GNL: el histórico talón de Aquiles argentino y una oportunidad de traer los dólares que faltan
El contexto internacional es un gran viento a favor para el país, que tiene el desafío de llevar adelante un proyecto para construir una planta de licuefacción para exportar el gas de Vaca Muerta al mundo.
El sueño de una Argentina exportadora neta de gas natural de Vaca Muerta y que el complejo energético se convierta en el principal exportador del país tiene algo de realidad. Vaca Muerta está con todos los indicadores para arriba y rompiendo sus propios récords de producción mes a mes. Pero, para que el gas argentino llegue al mundo no alcanza con producir más. Hace falta concretar grandes obras de infraestructura, un histórico talón de Aquiles para el país.
La construcción de una planta de licuefacción para exportar Gas Natural Licuado (GNL), algo que solo 20 países tienen en el mundo, es una de esas obras necesarias. El desafío de la Argentina, una vez más, es con la propia Argentina. ¿El sector energético será capaz de concretar este proyecto? ¿El conjunto del sistema político estará a la altura de generar las condiciones para llevarlo adelante? ¿La economía argentina y sus ciclos de crisis permanentes permitirán que avance esta obra? Por lo pronto, en el contexto internacional hay un fuerte viento a favor.
Europa importó desde Rusia casi la mitad del gas que consumió en 2021 y la mayor cantidad llegó por gasoductos. Este año, guerra en Ucrania mediante, el viejo continente estará importando más del 60 por ciento que el año pasado y a precios desorbitantes para intentar suplir al gas ruso. El próximo año Europa tendrá que reemplazar más de 140.000 millones de metros cúbicos adicionales de gas. Es decir, el 14 por ciento de lo que se comercializa a nivel mundial y el 27 por ciento del mercado de GNL, según la consultora global McKinsey & Company.
El precio del GNL ya había tenido una suba histórica en el último semestre de 2021 por la creciente demanda de China (el mayor importador) debido a la intermitente salida de la pandemia y la vuelta parcial de la actividad industrial en ese país. Aunque esta suba del gas todavía no había encendido las alarmas.
La guerra entre Rusia y Ucrania sí las terminó de encender y alteró totalmente los precios internacionales, sobre todo, el del gas natural en Europa, como el Dutch Title Transfer Facility (TTF) en los Países Bajos, que tiene conexión con el gasoducto Nord Stream 1 (que viene de Rusia) y es de referencia para el continente.
Los contratos a futuro para los primeros meses de 2023 en los mercados de Europa y Asia se estaban cerrando a principios de octubre en casi u$s 80 por millón de BTU (unidades térmicas británicas), cuando cotizaban a un cuarto de ese valor. Influenciados por esta tendencia, el precio del GNL saltó de u$s 25 por millón de BTU, en septiembre de 2021 a más de u$s 60 en agosto de este año, según la consultora especializada en mercados futuros del sector energético S&P Global Commodity Insights.
Hoy en el país se producen alrededor de 110 MMm3/día de gas, con picos de 130 MMm3/día. La Argentina importa cerca de 60 MMm3/día en los meses de invierno
Este escenario mundial complejo se le presenta a la Argentina -al menos en este aspecto- como una gran oportunidad para adquirir un perfil exportador. El gas es el combustible de la transición energética, pero en Europa se convirtió en un problema. El viejo continente tiene que reemplazar el gas ruso con urgencia. El mundo demanda gas y la Argentina produce cada vez más, principalmente gracias al no convencional de Vaca Muerta, que viene rompiendo récords de producción y mejora su competitividad.
Según datos oficiales, la producción total de gas natural en agosto en la Argentina superó los 141 millones de metros cúbicos por día (MMm3/d), un 5 por ciento más que el mismo mes del año pasado. Mientras que la producción de gas no convencional alcanzó los 80,2 MMm3/d, un 18 por ciento más que en agosto del año pasado. Las principales productoras de Vaca Muerta como YPF, Tecpetrol, PAE, Total, Pluspetrol, entre otras, planean aumentar fuertemente su producción para el corto y largo plazo.
Si se hacen bien las cosas, la Argentina podría convertirse en un firme proveedor de GNL para Europa. El nudo de esta ambición tiene que ver con que en el país no hay plantas de licuefacción para poder llegar con el gas de Vaca Muerta a Europa. Una planta de este tipo demanda una gran inversión de capital y es un proyecto a largo plazo, cuando pensar qué sucederá en la Argentina dentro de un año es toda una aventura.
El GNL es gas natural, pero a muy baja temperatura y en estado líquido. Cuando se lo enfría a -162°C a presión atmosférica, el gas pasa a estado líquido y se reduce su volumen unas 600 veces. Este proceso de licuefacción permite almacenarlo y transportarlo en buques metaneros para comercializarlo en otros mercados a los cuales un gasoducto no llega. En el mundo hay más de 50 países que importan GNL (China, Japón y las potencias europeas, los principales) y un grupo de no más de 20 países que lo exportan. Los principales vendedores de GNL son Australia, Estados Unidos, Qatar, Malasia y Nigeria. Argentina podría meterse en este grupo selecto. Necesidad de obtener dólares no faltan.
PROYECTOS EN CARPETA
La alianza de YPF y la malaya Petronas para analizar la posibilidad de construir una planta de GNL para exportar gas de Vaca Muerta movió el avispero en el sector. La petrolera nacional tendría el 51por ciento de las acciones del proyecto. En una primera fase la inversión alcanzaría los u$s 10.000 millones para producir 5 millones de toneladas al año de GNL, pero ambas compañías podrían hundir hasta u$s 40.000 millones si escala la producción.
YPF tiene en carpeta el proyecto de GNL desde 2018, pero la guerra en Ucrania aceleró completamente los planes. Por ahora, ambas empresas firmaron un Acuerdo de Estudio y Desarrollo Conjunto, que determinará la factibilidad del proyecto. El estudio analizará el tamaño de la planta, los gasoductos necesarios, la ubicación y la logística internacional, entre otras cosas.
En septiembre de 2022, YPF firmó el memorándum con Petronas para analizar la obra.
Se cree que el Puerto de Bahía Blanca tiene posibilidades de ser elegido, pero por ahora no se descartan otros lugares. También definirá potenciales compradores del GNL y, según dejaron trascender ejecutivos de YPF a APERTURA, no le cierran la puerta a un tercer socio. «Un proyecto de esta envergadura demanda habitualmente alrededor de ocho años, pero creemos que podemos acotar los tiempos porque está Petronas», indicaron desde YPF. La malaya es una de las tres principales compañías productoras de GNL del mundo. «Dentro de 10 años, cuando el proyecto esté finalizado, se podrán producir y exportar más de 25 millones de toneladas/año de GNL», comentaron desde YPF. Según el anuncio oficial que realizaron ambas compañías, la planta podría tener capacidad para exportar más de 460 barcos anuales (la Argentina importa en invierno todos los años alrededor de 35 buques), que podrían significar más de u$s 20.000 millones anuales.
No es el único proyecto de GNL que está en carpeta en el país. Transportadora Gas del Sur (TGS) y la compañía estadounidense Excelerate Energy también tienen en carpeta un proyecto para construir una planta de licuefacción en Bahía Blanca para exportar gas no convencional de Vaca Muerta. A diferencia del estudio de YPF y Petronas, que en principio prevé la exportación durante todo el año, este segundo proyecto sería para vender al exterior gas natural durante los meses de verano, cuando baja la demanda local en la Argentina.
El proyecto tiene larga data, ya que en 2018 las empresas firmaron un Memorando de Entendimiento para evaluar la viabilidad de la iniciativa. El proyecto sigue en carpeta, aún más en este contexto. Excelerate es una compañía que se dedica al GNL, almacenamiento y regasificación marítima de gas licuado. En la Argentina, instaló la primera terminal de importación de GNL del país en 2008 en Bahía Blanca y en 2011 desembarcó con la segunda en Escobar.
Tecpetrol, la empresa petrolera del Grupo Techint, también mostró interés en ponerse al frente de un proyecto de licuefacción para exportar GNL desde la Argentina. La compañía es la mayor productora de shale gas de Vaca Muerta, donde opera Fortín de Piedra, la mayor área de gas no convencional de la cuenca Neuquina. Desde allí, Tecpetrol produce 20 MMm3/día, pero planea duplicar la producción para adquirir un perfil exportador, además de incrementar la elaboración del fluido para llenar el Gasoducto Néstor Kirchner.
Si bien desde la compañía no están dando detalles sobre el proyecto, recientemente la gobernadora de Río Negro, Arabela Carreras, admitió públicamente que mantuvo conversaciones con la compañía del grupo de Paolo Rocca sobre la posible instalación de una planta en esa provincia y la construcción de un gasoducto desde Fortín de Piedra hasta la costa rionegrina, en el Golfo San Matías. A fines de septiembre, la legislatura de esa provincia aprobó una modificación a la ley de hidrocarburos que permite el transporte de petróleo y gas en ese golfo.
DESAFÍO REGULATORIO, LA CLAVE PARA EL GNL
La legislación que regula el mercado del gas natural en la Argentina está regida por la Ley de Gas 24.076 y la Ley de Hidrocarburos 17.319, que es de 1967. Ambas normas establecen que la prioridad del sector energético es el abastecimiento del mercado interno. Este es un aspecto que se debería cambiar para que avance la idea de la construcción de una planta de licuefacción en el país, porque todos los proyectos en carpeta tendrían como objetivo la exportación del gas natural.
El pasado 1° de octubre el país comenzó a exportar gas en firme por segundo año consecutivo a Chile por gasoducto para los meses no invernales. Pero las exportaciones de GNL implicarían otras condiciones porque requieren contratos a largo plazo y con entregas durante todo el año.
APERTURA entrevistó a Daniel González, director Ejecutivo de IDEA, la entidad que agrupa a las mayores empresas de la Argentina, que junto al centro de estudios Fundar, elaboraron un trabajo conjunto para un marco regulatorio para concretar una planta de licuefacción en el país. «Argentina tiene lo que no se puede crear o construir: el recurso natural. Y en Vaca Muerta lo tenemos en cantidades que nos permiten abastecer el mercado local y poder exportar. Pero el gas es un recurso que es difícil de transportar a gran distancia, solo se puede hacer con enormes inversiones en transporte, acondicionamiento, licuefacción y logística. Lo que Argentina necesita es crear un marco que permita estas inversiones, a pesar de nuestra historia de inestabilidad macroeconómica», explica González.
Además, destaca que «si juntos creamos este marco, no hay duda que en cinco a siete años la Argentina se convertirá en exportador de GNL y que las divisas que se generen, junto con la exportación de petróleo, podrán constituir un cambio de paradigma en nuestra permanente restricción externa».
La ley de GNL elaborada por IDEA debería contemplar la estabilidad fiscal para que los proyectos no sean alcanzados por eventuales modificaciones en los impuestos nacionales y provinciales que afecten a la cadena de valor. «Las alícuotas del impuesto a las Ganancias e IVA debieran ser las mismas vigentes para el resto del sector privado en Argentina», aclara la iniciativa. A su vez, debería contar con estabilidad regulatoria para llevar adelante contratos en firme a largo plazo; libre disponibilidad de divisas y acceso al mercado de cambios para que se determine «un porcentaje de los ingresos» provenientes de las exportaciones y que sean «de libre disponibilidad del exportador y no requiera su liquidación en el mercado de cambios local»; y, también, las inversiones deberán adaptarse a los estándares internacionales de sustentabilidad y reducción de emisiones de CO2.
En este sentido, el director Ejecutivo de IDEA resalta: «Creemos que lo más importante es que haya consenso entre las dos principales fuerzas políticas para eliminar la incertidumbre de que lo que se apruebe hoy vaya a cambiar en el próximo gobierno o en el siguiente. Este consenso debiera plasmarse en una ley, que debiera asegurar estabilidad regulatoria y fiscal, sustentabilidad desde el punto de vista climático y libre disponibilidad de divisas».
«Tiene que quedar claro de qué manera nos aseguramos de que el mercado interno esté apropiadamente abastecido, en volumen y precio, de manera que los volúmenes de exportación puedan ser comercializados en firme bajo contratos de largo plazo que no pueden interrumpirse», añade. «Sabemos que es difícil empujar estas cosas en la Argentina, pero este caso tiene la particularidad de que no se va a beneficiar ni este ni el próximo gobierno así que hay una chance de que la política realmente vea el beneficio de largo plazo para toda la sociedad», concluye González.
Juan José Carbajales, director del Posgrado en Energía y Sostenibilidad de la Facultad de Derecho de la UBA, abogado y exsubsecretario de Hidrocarburos de la Nación, analiza también la relevancia de un marco regulatorio para el GNL: «Hoy la legislación establece que antes de exportar una molécula, el país debe tener garantizado el abastecimiento local. En la actualidad, la Argentina tiene la característica de triplicar el consumo de gas en invierno por la creciente demanda residencial. Tenemos que hacer compatible la fuerte inversión en infraestructura para exportar GNL con la falta de gas en invierno». Y añade que esta situación de fuerte demanda invernal «requiere una decisión que tenemos que tomar como país, que tiene que ver con fomentar el GNL, que a la larga va a aportar dólares y, al mismo tiempo, que no se van a cortar las exportaciones en invierno, aunque la Argentina tenga que importar GNL para satisfacer la demanda invernal».
Para dejar de importar GNL en invierno, la Argentina tendría que construir muchos más gasoductos y plantas de tratamiento para abastecer con producción propia la demanda local en los tres o cuatro meses de frío. Se trataría de una infraestructura que en los meses no invernales quedaría ociosa por la caída de la demanda de gas. Esto requeriría de mucha inversión de capital solo para abastecer el pico de la demanda, que se podría cubrir con cargamentos de GNL entre mayo y agosto. La legislación para el GNL en el país permitiría importar para abastecer la demanda invernal, pero -al mismo tiempo- poder exportar durante todo el año. «Así iríamos a un esquema de autoabastecimiento comercial, porque cerrarían las cuentas con compras de gas solo en invierno y ventas de GNL al extranjero durante todo el año», explica Carbajales.
Carbajales también analiza las posibilidades concretas que tiene el país para producir GNL. «El mundo debe reemplazar el carbón por el gas, algo que la Argentina ya hizo. El GNL es una oportunidad cierta y es ahora. El mundo requiere algo que nosotros tenemos. La Argentina podría convertirse en un exportador de 50 MMm3/d. Pero esto va a ser secuencial, va a demorar mínimo unos cinco años de construcción de la planta», describe.
Aunque las compañías petroleras tienen planes de aumentar la producción de gas, hoy en el país se producen alrededor de 110 MMm3/día, con picos de 130 MMm3/día. La Argentina está importando cerca de 60 MMm3/día en los meses de invierno porque no puede cubrir con producción propia el pico de consumo en los meses de frío. Según los proyectos que se conocen hasta el momento, y en base a proyecciones optimistas, las exportaciones de GNL de la Argentina podrían significar el 50 por ciento de la producción local actual. Aunque en el sector reconocen que el camino es largo.
Carbajales subraya que «hay un horizonte al que yo no le veo límite. Por eso se habla de la posibilidad de más de una planta de GNL en el país. Es comparable con el boom de shale (hidrocarburos no convencionales) en Estados Unidos, un país que pasó de ser importador a convertirse en exportador neto de gas y hoy es el gran abastecedor de Europa».
El especialista energético y exsubsecretario de Hidrocarburos analizó además lo que hace falta para concretar una obra como la que demanda el GNL: «Una vez que esas inversiones lleguen, que es todo un desafío, se tiene que impulsar toda la cadena de valor para que el GNL sea una realidad. Para esto hace falta desarrollar el gas de Vaca Muerta. Ya sabemos producirlo de manera competitiva. Pero tenemos que construir nueva infraestructura, más allá del Gasoducto Néstor Kirchner y el sistema Transport.Ar, (el plan de construcción de gasoductos y ampliación del sistema de transporte de gas natural que anunció el gobierno), va a hacer falta construir ductos dedicados específicamente para la exportación, plantas de tratamiento, de separación de gases y líquidos, una o varias plantas de licuefacción y adecuar los puertos de aguas profundas».
Fuente: Cronista