Debate: la deuda, la energía y otros temas claves, bajo la mirada de expertos
En el edificio del Club del Progreso se dieron cita muchos especialistas en economía y política exterior; las gigantescas obligaciones externas e internas, el nuevo gasoducto y la situación geopolítica, entre las cuestiones de las que se habló.
En el histórico Club del Progreso, que ya tiene 171 años y que nació como una iniciativa de diálogo para cerrar la grieta entre los que llamaban “urquicistas” y los porteños, hubo un Seminario de Política Exterior organizado por la entidad y coordinado por Roberto Rodríguez Vagaría, autor de la idea. Congregó a referentes importantes en distintos aspectos de la economía nacional, con el objetivo de elaborar un conjunto de propuestas para ser presentadas a los legisladores, como un aporte en un momento en que “se dice mucho pero se hace poco”, según dijeron los organizadores del evento. Se habló de temas clave para el desarrollo, como la deuda, la difícil situación geopolítica y su impacto en la Argentina, la infraestructura, la energía y la relación con el Mercosur en el marco de los tratados internacionales, entre muchos otros.
Juan Carlos Sánchez Arnau, economista con amplia trayectoria en la función pública, explicó con un importante nivel de detalle los pormenores de la enorme deuda argentina, tanto interna como externa. Advirtió que generaría “inquietud y depresión, porque los números no cierran”.
“De 1956 para acá, hemos tenido 21 acuerdos con el FMI y hemos vivido renegociando esos acuerdos. Si quisiéramos calcular hoy cuál es el monto de la deuda externa argentina, no es fácil. Hay mucha oscuridad en algunas de las cuentas oficiales”, dijo. Pero, de todas maneras, esbozó varias cifras, que no son reproducidas aquí en su totalidad.
Según el economista, la deuda más importante de la Argentina es que se tiene con el FMI, “que, una vez que se terminen de completar los desembolsos que faltan, será de US$42.250 millones, aproximadamente.” Le sigue la deuda con los restantes organismos financieros internacionales. Empezando por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial, la Corporación Andina de Fomento, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Banco Europeo de Desarrollo, que Sánchez Arnau estima en algo más de US$50.000 millones. En tercer lugar, “está la deuda que hemos adquirido con los bonistas, de un valor nominal del orden de los US$66.000 millones, pero su valor de mercado (y de rescate) es hoy mucho menor”, agregó. “También se le deben US$2450 millones al Club de París y se agregan los fondos que hemos utilizado del swap con China, unos US$2600 millones más”, sostuvo.
“Si sumamos, tenemos una deuda nominal de US$168.000 millones”, sintetizó. Pero no terminó ahí. “Hay que agregar la parte de la deuda que no aparece en los números oficiales. En primer lugar, US$5800 millones, que corresponden al uso de moneda extranjera de particulares (los depósitos) por parte del Banco Central”, sostuvo. Y continuó: “Tenemos que contar también US$8000/10.000 millones de atrasos en importaciones que ya han sido pagadas en pesos por los importadores, y las deudas de las provincias, de las cuales hay US$1071 millones que no han sido renegociadas”.
“Hay laudos arbitrales desfavorables, que ya han sido completados y que la Argentina aún no ha pagado o que está tratando de demorar introduciendo nuevas instancias –explicó–. La Argentina ha sido llevada a los tribunales del Ciadi en 52 oportunidades; es el país que, después de Venezuela, más conflictos ha tenido, como producto de expropiaciones mal pagadas, concesiones mal ejecutadas y de otros actos del gobierno apartados de las normas internacionales y de compromisos previamente asumidos por el país. Después, tenemos algunos juicios dando vueltas, como el de YPF”. Se llega así a un monto teórico de US$175.000 millones, con vencimientos muy importantes en los próximos cuatro años, dijo.
A esta cifra le agregó la deuda interna: “En 2024 tenemos vencimientos por 60 billones de pesos. De ella, una parte importante está en manos públicas, de la Anses, del Banco Nación, de empresas públicas. Y, además tenemos la bomba de las Leliq, que están pagando una tasa superior al 140% y que es una bola de nieve que se multiplica por dos cada 8 o 9 meses. En esta situación crítica, terminar con el déficit fiscal, bajar el gasto público y acotar la emisión monetaria es clave para poder empezar a pensar en una recuperación”.
Un escenario con conflictos geopolíticos
Irma Argüello, presidente de la Fundación Iniciativa Republicana, habló por su parte de la creciente inseguridad en el mundo de hoy, con agravamiento de los conflictos geopolíticos. “Estos se internacionalizan rápidamente. Las potencias toman partido, se involucran directa o indirectamente. Hay antagonismo pero, a la vez, interdependencia, hay conflicto latente pero lazos comerciales siguen allí. Se aplican sanciones, pero se continúa con el comercio. Un ejemplo revelador es la continuidad de la compra de gas ruso por parte de los países de Europa, tras la invasión a Ucrania, o la relación comercial EE.UU y China”, esbozó.
Agregó que la proyección de poder hoy va más allá de la disuasión nuclear o de los arsenales convencionales, y llega por medios económicos y financieros, a través del poder de compra y del poder de inversión en terceros países. China, en esa línea, proyecta su poder a través del megaproyecto conocido como la Nueva Ruta de la Seda (Belt & Road Initiative) y “la trampa de la deuda”. “La Argentina está experimentando por propia decisión ese estilo de penetración, de consecuencias geopolíticas aun con final abierto –dijo–. El swap de monedas, la base satelital en Neuquén, los proyectos de infraestructura, el intento de puerto chino en Tierra del Fuego, la negociación por una cuarta central nuclear por US$8000 millones, el 5G y el interés en materiales estratégicos como el litio. Ante esto, Estados Unidos explicita una serie de líneas rojas de lo que considera inaceptable como penetración China en Latinoamérica”.
Jorge Lapeña, exsecretario de Energía, habló sobre el nuevo gasoducto. “Se inauguró la mitad de la primera etapa del nuevo gasoducto. Falta una segunda y una tercera etapa, pero, ¿quién las va a hacer? Los hombres mas ricos de la Argentina tendrían que haber ejecutado el gasoducto, porque lo dice la ley de hidrocarburos: aquel que tenga una concesión de explotación y no pueda evacuar lo producido por el yacimiento tiene derecho a que se le encomiende una concesión de transporte para evacuar el producto. Entonces, ¿quién lo tendría que haber pagado? Las ocho empresas productoras, que son las más grandes de la Argentina. Finalmente lo hizo el Estado, lo cual es una anomalía”.
También habló de las posibilidades de proveer gas a Europa, por ahora lejanas, ya que hay que hacer cuantiosas inversiones, por ejemplo, en plantas de licuefacción y puertos, y no hay apoyo de los bancos de desarrollo. “Hay que bajar un cambio y pensar en abastecer a Uruguay, al sur de Brasil y a Chile, que le hicimos hacer cuatro gasoductos y le cortamos el gas de un día para el otro”, dijo. Y hubo una crítica al nombre del gasoducto, que debería llamarse Neuba III, ya que “tampoco le pusimos Raúl Alfonsín al Neuba II”, dijo Lapeña.
Hubo también un panel de embajadores, en el cual Mario Berón y Guillermo Bernaudo hablaron sobre las relaciones con Europa y la importancia de lograr tratados que permitan fortalecer las relaciones comerciales; el embajador Carlos Foradori dio un panorama del nuevo escenario internacional y su impacto en los organismos. Y, finalmente, el moderador, embajador Juan Pablo Lohlé, dijo como conclusión que “el rol parlamentario es fundamental en una Argentina moderna. Se necesita una política de Estado a la hora de trazar los lineamiento de la política exterior”. Con una audiencia calificada, el encuentro trazó un panorama de la actualidad en varios de sus aspectos más relevantes.
Fuente: La Nación