Córdoba está propiciando convertir a toda su flota de vehículos nafteros en “flex”
Encontraron una solución más que práctica y sencilla: un accesorio electrónico que existe en todo el mundo, de muy bajo costo. Y les permitiría utilizar etanol en cualquier proporción.
Córdoba está propiciando convertir a toda su flota de vehículos nafteros en “flex”
En Córdoba hay tres gigantescas y modernísimas plantas de etanol de maíz que hoy explican el 6% del combustible que consumen los autos a nafta en todo el país.
Estoy con ganas de contarte que, luego de la columna que mandé el martes pasado acerca del hidrógeno verde y sus posibilidades, pasaron cosas más que interesantes. No puedo dejar de contártelas.
Quizá recuerdes que te decía que, en mi opinión, lo del hidrógeno verde no era tan interesante como alternativa para la movilidad del futuro, como para la producción de amoníaco también verde. Y que este sería el fertilizante que, en esta carrera hacia la sustentabilidad, sustituirá a la urea obtenida a partir de la combustión de gas natural.
Fortescue, la empresa australiana que anunció una inversión gigantesca en la Patagonia para la producción de H2 verde, en realidad está fuertemente involucrada en la cuestión del amoníaco, un nodo con doble destino: ser vehículo para transportar el hidrógeno para los vehículos a celdas de combustible; y al mismo tiempo ser en sí mismo la molécula central de la fertilización nitrogenada más pronto que tarde.
Te decía también que no me parecía que la movilidad a hidrógeno sea la mejor alternativa para países como la Argentina y Brasil, cuya extensión hacen muy compleja la logística del hidrógeno. Este gas “viaja mal”. Para almacenarlo hacen falta presiones enormes, mucho más elevadas que las que requiere el GNC, por ejemplo. Y nadie en el mundo tiene resuelto el tema del transporte por tuberías, como se hace con el gas, el petróleo, sus derivados o incluso los combustibles líquidos renovables como el etanol y el biodiesel.
Frente a esta propuesta, Brasil ya definió su estrategia, volcándose decididamente hacia los biocombustibles (etanol y biodiesel). Para ambos elaboró una política de Estado y ha logrado alinear a todos los actores de la actividad: las automotrices y las distribuidoras de combustibles. Por supuesto, parte de la extraordinaria competitividad de su sector sucroalcoholero y sojero. La caña de azúcar es cada vez más etanolera, y la soja contiene un 18% de aceite que se convierte en biodiesel en una relación de uno a uno: un litro de aceite da un litro de biodiesel, sustituto del gasoil de petróleo con prestaciones aún superiores, ya que su curva de destilación es mucho más aguda.
Y ahora viene lo bueno. Me enteré anoche, visitando el stand de la provincia de Córdoba en la Exposición de Turismo (fabulosa exhibición del potencial turístico de nuestro país), que el gobierno provincial está propiciando convertir a toda su flota de vehículos. La idea es convertir a los autos nafteros en “flex” lo que les permitiría utilizar etanol en cualquier proporción. Es una decisión federal, como debe ser, en una provincia que gasta fortunas en pagar regalías petroleras a otras empresas y provincias totalmente ajenas a la estructura productiva cordobesa. Conviene recordar que en Córdoba hay tres gigantescas y modernísimas plantas de etanol de maíz que hoy explican el 6% del combustible que consumen los autos a nafta en todo el país.
Para concretar este objetivo, los funcionarios cordobeses encontraron una solución más que práctica y sencilla: un accesorio electrónico que existe en todo el mundo, de muy bajo costo, que permite convertir cualquier vehículo naftero en “flex”. Cuesta entre 200 y 900 dólares, según el nivel de la tecnología. Córdoba produce el 35% del maíz de la argentina y le ha encontrado la vuelta al problema de la lejanía respecto a los puertos. Valor agregado en origen, sustentabilidad al empardar la superficie de maíz con la de soja, e integración en economía 360 aprovechando los co-productos del etanol (burlanda) para alimentar vacas lecheras y novillos en engorde. Alimentos más energía más “agroecología posta”.
La provincia sabe que también producen el 30% de la soja, unas 17 millones de toneladas. La semilla de soja contiene 18% de aceite. Son 3 millones de metros cúbicos de biodiesel. Con eso moverían toda la flota de tractores, pulverizadoras, cosechadoras, camionetas y camiones de la provincia. Ya hay empresas internacionales, como Scania, que homologaron B100. Es decir, motores que pueden operar con biodiesel al 100%. Córdoba fabrica tractores, cosechadoras y pulverizadoras, liderando el ranking argentino en estos productos. Sería fantástico ver que pronto todos esos productos salgan homologados para estos biocombustibles.
¿Argentina año verde? No, es aquí y ahora. El gobernador Juan Schiaretti ya se puso al frente de la cruzada de los gobernadores “pamphúmedos” en contra de las retenciones. Es una tarea titánica y había que liderarla. No quieren aceptar mansamente esa exacción de los ingresos genuinos de sus productores, pujante y creativos. Ahora van a más: imaginan que pueden ser autónomos en materia energética, apelando a fórmulas que vienen envasadas en el atributo de la sustantabilidad.
¿Entienden ahora por qué siempre termino hablando de Córdoba? Alguna vez, no hace mucho tiempo, dije que podría ser un cantón suizo. Hoy siento que me quedé corto. Tendré que volver sobre el punto.
Fuente: Clarín