Gases, biocombustibles y política: una mirada al futuro
La visión de Víctor Accastello (ACA Bio), Fabio Quetglas (diputado nacional) Jorge Hilbert (INTA), y Fernando Vilella (FAUBA).
Cuatro referentes de primer nivel se dieron cita en el Congreso Aapresid para compartir sus visiones y experiencias en convertir recursos de la fotosíntesis en combustibles, energía limpia, para todas las actividades. La ocasión es óptima teniendo en cuenta la actualidad del cambio climático que afecta a nivel global, y las acciones locales como la reciente sanción de la ley de biocombustibles.
En primer lugar Acastello, con su rica experiencia de producir bioetanol de maíz desde la planta de la Asociación de Cooperativas Argentina, habló de la importancia del asociativismo como protagonista de la cadena, así como lo que implica en un esquema de economía circular.
Destacó que la planta de Villa María está en proceso de expansión para producir 270mil metros cúbicos por año de bioetanol, “lo que significa que uno de cada treinta y tres (1/33) autos nafteros de Argentina, todo el tiempo los 365 días del año, puede funcionar con biocombustible de esta planta”.
La planta de ACA Bio es para la región y en particular para la producción de leche y de carne se han beneficiado con el abaratamiento en la dieta a partir de la producción de burlanda (componente de la nutrición animal); también aporta desde el recupero de dióxido de Carbono que se destina a uso industrial y de producción de bebidas gasificadas.
“El etanol le importa al productor de maíz porque al haber más demanda puede obtener mayor precio”, dijo, apuntando que en la planta de ACA Bio muelen 1200 toneladas por día y desde noviembre venidero serán 2000 toneladas diarias.
También le importa a la comunidad de Villa María y de la región porque genera empleos de calidad y trabajos que van en paralelo a diversos emprendimientos industriales ligados a la planta de ACA Bio.
Acastello enfatizó que “el bioetanol le importa a la Argentina porque ahorra un 75% de emisiones de gases de efecto invernadero y con eso se puede cumplir los compromisos y metas fijadas en tratados internacionales. Es un muy dato para las petroleras porque hoy no se conciben las naftas sin bioetanol, que es el oxigenante más barato y limpio al que puedan tener acceso”, añadió.
También es significativo para la sociedad en general “porque con biocombustibles respiramos un aire más limpio y puro”, concluyó Víctor Accastello.
Respecto de la nueva ley de Biocombustibles (27640) aseguró que “puede propiciar un sendero de crecimiento con aumento de corte en las naftas con el etanol sustituyendo la importación de esos combustibles. La provincia de Córdoba, con su ley de biocombustibles impulsará cortes mayores”, aseguró Acastello.
Para el diputado nacional Fabio Quetglas es importante pensar en la relación entre la energía y el desarrollo. “En Argentina hay una cantidad importante de fuente de energía diversa”, dijo, pero lamentó que desde el Gobierno “no se vea eso como un potencial”.
Observó que recientemente la Agencia Internacional de Energía advirtió que “el mundo no necesita ni un pozo más de petróleo y que con lo que hay alcanza para el período de transición hacia un mundo energéticamente distinto”.
Jorge Hilbert (INTA) ha trabajado para dejar en claro las ventajas del uso de biocombustibles y su relación con la mitigación de los efectos del cambio climático. “Hay una necesidad imperiosa de bajar las emisiones”, instó.
Dejó en claro que nuestro país está cumpliendo con las NDC, las contribuciones nacionales al cambio climático y el compromiso de reducir las emisiones. “Los biocombustibles nos dan la posibilidad de bajar las emisiones en corto período de tiempo”, ilustró.
Hilbert compartió datos interesantes de la tendencia hacia el año 2050: El uso de la bioenergía crecerá a nivel global un 62%; el uso de biocombustibles gaseosos 552% y el biometano pasará de representar 14% a 60%. En ese mismo plazo se estima que el uso de biocombustibles líquidos crecerá 338%.
En sus conclusiones Hilbert incluyó que “la oportunidad de descarbonización y reducción de emisiones que pueden aportar los biocombustibles líquidos es muy significativo con una mínima inversión y una generación de desarrollo de empleo distribuido federalmente en varias provincias”.
Desde el ámbito académico y con una mayor amplitud sumó su mirada el ingeniero agrónomo Fernando Vilella, titular de la cátedra de Bioeconomía de la FAUBA. Destacó la velocidad de los cambios en las pautas culturales de uso y generación de energía y bioalimentos.
“Los biocombustibles aparecen, en el mundo, como una respuesta adecuada a la necesaria descarbonización de la economía del planeta”, manifestó, agregando el espacio que ocupa la biomasa de soja tanto para elaboración de combustibles como para base protéica de alimentación animal.
Otro de los beneficios es la baja de la huella de carbono, la reducción de importación de hidrocarburos, “y un balance divisas muy positivo con generación de negocios adicionales”.
“Uno de los mejores ejemplos de bioeconomía y de economía circular es la obtención de etanol a partir de maíz, que en Argentina, además de las grandes escalas están las mini destilerías”, dijo Vilella sumando esas condiciones a la producción de burlanda y otras energías verdes como el biogás, el calor o la electricidad.
“El sistema productivo de Argentina, basado en buenas prácticas tiene atributos para todos los productos de clase mundial en lo referido a menores huellas de carbono y de agua, en todas las mediciones hechas hasta el presente”, ponderó Fernando Vilella.
Finalmente propuso sostener “un nuevo pacto verde propio, acorde con nuestros intereses y con el ambiente, pero solo sustentado en ciencia y no en creencias”.