En Japón, la apuesta por el amoniaco para la transición energética
Un consorcio industrial apuesta en Japón por el amoniaco líquido para generar energía sin emitir dióxido de carbono, aunque el proyecto todavía depende de varios factores todavía inciertos.
Aunque es corrosivo y peligroso, este gas compuesto por hidrógeno y nitrógeno presenta varios atractivos, en particular su propiedad de combustible que no emite CO2, a diferencia de las energías fósiles.
El amoniaco ya se produce y se exporta en el mundo y sirve principalmente para el sector de los fertilizantes.
De hecho, permanece en estado líquido a temperaturas de alrededor de -33 ºC , mucho menos que el hidrógeno líquido (-253 °C) por lo que el transporte resulta más fácil y menos oneroso.
El amoniaco se puede transformar en hidrógeno, pero también se puede utilizar directamente para alimentar centrales eléctricas térmicas y hornos industriales.
Todas estas cualidades lo convierten en «la opción más barata y la más viable» para la energía del futuro en Japón, asegura a la AFP Shigeru Muraki, vicepresidente ejecutivo de Green Ammonia Consortium (GAC), un conglomerado de 70 empresas creado en 2019 y que reúne a la flor y nata de la industria nipona del sector energético.
Japón importa cerca del 90% de la energía ya que prácticamente carece de combustibles fósiles y ha limitado su recurso a la energía nuclear tras el accidente de Fukushima.
El potencial local de las energías renovables parece limitado, dada la escasa superficie disponible y el alto riesgo de catástrofes naturales.
De ahí el gran interés del país por el hidrógeno desde hace años y más recientemente por el amoniaco.
El nuevo objetivo del gobierno de lograr la neutralidad carbono para 2050 permitirá impulsar las energías alternativas.
El GAC prevé inicialmente utilizar amoniaco para coalimentar las centrales de carbón del país y a partir del 2030 las centrales de gas.
El amoniaco podría cubrir en 2030 «el 1,5% de las necesidades energéticas» de Japón, y «hasta el 10% para 2040», con la inyección de unos 13 millones de toneladas por año en las centrales de gas de ciclo combinado, asegura Muraki.
Pero hay varios escollos. Por un lado, será necesario desarrollar nuevas centrales de gas, especialmente adaptadas al amoniaco, para poder controlar las emisiones contaminantes de los óxidos de nitrógeno (NOx).
Y, sobre todo, el hecho de que producir amoniaco genera CO2, a razón de 2,4 toneladas de media por una tonelada del gas, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). El amoniaco es responsable de cerca del 1% de las emisiones de CO2 vinculadas a las actividades humanas.
Por tanto, los fabricantes de gas tendrán que adaptar sus métodos de producción, en particular dotándose de sistemas de captación, almacenamiento y valoración del carbono (CCUS en inglés).
Estas técnicas permitirían producir el amoniaco denominado «azul», frente al «gris» actual, que se obtiene con fuentes fósiles y por tanto contaminantes.
«Pero en un primer tiempo utilizaremos amoniaco gris, porque el azul no estará disponible en los próximos años» en cantidades suficientes, y el amoniaco verde (producido a partir de energías renovables) todavía menos, explica Muraki. «Llevará tiempo», dice.
Sin embargo, Muraki está convencido que los productores de amoniaco acabarán adaptándose: «El mercado de la energía es muy amplio, respecto al de los fertilizantes», y el amoniaco también suscita mucho interés como posible carburante marítimo, «otro mercado mundial», destaca.
A finales de septiembre, el gigante saudita de los hidrocarburos Aramco y IEEJ, un instituto económico japonés dedicado a los problemas energéticos, anunciaron la llegada a Japón de un primer cargamento de 40 toneladas de amoniaco azul, para alimentar, de forma experimental, una central de carbón y dos pequeñas turbinas de gas.
Sin embargo, las organizaciones medioambientales no comparten el entusiasmo de las industrias japonesas por el amoniaco.
La recuperación, el almacenamiento y la valorización del CO2 «no se materializarán a gran escala antes de 2030, y también hay muchas dudas sobre su coste y los riesgos asociados a estas tecnologías», comentó a la AFP Kimiko Hirata, una de las responsables de la oenegé japonesa Kiko Network.
Fuente: Clarín.