Claves para comprender el rol del cobre en la transición energética
Entre los múltiples beneficios está su gran contribución a reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Porque el metal rojo es la «nueva estrella» de la minería mundial.
Mucho se habla por estos días en cuanto al rol del cobre en la transición energética, de hecho fue uno de los grandes temas en la reciente convención internacional de Canadá, en la que participó San Juan.
¿Por qué?
La transición energética es el proceso de cambio hacia un modelo energético más sostenible, eficiente y limpio, basado en el uso de fuentes renovables y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Esta conversión mundial hacia energías limpias, impulsan la demanda del mineral. Así, la minería cuprífera resulta fundamental para la descarbonización, las baterías de almacenamiento, los vehículos eléctricos, las ciudades inteligentes y la comunidad rural.
Hoy la demanda de cobre es de alrededor de 26 millones de toneladas, según un informe de The International Copper Study Group (ICSG), y se espera que se duplique para 2050 e incluso más si la temperatura del planeta se limitara a un calentamiento de 1,5 °C.
El aumento de la población, que se espera alcance los 9.700 millones en 2050, y el desarrollo económico con redes eléctricas que crecen en consonancia, están entre las razones que también inciden en la demanda del mineral.
La conductividad eléctrica superior que posee el cobre lo convierte en un material esencial para la transición energética hacia la neutralidad del carbono. La transición se basa en gran medida en la generación de energías renovables (por ejemplo, eólica, solar fotovoltáica) y la electrificación del uso final de la energía (por ejemplo, bombas de calor, vehículos eléctricos), los cuales todos utilizan cantidades sustanciales de cobre.
El cobre se ha usado durante al menos 10.000 años y continúa sirviendo a las necesidades de la sociedad. Tiene propiedades físicas y químicas únicas, que incluyen conductividad eléctrica, conductividad térmica, resistencia a la corrosión, maquinabilidad y moldeabilidad.
Estas propiedades de alto rendimiento hacen del cobre un material esencial en una amplia variedad de aplicaciones necesarias para la calidad de vida y el crecimiento económico sostenible.
San Juan posee cinco de los ocho proyectos de cobre más importantes que existen en el país: Josemaría, Filo del Sol, El Pachón, Los Azules y Altar. Este potencial geológico posiciona a la provincia en el mapa mundial de los recursos para la transición energética y, de concretarse inversiones al respecto, posicionaría a San Juan ante nuevas posibilidades en la producción de energías limpias.