Cuál es la relación entre la actividad sísmica en Vaca Muerta y los pozos sumideros
El proceso de inyección profunda de aguas residuales provenientes de la industria ha evidenciado relación con la actividad sísmica en otras cuencas del mundo. También sucede en Neuquén.
El desarrollo de Vaca Muerta ha pasado por diferentes etapas en cuanto a cuestiones ambientales. En un principio, fue muy cuestionado por el uso del agua, luego por el manejo de los residuos, se continuó con la consulta previa a comunidades, y en este último tiempo se ha instalado el tema de la sismicidad inducida. Todas son etapas por las que ya pasaron otras cuencas más desarrolladas conforme se va intensificando la actividad.
En los últimos años, zonas específicas de la cuenca neuquina experimentaron un marcado aumento en la actividad sísmica, generando preocupación y debate sobre su posible relación con prácticas industriales como la fractura hidráulica y la inyección en pozos sumideros. Según datos del Instituto Nacional de Previsión Sísmica, desde 2015 se han registrado cientos de sismos en áreas cercanas a Añelo, lo que marca un cambio drástico en el panorama sísmico de la región.
La coincidencia temporal y espacial entre la actividad industrial y el aumento de la actividad sísmica no pasa desapercibida. Prácticas como la fractura hidráulica y la inyección en pozos sumideros, que involucran grandes cantidades de agua residual, han cobrado relevancia en la zona, planteando interrogantes sobre su impacto en la estabilidad geológica.
El aumento en la frecuencia y magnitud de los sismos ha sido significativo. La población local, las estructuras residenciales, las represas y las instalaciones de ingeniería para la extracción y transporte de hidrocarburos se encuentran en zonas vulnerables, lo que intensifica los riesgos asociados con la sismicidad inducida.
La zona caliente de actividad sísmica, un radio de 30 kilómetros aproximadamente desde la localidad de Añelo, posee más de 5.000 pozos, cuyas cañerías y cementaciones que los aíslen de las formaciones que atraviesan son de larga data y sensibles a temblores, lo que representa un riesgo potencial de interconexión de diferentes capas producto de roturas.
Lo que podría estar pasando es que las formaciones productoras están sensibles por décadas de extracción de hidrocarburos, sumado a que están debajo de la formación Centenario que recibe toda la carga del agua que se inyecta en pozos sumideros, a este se le podría agregar el hecho de que están en zonas de fallas y que continuamente reciben operaciones de fractura que servirían como disparador. Pero son solo hipótesis. No hay estudios a nivel local que revelen las causas.
Este fenómeno ha puesto en alerta tanto a la comunidad científica como a los actores involucrados en la industria petrolera. En este contexto, el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG), en su documento “Novedades sobre el fracking y los terremotos”, ha abordado específicamente la discusión sobre la relación entre la fractura hidráulica, los pozos sumideros y los eventos sísmicos. Se destaca su postura en la que se sugiere que los sismos podrían estar más relacionados con la inyección en pozos sumideros que con la fractura hidráulica.
El caso de Oklahoma, que junto con Texas poseen la explotación más intensiva de Estados Unidos, ha sido referenciado como un ejemplo de cómo la inyección profunda de aguas residuales ha estado vinculada a un aumento significativo en la actividad sísmica en la región.
Organismos como el Oklahoma Geological Survey (OGS) han documentado un incremento alarmante en la tasa de sismicidad, con eventos que superaron ampliamente la actividad sísmica previa a la inyección de aguas residuales. En respuesta a esta situación, se implementó un plan de reducción de volumen de inyección que logró reducir en gran medida la ocurrencia de sismos en la zona, considerando que en los primeros 2 años de implementación del plan la actividad sísmica se redujo en un 85%.
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A nivel local, lo que se ha visto como solución a la problemática ha sido la financiación de un programa solventado por la Provincia y una empresa operadora de la zona para la construcción de hasta cincuenta viviendas sismo-resistentes provistas por Corfone, en el marco de “Responsabilidad Social Empresaria”. Resta estudiar las causas de la actividad sísmica que se ha intensificado en los últimos años, también para seguridad de las represas, los demás pozos, ductos, y demás actividades en la zona de mayor impacto.
Ante este escenario, quizás sea necesario adoptar enfoques preventivos para equilibrar el desarrollo económico con la preservación del entorno y la seguridad de las comunidades locales. La gestión responsable de residuos peligrosos, especialmente el tratamiento y disposición de aguas residuales, y su control por parte del estado, se destaca como una prioridad para mitigar posibles efectos adversos en la estabilidad geológica.
Oklahoma fue un caso de éxito en la implementación de una investigación seria para medir la correlación entre la inyección en pozos sumideros y la actividad sísmica. Para esto es necesario reducir el volumen de inyección y suspender preventivamente nuevas autorizaciones de pozos sumideros dentro de las zonas de mayor ocurrencia de la actividad.
En paralelo, debe obtenerse información consistente sobre la actividad sísmica de la zona de interés lo que proporcionará una base sólida para determinar el nivel de correlación entre la inyección profunda y la actividad sísmica.
Estas medidas se basan en el principio precautorio de la ley General de Ambiente, que destaca la importancia de tomar medidas preventivas incluso en situaciones donde la evidencia científica no sea concluyente, pero exista la posibilidad de un daño ambiental significativo y potencialmente irreversible.
Estas acciones reflejarían el compromiso con la seguridad y el bienestar de los, así como con la protección del ambiente. Con un enfoque proactivo y basado en la evidencia científica, se busca abordar los desafíos planteados por la sismicidad inducida, asegurando un desarrollo sostenible de la industria petrolera en la región.
Fuente: Martín Robledo, Abogado, Licenciado en Ambiente y Fundador del Estudio Robledo y Asociados para Rio Negro