El problema y la oportunidad que da la crisis energética global
El Instituto de la Energía de la Academia Nacional de Ingeniería ha trabajado y sacado nuevas conclusiones de la reunión internacional sobre el Futuro de la Energía realizada en Buenos Aires en septiembre del año pasado.
La invasión rusa a Ucrania obligó a varios países del viejo continente a mirar para otro lado a la hora de buscar proveedores de combustibles, sobre todo de gas y petróleo. Esto ha acelerado la crisis de abastecimiento de energía que ya venía desarrollándose desde 2021 en un contexto mundial en el que la producción de energía reaccionó a menor velocidad que la demanda.
La suba de los precios de la energía afecta a todo el mundo y también al país. La situación actual nuestra merece un fuerte llamado de atención para acelerar el desarrollo de los yacimientos no convencionales, especialmente el de Vaca Muerta. La gran cantidad de combustibles convencionales y no convencionales que allí hay y la posibilidad ya demostrada de ponerlos rápidamente en producción, nos obliga a incrementar cuanto antes su desarrollo hasta llegar al máximo de su capacidad de producción.
Argentina tiene esa oportunidad pero por otro lado, la descarbonización de la energía mundial que la humanidad ha encarado desde hace décadas, se aceleró en los últimos 5 años con cronogramas y compromisos mucho más exigentes. Gran cantidad de yacimientos de carbón y también de petróleo y gas, quedarán para siempre bajo la superficie porque su explotación no será ya admisible en un mundo con metas de consumo energético descarbonizado.
El gas natural emite menos del 60% de los gases de efecto invernadero y por esto el gas será el último de los combustibles fósiles en desaparecer en esta transición. Debido a esto, su demanda aumentará en los próximos 20 años, aunque podrá disminuir y desaparecer luego.
El país debe aprovechar esa ventana de oportunidad apoyada en los yacimientos no convencionales con la perspectiva de lograr una escala exportadora muy superior al consumo interno. Para este objetivo deberá haber rápidos movimientos de toda la cadena de valor, desde la habilitación de áreas por los poderes concedentes, la expansión del upstream, el gasoducto, el transporte, y la licuefacción y exportación de gas. Además será necesaria una densa logística de recursos e insumos esenciales para la explotación, con sus infraestructuras imprescindibles.