Destilería de La Plata: “En homenaje a Mosconi e Yrigoyen, YPF debe ser vanguardia en el desarrollo nacional independiente”
Durante los años noventa, Fabián Cabanellas trabajó en la Destilería de La Plata, un lugar emblemático para YPF, que vio pasar varias generaciones de trabajadores. En diálogo con AGENCIA PACO URONDO cuenta sobre la resistencia en los `90 ante la ola privatizadora, y las expectativas en el marco de los 100 años de YPF.
Durante los años noventa, Fabián Cabanellas trabajó en la Destilería de La Plata, un lugar emblemático para YPF, que vio pasar varias generaciones de trabajadores. Ensenada es el pueblo petroquímico más importante de la Argentina, las poblaciones de la región Berisso y Ensenada están atravesadas por la historia de YPF. La Destilería de La Plata marca, aún hoy, el pulso del desarrollo productivo de la Nación.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo fue tu trabajo en la Destilería de la Plata?
Fabián Cabanellas: Comencé a trabajar en la destilería en septiembre de 1990, pero desde muy joven estuve involucrado porque mi viejo y mis dos hermanos eran obreros en la empresa. A los quince años empecé como asesorista en el sindicato en SUPEH, luego en la imprenta -ya siendo delegado- y a eso de los veintiséis, entré en la Refinería como mecánico de compresores y bombas.
APU: ¿Qué representa para vos y para los trabajadores ese lugar tan emblemático?
F.C: En términos culturales e identitarios fue muy determinante, en razón de que YPF la creó un gobierno nacional y popular en la década del ‘20 durante el gobierno de Yrigoyen, como líder del radicalismo, y luego, con el impulso que le dio el primer peronismo. No hay que olvidar que los obreros de la Destilería La Plata y los de la carne en Berisso fueron actores centrales en la movilización épica del 17 de octubre del ’45, donde los trabajadores se lanzaron a la calle para pedir la liberación de su líder, Juan Domingo Perón. Además, fue en la Destilería donde se produjo una de las manifestaciones más importantes y extensas que tuvo lugar en nuestra patria (entre el 25 de septiembre y el 26 de noviembre del ’68), y que muchos dicen que fue determinante en la derrota del gobierno de Onganía.
APU: ¿Cómo fue tu experiencia en el Sindicato de petroleros (SUPEH), sobre todo en la resistencia a las privatizaciones de los noventa?
F.C: Yo era trabajador en la parte de mecánica, ya era militante hace rato. Eran tiempos muy difíciles para el pueblo y para los trabajadores en general; duros para quienes nos oponíamos y resistíamos al proceso privatizador del menemismo. La empresa había sido golpeada y vaciada desde mucho antes, ya con Alfonsín y con el Plan Houston. Y pasó por varias reformas. Primero, pasa de ser una sociedad del estado a convertirse, con el decreto 2778/90, en una Sociedad Anónima, de la mano de José Estensoro. En el marco de la ley 23.696 del ‘89 de reforma del estado menemista se produce la privatización a partir del 1/1/1992. Pero, como había que entregarla a los privados “saneada de personal”, el 13 de septiembre se produjo el llamado a un paro general de actividades con la complicidad de la federación SUPEH, cuyos máximos eran los sindicalistas -devenidos en empresarios-, Diego Ibañez y Antonio Casio. Esta huelga dio pie para los despidos masivos de la mayoría de los trabajadores de la Destilería La Plata. La conducción local del SUPEH jugó un rol ambivalente. Aunque se logró comenzar un plan de lucha y movilizar a la sede de YPF en Diagonal Norte, fue una etapa muy dura porque había que pelear contra la dirigencia entreguista y con la indiferencia de vastos sectores de la sociedad, que veían en la figura de Menem al presidente que los había sacado del infierno de la hiperinflación. En ese marco armamos una lista opositora para competir en las elecciones gremiales de 1992. Finalmente, se impuso la lista violeta y, a partir de ahí, me transformé en el secretario de prensa del SUPEH. Así fue que con esos pocos recursos, organizamos la resistencia para que los compañeros recuperaran su trabajo, ya no como obreros en relación de dependencia sino como socios de cooperativas, sociedades anónimas o SRL.
APU: ¿Qué impacto tiene la producción de Vaca Muerta en la refinería?
F.C: Como todos sabemos, es un yacimiento muy importante, no convencional, y que abre una gran posibilidad de explotación para nuestro país porque ya es el segundo en reserva de gas y petróleo no convencional. El tema es que la explotación de hidrocarburos denominado ESQUISTO es mucho más costosa que los hidrocarburos convencionales. De modo que las utilidades están dadas según el valor del petróleo, para que sea rentable tiene que estar por encima de los 70 dólares aproximadamente. Por otra parte en la destilería La Plata, las plantas están preparadas para destilar el petróleo de las cuencas neuquinas y austral, que es un petróleo pesado. A favor lo que tiene el hidrocarburo de Vaca Muerta es que es más liviano y tiene mejores performances en su rendimiento que el petróleo convencional.
APU: ¿Cuáles son tus expectativas sobre YPF a 100 años de su inauguración?
F.C: Me parece que habría que nacionalizar la empresa 100% para dejar de favorecer negocios a las grandes compañías privadas. Y en segundo lugar, ya en términos más profundos, habría que hacer una nueva Convención Constituyente que reforme el engendro liberal que amparó el pacto de Olivos en 1994. Volver al artículo 40 de la Constitución del año 49, que establece la propiedad de los recursos naturales en manos del Estado federal. Es vergonzoso que las riquezas de todos los argentinos sean propiedades de las provincias en que se encuentre. En homenaje a Mosconi e Yrigoyen, que crearon la primera empresa estatal del mundo, YPF debe ser vanguardia en el desarrollo nacional independiente. No habrá posibilidades de emancipación nacional sin los recursos naturales en manos del Estado nacional.
APU: ¿Es posible eso?
F.C: Bueno, si a San Martín le hubieran preguntado si era posible cruzar la Cordillera de los Andes en esas condiciones, hubiera dicho que no. Pero bueno, las decisiones hay que tomarlas; es complejo porque enseguida te sacan el tema de las relaciones de fuerzas, y eso se construye. Si no las construimos, el pueblo va perdiendo la confianza y así nos va a ir.
Fuente: Agencia Paco Urondo