El terraplanismo energético
Con una moneda que preserva su valor, aún con congelamientos, no hay tarifazos.
Cuando el Presidente visitó Vaca Muerta para anticipar el lanzamiento del nuevo plan gas, afirmó que en los años anteriores el gas había aumentado de precio, pero que la producción local había caído. Como se trataba de datos duros, al día siguiente vino la réplica.
La producción total de gas del país en el 2015 fue de 117.5 millones de m3/día y en el 2019 alcanzó los 135,2 MMm3/día. Creció un 15%. La producción de la empresa YPF S.A, principal productor, que oficiaba como anfitrión en la visita presidencial, fue en el 2015 de 35.8 MMm3/d y en el 2019 de 41.2 MMm3/d (producción que opera).
Si sumamos la producción que YPF recibe por su participación en otras áreas, en el 2015 produjo 43.7 MMm3/día y en el 2019 44.7 MMm3/d (datos oficiales). Si hubo un error de información, correspondía una aclaración. En cambio, si la información falaz suministrada se proponía establecer premisas de un relato que niega la ley de la oferta y de la demanda promovemos el terraplanismo energético.
Si a mayores precios baja la cantidad ofertada: ¿habrá que bajar los precios para que suba la producción? Por reducción de costos y mayor productividad la producción de gas doméstica puede crecer con precios más asequibles para el consumo, pero esto supone un proceso de inversión sostenida y desarrollo de nuevos mercados (nuevas demandas) que está en las previsiones de la dinámica de la ley de la oferta y la demanda, no en el cortoplacismo estático y voluntarista.
Con el debate de los precios del gas natural, también proliferan las afirmaciones falaces. La primera falacia es la de pretender hacer sobrevivir el “nominalismo” jurídico heredado de la ley de Convertibilidad en un país sin moneda (o con inflación crónica). Entre diciembre de 2001 y diciembre de 2015, el índice general de precios creció 1392%, el dólar se apreció un 1043% respecto al peso, el índice de evolución de salarios creció 1658% y la factura de Metrogas para la categoría residencial R1 aumentó sólo el 175%.
Con una moneda que preserva su valor, aún con congelamientos, no hay tarifazos. Los tarifazos en pesos son la contracara de largos congelamientos de precios y tarifas nominales en una moneda envilecida por la inflación. Esto, tan obvio, es negado y rechazado cuando se insiste en congelar precios y tarifas en valores nominales de hace más de un año, porque esos precios ya tuvieron “fuertes” ajustes en el pasado.
Pero el precio del gas natural (no las tarifas de transporte y distribución) cotiza en dólares y esto también es motivo de ásperos cuestionamientos de quienes abrevan en la realidad ficcional.
¿Cómo afrontar precios en dólares con salarios en pesos? Desde la experiencia comparada podría responderse que, en un país con moneda estable, esta discusión pierde sentido.
Además, si para explotar el gas hay que enterrar una buena parte de dólares, para venderlo debo recuperar costos en esa moneda. Si no hay inversión local, hay que comprar el gas afuera pagando dólares. Así funciona el negocio en el planeta esférico. Y en dólares corrientes empezaba a darse la dinámica mayor producción-menores precios. YPF, por ejemplo, recibía en promedio del mercado 2.38 dólares el MMBTU en el 2015 y 3.40 dólares en 2019. Pero a través de los planes gas, implementados desde el 2013, en el 2015 recibió un subsidio de 2.12 dólares por MMBTU a su producción, y ese subsidio se redujo a 0.25 dólares en el 2019. El precio total en dólares corrientes venía bajando de 4.50 a 3.65.
Y aquí viene el tercer axioma de la argumentación terraplanista: los subsidios son un regalo del Príncipe, o los paga Dios. Ellos comparan el precio sin subsidio de 2.38 dólares en 2015 contra los 3.40 del 2019 ignorando que el costo fiscal del subsidio lo afrontamos todos los argentinos con impuestos o con más inflación (impuesto inflacionario).
Este año el precio del gas que van a recibir los productores locales en promedio rondará en total los 2.6 dólares el MMBTU, y la producción va a caer un 7.5% respecto al 2019.
El plan gas lanzado por el Presidente, que busca contractualizar por 3 años ciertos niveles de oferta y restablecer subsidios para asegurar a los productores precios que surjan de una subasta, aunque discutible frente a otras alternativas, por lo menos se reconcilia con los fundamento de la microeconomía energética.
Fuente: Noticias.com.ar