De la producción de hidrocarburos en Bolivia
Las lamentables condiciones de la producción de hidrocarburos son el resultado de la política petrolera del gobierno del MAS, que descuidó la exploración y se dedicó a la explotación intensiva de los campos ya descubiertos para incrementar los ingresos con los que sustentó sus sucesivos períodos de gobierno.
Esta situación no es novedosa y fue alertada varios años antes de que dejara el poder. Es más, las autoridades del propio sector, al darse cuenta de la declinación de los campos, empezaron a ocultar la información pública al respecto, la eliminaron de las páginas web de sus subsidiarias. Así, por ejemplo, se eliminaron los Boletines Estadísticos que, trimestralmente, YPFB publicó hasta junio de 2015. YPFB Transporte eliminó, el año 2016, la información de volúmenes de gas transportados, para evitar que se conocieran los volúmenes de gas producidos y exportados a Argentina y Brasil e incluso actualmente, los informes de producción del Ministerio de Hidrocarburos, se publican con cinco meses de retraso y los de la ANH, sobre carga y producción de refinerías y plantas de gas, tienen una demora de más de un año y medio. El nuevo Gobierno persiste con el comportamiento poco transparente que impuso el MAS.
El año 2012, YPFB hizo una proyección de la producción de gas hasta el año 2026, en la que se observa que la curva de producción de prospectos desarrollados más prospectos no desarrollados para el año 2021, daría una producción de 35 MMM3/D. En ese momento, las autoridades del MAS estaban todavía a tiempo de plantear soluciones en lugar de fantasear inventando descubrimientos inexistentes, para encubrir su ineptitud y fracasos.
La caída de producción de gas ha ocasionado el incumplimiento de los contratos de exportación, por ende, la aplicación de multas y finalmente su renegociación para bajar los volúmenes de entrega y establecer condiciones más favorables para los compradores. Actualmente, YPFB está rehuyendo atender solicitudes de empresas privadas brasileras interesadas en comprar gas, ante las dudas para cumplir con los volúmenes requeridos. En el caso de los líquidos, la importación de carburantes (gasolina y diésel) ha crecido al extremo, que, si continúa esta tendencia, los ingresos por exportación de gas en contados años podrán igualarse con los de importación de carburantes.
La caída de la producción no tiene una relación directa con el nivel de reservas porque, aun si se tuvieran 6 TCF de reservas probadas de gas, no podría sostenerse un ritmo de producción de 50 MMM3/D, pues los campos se encuentran en declinación continua. De haberse descubierto nuevos campos las reservas habrían aumentado y habría nueva capacidad de producción, cosa que no ha sucedido en los últimos 14 años.
Una última proyección de la producción de gas realizada por YPFB y presentada por la ANH en marzo de este año, muestra una producción promedio, entre los años 2021 y 2025, de 42,3 MMM3/D. Esta producción alcanzaría para exportar 18 MMM3/D a Brasil, 13 MMM3/D a Argentina y restarían11,3 MMM3/D para el mercado interno.
Ante esta trágica situación cabría preguntarse qué ha hecho el Gobierno de transición en nueve meses de gestión, para mitigar la catástrofe y qué medidas inmediatas se deberían tomar.
El desempeño de las nuevas autoridades ha sido decepcionante, se iniciaron con el mismo discurso triunfalista del MAS, dijeron que se perforarían 19 pozos exploratorios en 2020, que los descubrimientos en Sipotindi y Yarará empezarían a producir desde abril, que había noticias interesantes del pozo Jaguar en Huacareta, y dos meses después el pozo era sellado y abandonado por Shell. El Ministro de Hidrocarburos anunció la realización de varias auditorias, no sólo sobre la situación de los proyectos ejecutados por el MAS o para investigaciones que el próximo Gobierno podría culminar, sino para encontrar soluciones a la paralización de las plantas de urea y de tuberías. Después de ocho meses de tales anuncios, no hay ninguna auditoria finalizada y las plantas siguen paralizadas. Una obra que debía ser impulsada también por el Ministerio de Hidrocarburos es la conclusión del ferrocarril Bulo Bulo-Montero, que debía ser inaugurado este mes de agosto, pero quedará postergado hasta el próximo año. Se tendría que entablar un diálogo inteligente con las petroleras para encontrar nuevos equilibrios, superar los desencuentros anteriores y avanzar en nuevos programas conjuntos de trabajo. Sin embargo, no hay ningún cambio y el escepticismo de las empresas sobre las perspectivas bolivianas es mayor que antes.
Entre las medidas urgentes que el Gobierno debía tomar están las de elevar la producción, mediante un plan inmediato de recuperación mejorada de los campos y pozos en declinación, poner en producción las reservas probadas no desarrolladas y acelerar la terminación de pozos exploratorios con indicadores positivos. Yarará es uno de estos, sin embargo, desde abril a la fecha sólo se avanzó en la licitación para la contratación de esos servicios.
Fuente: Los Tiempos.