En la Ley Bases, un instrumento para superar el subdesarrollo
El Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI), incluido en la Ley ómnibus bajo tratamiento en el Congreso, resulta una herramienta esencial para que nuestro país pueda reestablecer un proceso inversor.
La Ley Bases que estamos tratando en la Camara de Diputados incluye en su Anexo II un Regimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) que resulta una herramienta esencial para que nuestro país pueda reestablecer un proceso inversor que se detuvo hace mucho tiempo.
Este régimen otorga incentivos impositivos, cambiarios y regulatorios que permitirían concretar obras de infraestructura que necesita nuestro país para superar el atraso y el subdesarrollo.
El RIGI apunta a posibilitar grandes inversiones, como la construcción de un puerto, una autopista, una planta de producción de celulosa, una explotación minera o de primera transformación de litio, por ejemplo.
Las definiciones de su alcance están claramente definidas en el Proyecto de Ley, pero en esencia apunta a atraer inversiones que deben cumplen dos condiciones: 1) Un largo plazo de inversión de capital, cuya potencial recuperación también demanda varios anos de maduración, y 2) Un significativo importe de inversión en capital físico, maquinas, equipos y tecnología.
Lamentablemente la inestabilidad económica y los drásticos cambios de orientación política de nuestra nación en las ultimas décadas han hecho completamente imposible que estas inversiones hayan sido viables. La estabilidad jurídica es una condición necesaria pero no suficiente para conseguir inversiones de largo plazo.
Nadie va a hundir 1000 o 10000 millones de dólares en capital físico en Argentina si está sujeto a la posibilidad de que de un día para el otro un burócrata del Estado le cambie las reglas de juego y le modifique las condiciones que había proyectado para que su inversión sea rentable.
Está comprobado que existe un déficit generalizado en la capitalización y la modernización de la infraestructura existente, cuya reversión requiere inversiones que no hizo en las ultimas décadas un Estado que carece de capital y capacidad de gestión para realizarlas.
Por un lado hay infraestructura que falta, no existe, y por otro lado tenemos infraestructura existente pero insuficiente y obsoleta, por ejemplo en el sistema de ferrocarriles y autovías.
En las sesiones del Plenario que está tratando la Ley Bases, todos hemos escuchado largas exposiciones de diputados de la oposición cuestionando los incentivos que prevé el RIGI para atraer inversiones en Infraestructura. En ese marco he expresado públicamente que esos discursos son en su mayoría muy encendidos y cargados de ideología, pero eluden la discusión de fondo.
Cuestionan que, si se aprueba el RIGI, el sector privado va recibir beneficios impositivos y cambiarios cuando comiencen a madurar sus inversiones y generen ingresos para los inversores. Pero no cuestionan las inversiones que no se han hecho ni la infraestructura que no existe.
Esas voces parecen no comprender que las inversiones que no existen no dan trabajo, no ingresan dólares a la Argentina, ni pagan impuestos. Como desarrollista, no puedo evitar comparar esos cuestionamientos sobre las formas pero no sobre el fondo de los problemas nacionales, con los que sufrió el presidente Frondizi en su gobierno cuando convoco al capital privado nacional y extranjero para revertir el déficit de la producción de petróleo por parte del Estado.
En 1958, el país producía el 35% del petróleo que consumía e importaba el resto. En esas circunstancias, verificando que el Estado no estaba en condiciones de revertir semejante déficit energético, y menos iba a poder dar base a la expansión económica que necesitaba el país, Frondizi convoco al capital privado para que realizara lo que el Estado no podía hacer. Los resultados son verificables, mientras toda la oposición cuestionaba vehementemente su decisión estratégica, Frondizi triplicó la producción de acero y petróleo y consiguió el autoabastecimiento petrolero, por primera vez en la historia.
El presidente Javier Milei reconoció públicamente esa decisión de Frondizi citando textualmente un discurso en el que manifestaba que si Frondizi hubiera dilatado las decisiones que requería el país haciéndose eco de los discursos y de la férrea oposición que recibió durante su gobierno “… todavía estaríamos discutiendo los contratos de petróleo y las radicaciones de capitales que fueron el ariete que abrió el rumbo para la transformación profunda de nuestra estructura económica».
En la misma línea, el economista desarrollista, Federico Poli, afirmó en un artículo reciente publicado en Clarín: “Lo que más me sorprendió positivamente del paquete de reformas es el pragmatismo desarrollista del Presidente que expresa el revolucionario RIGI que puede disparar un proceso inversor de una envergadura tal que puede cambiar el perfil de la Argentina en poco tiempo”.
Hace una semana me reuní con el Ministro de Infraestructura Guillermo Ferraro para expresarle mi apoyo personal y politíco al RIGI. Considero que ese capitulo de la Ley que estamos debatiendo en la Cámara de Diputados resulta una herramienta imprescindible para iniciar un proceso de capitalización y de inversiones de largo pazo que modernice la infraestructura existente y agregue otras que directamente no existen. Estamos ante una situación critica y necesitamos salir rápidamente del atraso y el subdesarrollo.
Sesenta años después, el discurso inaugural del presidente Frondizi parece tener plena vigencia: “Nos aguarda una inmensa tarea. Tenemos que librar una lucha sin cuartel contra el atraso, el estancamiento, el desánimo y la desesperanza. Tenemos que aplicar toda nuestra fuerza y toda nuestra inteligencia para levantar al país y lanzarlo hacia adelante. Habrá que construir puentes, diques caminos, oleoductos, usinas y fábricas sobre toda la República. Tendremos que movilizar todas nuestras energías y todos nuestros recursos. Nadie debe esperar que todo provenga del gobierno. El Poder Ejecutivo cumplirá su parte, prestando la ayuda que sea necesaria y estimulando la acción de las fuerzas creadoras, que residen únicamente en el seno del pueblo. Pero esta es una tarea común. Tenemos que vencer, porque esta lucha sin cuartel la hemos de librar en nombre de la justicia y de la libertad”. Por las razones expresadas, adelanto que voy a votar a favor de la aprobación del RIGI incluido en la Ley Bases y espero que mis pares acompañen la aprobación de dicho capitulo.
Fuente: Eduardo Falcone, Diputado Nacional para Clarín