El camino hacia China y Rusia
Argentina retoma la negociación por proyectos estratégicos (energía, transporte y otras áreas) con el viaje que hará Alberto Fernández.
En un momento álgido de las negociaciones para reestructurar la deuda de más de 40 mil millones de dólares que Argentina mantiene con el FMI, Alberto Fernández abre su agenda internacional 2022 con dos destinos poco ingenuos. En una visita a China con escala en Rusia, el presidente repasará el camino iniciado hace décadas en materia de financiamiento e inversiones productivas al tiempo que demostrará que hay vida más allá de occidente. Analistas expertos en la relación Argentina -China y Argentina- Rusia para desglosar qué puede conseguir el país, además de una foto que demuestre al FMI que no es su única alternativa.
El aspecto político más importante del viaje previsto para los próximos 3 y 4 de febrero está vinculado a la adhesión a la «Iniciativa de la Franja y la Ruta», popularmente conocido como Ruta de la Seda, el proyecto estratégico de desarrollo que, principalmente a través de inversiones en infraestructura, impulsa China a escala mundial.
«Más allá de que varios países latinoamericanos ya adhirieron, Argentina sería la primera de las cuatro grandes economías latinoamericanas – México, Brasil y Colombia son las tres restantes- que estaría haciéndolo», destaca el economista y autor de los libros «¿Cómo lo hicieron los chinos?» y «Un Mundo Made in China» Gustavo Girado, que resalta la importancia de esta adhesión en tanto habilita a Argentina a ser sede de proyectos estratégicos para mejorar la infraestructura del país.
La visita a Asia podría destrabar muchos proyectos iniciados tras los acuerdos de asociación estratégica que firmaron ambos países durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. «Este viaje permitirá destrabar inversiones frenadas y proyectar inversiones en obra pública, represas, energía nuclear, renovables y defensa», explica Gabriel Merino, co-coordinador del grupo de trabajo China y el Mapa del poder mundial en Clacso.
A fines de diciembre se hizo público un documento enviado a China en el que la Secretaría de Asuntos Estratégicos de Gustavo Béliz y el canciller Santiago Cafiero alistaron 17 proyectos de infraestructura que el país busca financiar. El más importante es la cuarta central nuclear, un proyecto de reactor con tecnología de uranio enriquecido y agua liviana que costará 7.900 millones de dólares, un 85 por ciento del presupuesto total del proyecto. Fue pautado en 2014 y estaba previsto para que se iniciara en 2016 durante la gestión de Juan José Aranguren como ministro de Energía, que primero lo dilató para rever condiciones del contrato para finalmente congelarlo en 2018 por la crisis económica.
Otro proyecto incluido en el listado es el de las represas “Presidente Néstor Carlos Kirchner» y «Gobernador Jorge Cepernic” sobre el Río Santa Cruz, que fueron adjudicadas en 2013. Al año siguiente un grupo de bancos chinos se comprometió a aportar 4.714 millones de dólares para financiar la obra con cinco años y medio de gracia para el capital, el plazo que se preveía para finalizar la construcción. Pasado el plazo de gracia, China reclama el repago de un proyecto que, por las demoras que sufrió, aún no está finalizado. El Gobierno debe sellar un acuerdo de refinanciamiento para estirar los plazos de devolución y seguir recibiendo el fondeo.
Un grupo importante de obras que el gobierno argentino prioriza tiene que ver con los ferrocarriles: la rehabilitación del sistema de Ferrocarriles línea San Martín, Roca y Belgrano Cargas y un plan de modernización de redes ferroviarias que incluya la compra de material rodante. También de energías renovables como la ampliación del parque fotovoltaico Cauchari 4 y 5 que se inauguró en 2019 y el Parque eólico Cerro Arauco. El listado incluye además obras en el sistema de gasoductos, plantas de tratamiento de agua potable y acueductos, los puentes Chaco-Corrientes y Santa Fe-Paraná, programas de conectividad y fibra óptica, de vivienda y hábitat, corredores viales y mejoramientos, obras de transmisión y distribución eléctrica.
«China tiene una oferta excedente en aspectos que Argentina tiene demanda excedente: ofrece infraestructura, tecnología y financiamiento. A su vez, la canasta exportadora clásica que tiene Argentina de soja y petróleo complementa la demanda de China», asegura Girado.
Detalle no menor, además del financiamiento productivo Argentina negoció un swap con China en 2014 que se mantuvo durante los sucesivos gobiernos. Se trata de un intercambio de monedas que pasan a integrar las reservas sin generar ningún costo hasta ser usados, y que Alberto Fernández extendió en principio hasta 2023.
Rusia
La agenda de potenciales inversiones rusas no es oficial, aunque hay algunos hechos concretos que pueden ayudar a armarla. La inversión concreta más reciente fue en materia ferroviaria, cuando el pasado 29 de diciembre el gobierno adjudicó la licitación de 70 trenes eléctricos a la empresa privada rusa TMH por 864,2 millones de dólares. Lo segundo que está en proceso de negociación es la inversión en hidrocarburos. La empresa rusa Lukoil tiene interés en Vaca Muerta y en desarrollos conjuntos con YPF. Podría brindar capitales tanto para la explotación inshore como offshore.
En la tarea por interpretar posibles líneas de financiamiento ruso, el vicedecano de la Facultad de Defensa Nacional (Fadena), Gonzalo Cáceres, destaca tres de los memorándum de cooperación que firmaron ambos países. El de energía atómica, en el marco del cual la empresa pública rusa Rosatom proyecta participar en el desarrollo de central nuclear en Argentina e incluso desarrollar investigación con fines pacíficos. Otro de los memorándum es el de exploración minera y el de cooperación en términos financieros entre el Banco de Inversión y Comercio Exterior y el Banco Ruso de Desarrollo de Regionales.
Los perfiles de ambos países son similares, aunque con asimetrías de capital y de historial: «Es más difícil para los rusos porque heredan una relación geopolítica con la región. Rusia debe reposicionarse tras la debacle de la Unión Soviética, en cambio China ya entra con una economía de mercado dirigida estatalmente. China cuenta con muchos capitales y un proyecto estratégico muy importante – la Iniciativa de la Franja y la Ruta- con un despliegue en términos de infraestructura y geopolítico significativamente mayor que Rusia», reflexiona Cáceres.
En materia de defensa ambos países tienen para aportar: «Por los acuerdos de Madrid la Argentina se encuentra imposibilitada de comprar tecnología militar que tenga componentes británicos. Como en general la tecnología noratlántica tiene un componente británico, para que Argentina pueda acceder a determinada tecnología militar debe mirar a Rusia y China. Por eso el ministro Taiana evalúa la compra de aviones militares de estos países», continúa Cáceres.
Falsa grieta
El bullicio que causa este viaje sobre todo en la opinión pública en el marco de las negociaciones con el FMI es subestimado por los analistas. «Estados Unidos y China viven una guerra tecno comercial de transición hegemónica y la realidad es que Argentina no juega en esa liga. Comprarnos estar de un lado o del otro es la peor posición, por eso siempre hay que apuntar al multilateralismo», reflexiona María José Haro Sly, magister en la Escuela de la ruta de la seda en la universidad de Renmin (China).
«Tenemos una política exterior autónoma e independiente que reconoce que hay un mundo multipolar y Argentina debe tener relaciones con todos los polos de poder que hoy están en el mundo», complementa en diálogo con PáginaI12 el embajador argentino en Rusia Eduardo Zain. «La política exterior debe estar desideologizada, si hubiéramos seguido con el fanatismo ideológico de Cambiemos, Argentina no hubiera tenido vacunas en diciembre de 2020», agrega.
Cáceres complejiza esta discusión: «Las relaciones comerciales no comienzan con este viaje, los acuerdos datan de los 2000 y son hijos de una época en la que la región miraba para un mismo lugar. Ese camino no se desanduvo completamente ya que por lo menos con Rusia, aunque a un distinto ritmo, Macri les dio continuidad. Ahora la posibilidad de default con el Fondo puede hacer que ese acuerdo se potencie pero la relación ya está iniciada».
Alertas
Existe una narrativa armada cada vez que se anuncia una inversión china en el país: que vienen con su tecnología, que no genera mano de obra, que las condiciones que imponen. Los analistas vinculan estos dichos más a prejuicios que realidades, entendiendo que se analizan con distinta vara las inversiones de oriente y occidente. «Son países que van a defender sus intereses. Alerta tenemos que estar siempre, pero en la cultura dominante parece no haber alerta cuando la referencia es a empresas europeas», asegura Jorge Kreynes, secretario de relaciones internacionales del Partido Comunista de la Argentina.
Por el contrario, China no sigue «el formato occidental imperialista, no impone por la fuerza una relación económica como puede ser asegurarse el control de hidrocarburos en medio oriente vía una guerra, o sus intereses económicos financiando dictaduras. China puede generar dependencia económica sin ser acompañado de una imposición político militar», asegura Merino. Lo importante, más allá del país, son los acuerdos: «Si Argentina firma acuerdos similares a los que firmó con occidente de primarización sin desarrollo de tecnología, esta relación no será más que una nueva dependencia», opina Merino.
«Argentina tiene que plantear una relación mucho mas estratégica con China para que al mismo tiempo que podamos exportar commodities podamos agregar valor a la producción», coincide Haro Sly que agrega que, hasta ahora, «los acuerdos con China en términos de tecnología y uso de mano de obra fueron en general más a favor de Argentina. En China hay espacio para la negociación, no hay un paquete cerrado como tienen la mayoría de los organismos internacionales. Pero hay que tener estrategia y buenos negociadores».
Fuente: Página 12