Cómo reactivar sin morir en el intento
Las opciones son cuatro: mayor consumo privado, mayor gasto público o baja de impuestos, mayor inversión y mayores exportaciones.
Aumentando el gasto público o disminuyendo impuestos -como argumento principal- llegamos al mismo callejón sin salida que por el consumo privado. O sea, nos topamos con la restricción externa, pero con un agravante con respecto al consumo privado, ese agravante es que vamos a un mayor déficit fiscal, por lo que el faltante de dólares sería superior al que se materializaría intentando incidir sobre el consumo privado.
Un aumento de la inversión sería muy deseable. La misma se logra principalmente cuando hay una baja en las tasas de interés o cuando aumenta el consumo privado. Sin embargo, tomar este agregado como “motor principal” de una fuerte reactivación es inconducente dado que representa solo el 15%-18% del PBI, por lo que para que este sea el motor principal de la economía se necesitarían guarismos de crecimiento superiores al 25%. Dado que la capacidad ociosa en vastos sectores industriales es altísima, para que haya un efectivo crecimiento en la inversión es necesario que corra muchísima agua bajo el puente. Como se ve, este difícilmente sea la locomotora de crecimiento que Argentina necesita. Una fuerte baja en la tasa de interés luce muy necesaria. Pero lo más probable es que solo sirva para aliviar deudas y no para invertir más.
Nos queda la salida exportadora. Las exportaciones son en Argentina bajas en relación al PBI. Las manufacturas exportadas -sean agropecuarias o industriales- son especialmente bajas, siguiendo estancadas a pesar de todo el ajuste hecho en el tipo de cambio. Una mejor balanza comercial solo se ha logrado por ajuste de consumo e importaciones. Nada por el lado de manufacturas. Y ese es el punto especial a corregir si se quiere salir de esta crisis exportando. Para exportar más van a ser necesarias tres cosas: Primero, muy probablemente, un mayor tipo de cambio real. Este no ha sido suficiente para exportar más manufacturas ni -notablemente- servicios. Solo ha bastado para importar menos, lo que en sí mismo no reactiva. Para tener un mayor tipo de cambio real se puede recurrir al expediente del tipo de cambio. Y también a otros como los reembolsos de impuestos a las exportaciones o menores retenciones a las exportaciones industriales o de servicios. El segundo componente necesario para exportar más es que el tipo de cambio real alto sea estable en el tiempo. Con una tasa de inflación mayor al 10% anual el tipo de cambio real empieza a sufrir sacudones que ahuyentan la locación de recursos económicos para producir con destino a exportar porque el tipo de cambio real es un componente central de la salida exportadora, y sus posibles sacudones hacia arriba y abajo producen grandes cambios en la rentabilidad del negocio exportador, por lo que las exportaciones se paralizan cuando esto ocurre, como bien lo muestra la citada chatura de las exportaciones manufactureras argentinas. Finalmente, el tercer componente es una baja tasa de interés nominal y real. Este es el mejor antídoto contra el ingreso indeseado de capitales golondrina, la mejor manera de mantener un tipo de cambio real alto y también la forma de obtener recursos para el capital de giro del negocio exportador.
Ya tenemos el camino entonces: Un tipo de cambio real alto y estable, junto con una baja tasa de interés aumentan fuertemente las exportaciones. Las empresas exportadoras contratan más personal y pagan más impuestos y salarios. El aumento en el empleo y los salarios de la exportación aumenta el consumo privado, mientras que el pago de más impuestos ayuda a cerrar el déficit fiscal. La capacidad instalada se va utilizando cada vez más como consecuencia de este proceso, hasta que la inversión vuelve a manar como petróleo saliendo de un nuevo pozo, causando más exportaciones, más empleo y más pago de impuestos. La rueda vuelve a girar…¿Tan difícil es hacerlo?. No. Es como una receta de cocina. Un buen ministro es solo un buen cocinero. Tiene que conocer a fondo los ingredientes, como combinarlos y tener un buen “timing” en los tiempos de cocción.