Cómo Arabia Saudita, el reino del petróleo, busca sacar provecho de la crisis climática
El primer exportador de oro negro del mundo apuesta a una “era verde” en la producción. Pero sus ideas no convencen.
Arabia Saudita, primer exportador de petróleo en el mundo, considera la urgencia climática como una oportunidad para mantenerse como uno de los líderes mundiales de la energía y entiende que no es incompatible con aumentar la producción de crudo.
Este país del Golfo no solo pretende incrementar su producción de oro negro, sino que también anhela convertirse en una referencia en algunos sectores «verdes».
El reino ya había anunciado la semana pasada que alcanzará la neutralidad de carbono, equilibrio entre emisiones de CO2 y su absorción, de aquí a 2060 y prometió más de 1.000 millones de dólares de inversiones en su «economía circular de carbono».
Según las autoridades sauditas, esta estrategia energética consiste en captar el carbono emitido y presente actualmente en el aire para reutilizarlo en productos como carburantes o fertilizantes.
Críticas de los ecologistas
Sin embargo, asociaciones ecologistas criticaron esta política, a la que calificaron de imagen verde («greenwashing» en inglés), es decir, propaganda para aparentar ser más respetuosa con el medioambiente de lo que es en realidad.
«Esta posición estratégica permite a Riad seguir invirtiendo en las energías fósiles», dijo a la AFP Ahmad al Droubi, un dirigente de Greenpeace para la región de Magreb y Oriente Medio.
De hecho, las autoridades sauditas son claras: no creen en cuestionar el petróleo y ven en este oro negro parte de la solución a la crisis climática.
«Arabia Saudita sigue siendo el bastión de los combustibles fósiles, a pesar de sus ‘iniciativas verdes’ y sus proyectos en energías renovables, que no representan más que una fracción de las inversiones que continúa haciendo en la industria fósil», dice Droubi.
Esta «economía circular de carbono» dará que hablar durante la conferencia internacional del clima COP26 que empieza el domingo en Glasgow.
En el G20 del año pasado que presidió, Arabia Saudita consiguió que se adoptara esta expresión.
¿»Era verde» o «era negra»?
El príncipe heredero saudita Mohammed bin Salman, que dirige de facto el país, llamó a una «era verde» en el reino.
Pero en paralelo, el gigante petrolero Aramco, la gallina de los huevos de oro del país, quiere aumentar su capacidad de producción diaria a 13 millones de barriles de aquí a 2027.
Y en el reciente foro «Iniciativa para inversiones futuras» en Riad, el ministro saudita de Energía detalló como el país aspira a mantenerse como líder mundial de la energía.
Y la prioridad es conservar su posición dominante en el petróleo y el gas, y después vendrán las energías renovables.
Naciones Unidas ya advirtió que incluso reduciendo drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, el calentamiento global puede superar holgadamente un aumento de 1,5 grados respecto a la era preindustrial, el objetivo más ambicioso fijado en el Acuerdo de París.
Las consecuencias serían un aumento de la frecuencia y la intensidad de las sequías, los incendios, las tormentas, pero también las inundaciones.
Para resolver la imposible ecuación entre «era verde» y oro negro, el reino saudita apuesta principalmente en las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono que después se reutiliza en la industria, especialmente la petrolera.
«Esto puede no parecer ideal para aquellos que quieren acabar con los hidrocarburos, pero es el medio lógico para producir un cierto número de carburantes poco o nada emisores de CO2», afirma a AFP Karen Young, del Middle East Institute en Washington.
Los sauditas «seguirán en el negocio de la energía por numerosos años todavía», estima. «Arabia Saudita puede dominar (el sector) dado que continuamos utilizando petróleo, especialmente en transportes y petroquímica», agrega.
Hidrógeno verde
El país también invierte en el hidrógeno «verde», producido a partir de electricidad verde y «azul», fabricada con gas natural asociado a una tecnología de almacenamiento de carbono, indica Young.
Los expertos señalan que estas tecnologías de almacenamiento y captura de carbono todavía no han probado su eficacia, que sus costos son elevados y requieren fuertes inversiones.
«Hablamos de cientos de miles de millones (de dólares de inversiones) por año», afirmó en un foro en Riad Bill Winters, consejero delegado del banco Standard Chartered.
Presente en Riad el lunes, el enviado de Estados Unidos para el clima, John Kerry, afirmó ante responsables internacionales que la transición a energías limpias constituía «la mayor perspectiva económica que el mundo jamás haya conocido».
«Los ganadores serán quienes inviertan en este mercado y pienso que es algo que el príncipe heredero ha entendido», dijo.
Fuente: AFP