentina a partir de estas nuevas «relaciones carnales» con la potencia.
Lo que sigue es el intercambio que mantuvo con este medio.
-¿Cuáles son los aspecto que hacen a la Argentina tan atractiva como base de inversiones para China?
-China ve en la Argentina un gran abastecedor en tres aspectos que le interesan: alimentos, energía y minerales. A esto hay que sumarle que el intercambio sostenido también le sirve en tanto China tiene, además, un interés por concretar la ocupación estratégica de espacios en la región. En general, encuentra en Latinoamérica un espacio de presencia que le interesa desarrollar desde hace muchos años. Hay una búsqueda de prevalencia geopolítica, no sólo intereses meramente económicos. Y Argentina puede ser un socio especial para ello. Eso también explica el interés de chinos por invertir en el país mientras vemos a otras empresas occidentales que están reduciendo inversiones, difiriéndolas o directamente desinvirtiendo.
-Entonces no ven a la Argentina como un espacio de riesgo para sus inversiones…
-China tiene estándares más bajos, en términos de calificación de países donde invierte, en comparación con las naciones occidentales. Sus empresas no son tan exigentes en cuanto a determinadas garantías institucionales. Para una empresa o un fondo de inversión occidental invertir en la Argentina requiere una evaluación, una justificación especial, porque hasta hace poco el país estaba en default por la situación de deuda pública. Argentina claramente incumple muchos acuerdos internacionales en términos de régimen cambiario, regulación del comercio internacional y otras variables administrativas de la actividad económica. China no es tan rigurosa a la hora de evaluar esos aspectos.
-¿Por qué de pronto se ve tanto interés en la obra pública local?
-Porque hay oportunidades. El interés de las empresas chinas se enfoca en lo que tienen más cerca. Si a los chinos se les permitiera invertir en otros rubros seguramente lo harían haciendo. De hecho, hay empresas chinas que son socias de las argentinas en rubros como la exploración petroler En la obra pública pueden encontrar rápida concreción porque el «partner» es el Estado. Y el Estado argentino tiene vocación por acordar con China por distintos motivos. Algunos coyunturales y otros geoestratégicos. Si los dejarán, invertirían en otros rubros.
-¿Por ejemplo?
-En explotación minera. Pero hay regulaciones, restricciones políticas o institucionales que impiden eso. No sólo a los chinos. Argentina tiene una administración de Gobierno que concibe a la actividad económica desde el Estado, desde la decisión estatal, y no desde la autonomía de los actores del mercado. En cuanto a la obra pública, las propias autoridades económicas de la Argentina han dicho que, pensando en el año que viene, prevén programas de recuperación de la economía que comienzan con inversión o gasto público. Ahí es donde los chinos ven oportunidad.
-¿El campo, la propiedad de tierras, no les interesa?
-Para las empresas chinas es más fácil subcontratar la producción y dedicarse al acopio y la comercialización o distribución posterior. Es lo que hacen hoy. China tiene grandes actores en materia de granos pero que tercerizan la producción, compran, acopian y luego comercializan. Adquirir tierras implicaría un «management» complejo para el cual China está menos capacitada que Argentina. Le conviene dejar eso en manos de los argentinos y mantenerlos como proveedores.
-Pero en África sí avanzaron sobre las tierras…
-En África compraron tierras porque ahí existe menos evolución tecnológica productiva que la que encontrás en Argentina. De hecho, nuestro país exporta tecnología de gestión justamente a África. Se le vende servicio sobre cómo producir antes que granos. En ese continente, China se involucró más en el proceso productivo porque es un escenario menos competitivo. Hoy es el principal cliente de carne vacuna argentina pero no ha venido a comprar campos de cría o frigoríficos. Eso es porque en Argentina hay un desarrollo tecnológico productivo que ya ha evolucionado. En el caso de la inversión en porcinos sí podrían intervenir porque en ese rubro hay un menor desarrollo a nivel local. Donde los chinos observan que no hay un proceso competitivo, entonces apuestan a desarrollarlo. Si no, apelan directamente al proveedor local.
-Además de alimentos, minerales y energía ¿hay otros ítems que pueden resultarle de interés a China pensando en los años venideros?
-Puede ser que inviertan en sectores que son accesorios a la producción que les interesa a los chinos. Por ejemplo, en infraestructura en tanto esta le permita distribuir y comercializar productos estratégicos. El interés por los ferrocarriles, por mencionar algo, está en que les permite mover producción para después llevarla a China. Hay potencial en la hidrovía más allá de que el Gobierno tiene interés en impulsar una empresa que involucre a los estados provinciales. En potencial, en abstracto, podría ser muy relevante para China dado que por ahí se trasladan productos que luego ese país termina comprando.
-Siendo Brasil su gran socio en la región ¿por qué este énfasis por hacer pie también en la Argentina?
-Es que lo que ofrece Brasil no es suficiente para China. Entonces necesita diversificar proveedores. Por eso invierte tanto también en Argentina o Perú. China ve a la región como un conjunto, no como un espacio donde cada país necesita de un análisis aislado. No se observa una competencia entre Brasil y Argentina en ese sentido. Para China, los dos forman parte de lo mismo.
-Esta relación tan intensa con China ¿cuán beneficiosa resulta pensando a largo plazo?
-Argentina debe impulsar un vínculo activo, intenso, con inversores internacionales provenientes de todo el planeta. Si China aparece como un actor importante dentro un flujo múltiple, eso sí es positivo. Ahora si la Argentina se vincula sólo con China en detrimento de los países occidentales, eso no será beneficioso. Puede generarnos problemas geoestratégicos a largo plazo. El país necesita inversión de todos los orígenes.
Fuente: I Profesional.