Economía: La inversión petrolera avanza sin necesidad de RIGI, pero reclama que se levante el cepo
En Vaca Muerta confluyen proyectos de oleoductos para evacuar crudo de exportación sin la necesidad del régimen para las grandes inversiones. Pero para traer dólares frescos, las empresas exigen libertad para disponer de sus utilidades.
Sin el levantamiento del cepo Argentina no podrá consolidarse rápidamente como exportadora de hidrocarburos: el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) es condición necesaria pero no suficiente para animar audaces apuestas de capital. Ese fue uno de los mensajes clave que intentaron transmitirle a Javier Milei durante su reciente visita a Vaca Muerta algunos CEOs petroleros, más interesados en apurar la venta de petróleo que la del gas.
La libertad para operar en el mercado de cambios no sólo facilita la remisión de utilidades y el repago de deudas sino la importación de equipos necesarios para aumentar la producción en el corto plazo, idea que las operadoras ya transmitieron a Economía.
La buena performance del sector, que está registrando récords de perforación y extracción, en algunos casos se sostuvo porque las productoras se vieron en situación de reinvertir los pesos que no pudieron sacar del país.
Pero, según aseguró a este diario una importante compañía trasnacional, las firmas extranjeras son renuentes a aportar capital fresco para nuevos desarrollos si no hay certeza de libertad en el movimiento de divisas. Este es el mensaje que la industria intentó dar al Presidente en su visita patagónica.
La venta los atractivos activos de Exxon en el país puede ser un ejemplo. Un grupo de empresas locales está librando una encarnizada disputa por pozos con preeminencia de petróleo y extraordinaria productividad, bocatto di cardenale para una firma que quiere aumentar rápido su producción. Las firmas foráneas, sin embargo, se mantuvieron al margen de esta disputa.
En las últimas semanas el interés público se focalizó en la localización de una planta para licuar gas que la sociedad de YPF con la malaya Petronas decidió localizar en las costas de Río Negro, en lugar de hacerlo en las proximidades del puerto bonaerense de Bahía Blanca. Se trata de un emprendimiento multimillonario muy desafiante, que permitiría vender al mundo el gas de Vaca Muerta, sobre el supuesto de que se producirán enormes excedentes.
Si bien las ventajas impositivas y fiscales otorgadas por el RIGI para grandes inversiones que consagró la Ley Bases anima ese proyecto, aún hay cuestiones neurálgicas a resolver para concretarlo. Lo admite el propio Horacio Marín, presidente y ceo de YPF, quien militó públicamente por esta obra reclamando aquel régimen.
Para realizar ese sueño, que también tiene en vilo al gobernador rionegrino, Alberto Weretilnek, es necesario conseguir compradores en firme y tener certeza de que los números cierran exportando a 8 dólares el MBTU, precio competitivo para disputar el mercado internacional y suficiente para repagar los créditos de la construcción.
El emprendimiento incluye gasoductos dedicados para llevar el producto de los yacimientos neuquinos hasta la futura planta, otra parte sustantiva de este oneroso combo.
El diseño final tiene que dar lugar a un proyecto que las entidades financieras vean seguro y rentable para avenirse a desembolsar los dólares y aún faltan esos pasos para concretar una obra que estaría plenamente operativa sólo después de 2030.
Definitivamente, es más fácil producir y vender petróleo que gas y los planes empresarios apuntan en este sentido.
El tendido de oleoductos es relativamente más barato que el de un gasoducto, la infraestructura para cargar barcos muchísimo más sencilla, hay menos regulaciones que en el gas y, si bien las proyecciones del precio internacional tienen márgenes de error, no hay ningún indicio de que pueda ir mucho más debajo de los 80 dólares el barril.
En Vaca Muerta, donde no hay riesgo exploratorio, la renta es segura. “Un pozo de desarrollo promedio cuesta alrededor de 12 millones de dólares y se recupera, a lo sumo, en dos años. El break even (punto de equilibrio en las cuentas) es de 45 dólares el barril y hoy el Brent se paga alrededor de 77”, afirma el ingeniero Daniel Dreizzen, director de Aleph Energy.
Un reciente análisis de esta consultora señala que este año hubo «un fuerte redireccionamiento de las inversiones hacia el petróleo”, que habrían crecido un 24% respecto al año pasado, a diferencia de lo que ocurrió en gas, donde el mayor esfuerzo inversor ya se hizo antes.
En el país se producen alrededor de 700.000 barriles diarios y la industria maneja proyecciones que prevén duplicar esa producción en sólo cinco años,con la única condición de que se concreten algunos cambios normativos. El libre acceso al Mercado Unico y Libre de Cambios (MULC) es un requisito casi obvio.
Sólo el desarrollo intenso del shale oil (petróleo no convencional, que abunda en Vaca Muerta) podría más que duplicar la cantidad de pozos perforados en el próximo lustro, triplicando la demanda de equipos de perforación y fractura: para traerlos al país es imperativo disponer de los dólares.
El sector de hidrocarburos es uno de los que aplaude el RIGI porque otorga beneficios codiciados desde hace tiempo, como la libertad sobre las divisas que se generen con las futuras exportaciones.
Sin embargo, este régimen está diseñado sólo para proyectos nuevos de gran envergadura, como la planta de licuefacción que la provincia de Buenos Aires anhelaba para Bahía Blanca y hoy se prevé localizar en Punta Colorada. Esa planta y los gasoductos que la alimenten tendrán las ventajas del nuevo régimen.
El gobierno de Milei dejó fuera de ese paraguas a la producción (upstream). Las petroleras ya saben que la reglamentación del sistema no incluirá al primer eslabón de la cadena energética, decisión que responde a una lógica difícil de refutar: el RIGI tiene intención de fomentar inversiones nuevas de porte y no sólo fortalecer la renta de las que están en ejecución. Infraestructura, sí. Producción, no.
El ducto Vaca Muerta Sur, que YPF empezó a construir para llevar crudo de Vaca Muerta hasta la costa atlántica –Añelo a Punta Colorada–, avanza sin el amparo del nuevo régimen. Pero está habilitado a pedirlo y la empresa planea hacerlo.
El oleoducto promete aumentar un 70% la posibilidad de evacuación desde la cuenca neuquina, la más productiva del país, y sumarse como parte a la proyectada terminal portuaria a construir en Río Negro. Para ello YPF se asociaría a Energy Transfer o a otros operadores locales.
Hay más infraestructura petrolera en desarrollo inmediato. La duplicación del caño que Oldeval construye para evacuar crudo también a la costa atlántica tiene más de un 60% de avance y estaría listo antes de lo programado, a principios del año que viene.
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Fuente: Clarín