Gobernadores en fila, PJ acuerdista y la variante Massa para Vaca Muerta
La negociación por la deuda marcará el arranque de la semana. La pelea petrolera llega al Congreso.
El Gobierno y la oposición acordarán este lunes los términos de un acuerdo para aprobar en el Congreso una ley que respalde la renegociación de la deuda pública, con el mayor apoyo político posible. La prenda de amor es la incorporación de las provincias al formato del proyecto que envió el Ejecutivo, al darle herramientas e inmunidades al ministro Martín Guzmán para llegar a un acuerdo global, con acreedores privados y los multilaterales -en particular el FMI- que incluya a la Nación y a las provincias. Esta incorporación de los estados provinciales la planteó el interbloque de Juntos por el Cambio, después de escuchar el martes a los tres gobernadores del radicalismo en una reunión del Comité Nacional de la UCR.
En esa oportunidad, el planteo más crudo fue el del jujeño Gerardo Morales, quien expuso las dificultades para pagar sus deudas por las restricciones del Gobierno nacional para hacerlo. El reclamo de sumar a las provincias lo hizo público el jefe de esa bancada, Mario Negri. La oposición puso como condición, para dar el quórum y el voto en la sesión de este miércoles, que se colase a las provincias en las facilidades de la nueva ley, que blinda a los negociadores ante reproches legales futuros, como los que han merecido otros ministros de Economía que terminaron procesados por negociaciones de deuda. También pidió, junto a los jefes de los partidos opositores, que compareciese este martes en el plenario de comisiones (Presupuesto, Finanza, Legislación) el ministro Guzmán.
Mueven Wado y Capitanich
Durante el fin de semana se movilizaron detrás de la misma idea varios gobernadores del peronismo, que expusieron ante el Poder Ejecutivo la conveniencia de que todas las provincias se pusieran en la cola de la nueva norma, no sólo en beneficio de los mandatarios de la oposición, sino también del oficialismo. Para sumarlos a todos tuvo importancia clave un diálogo telefónico del ministro del Interior, Eduardo «Wado» de Pedro, con el gobernador del Chaco, Jorge Capitanich. Este gobernador es, entre los del peronismo, el que tiene más cercanía y poder de persuasión en la cúpula oficial.
El diálogo ocurrió después de que un grupo de funcionarios de Economía se reuniesen con legisladores del peronismo el último miércoles, para explicarles la necesidad, más política que técnica, de la norma. Los términos de esa conversación entre Cecilia Todesca y Haroldo Montagú con los diputados, fueron comunicados a los demás bloques, que admitieron la conveniencia de evitarle al ministro un odioso examen en el plenario. Más cuando las reuniones que tendrá esta semana Guzmán en Nueva York destrabarán los acuerdos para la totalidad de la deuda. Esas citas pagan más que un comparendo ante diputados.
En 48 horas puede estar el acuerdo
Con esta música de fondo, las 48 horas que se vienen, con actores en Nueva York y por acá, pueden terminar siendo las decisivas para destrabar la renegociación. Guzmán espera fumata blanca en sus reuniones de este lunes con inversores y delegados del Departamento del Tesoro, y las de este martes con los agentes del FMI. Lo acompañará Sergio Chodos, representante criollo ante el FMI pero, más importante, el padrino político del ministro. Fue quien lo acercó hace algunos años al PJ, y lo invitó a dar una charla en la sede de Matheu en el grupo Gestar. Desde entonces, Guzmán actuó como asesor informal del bloque del peronismo disidente en debates como la fórmula previsional y los consensos fiscales.
El ministro viaja solo, apenas lo acompaña su secretario privado. Tiene un departamento en Nueva York y ahorrará en viáticos de estadía, como hacían otros negociadores con doble domicilio. Guido Di Tella, canciller de los ’90, terminaba las reuniones más encumbradas en la ONU, se ponía un piloto algo raído y caminaba hacia la noche, siempre solo. Alojaba en su propia casa. Lo mismo Héctor Timerman, que ocupaba un domicilio familiar cuando viajaba por cuestiones diplomáticas a esa ciudad. No está decidido que Guzmán acompañe a Alberto Fernández en el tramo de su viaje que comienza el miércoles y que toca, además de El Vaticano, Roma, Francia, España y Alemania. Puede ocurrir que le pidan al ministro que esté junto al presidente en el recorrido, que justifican en la necesidad de buscar amigos, para amortiguar las críticas del bloque europeo en el FMI a Washington, por haberlo apoyado tanto a Macri Macri, el amigo de Donald Trump.
Salvo la Santa Sede, no es el mejor momento para varearse por esos países. Francia se hunde en las protestas contra el sistema de jubilaciones, que arrastran ya a los mercados. Italia sigue la perinola sin poder formar un gobierno sólido. España digiere la captura del gobierno socialista por el chavismo de Podemos, que administra una vicepresidencia y carteras clave, y discute si lo recibe o no a Guaidó, un debate tercermundista. De Francisco siempre se pueden esperar señales positivas de apoyo al Gobierno, como los que tuvo en marzo de 2014, cuando la invitó a Cristina el mismo mes en que recibía a Barack Obama, y todos esperaban un apoyo de los EE.UU. a un acuerdo con los bonistas. Aquella vez no salió, pero la intención estuvo. Hoy el país tiene una situación similar y una foto con el Papa ayuda. Lo sabe Guzmán, que va al Vaticano el 5 de febrero a un seminario de economía en donde compartirá estrado con Jeffrey Sachs, Joseph Stiglitz, Kristalina Georgieva, el obispo Marcelo Sánchez Sorondo y el asesorísimo Gustavo Béliz. Lo invitó este asesor, aunque sabe que ni Sorondo ni Béliz son lo mismo que Bergoglio. Pero igual va.
Giro inédito para un peronismo que siempre eludió negociar
El acuerdo entre el oficialismo y la oposición es una novedad para la convivencia entre el peronismo y el no peronismo. Hasta ahora han vivido en una refriega permanente, con acusaciones cruzadas por las herencia recibidas, y explotando las diferencias. Cuando ha gobernado, el peronismo ha huido siempre del formato acuerdista, fiel a la tradición partidaria de alzar la fuerza y la intransigencia, como valores superiores de la construcción política. Ante situaciones como éstas, ha buscado imponer el número y sacar las leyes de arrebato.
La novedad la aporta Guzmán, que cree que es central, para sentarse a hablar de una salida a la crisis de la deuda, que los acreedores vean que su posición tiene un amplio apoyo político, y que lo que él firme no se lo van a dar vuelta ante el primer cambio legislativo. Si el trámite sale bien, será una de las pocas políticas compartidas por las fuerzas partidarias. La Argentina tiene pocas políticas de Estado -Malvinas, derechos humanos, terrorismo- pero suelen ser esmeriladas por las partes, con propósitos de coyuntura. El acuerdo que logró el anterior gobierno con el peronismo disidente fue gracias a la división de esa fuerza, un fenómeno que ocurrió entre 2009 y 2019. Ese cisma le permitió al gobierno de Macri el apoyo a importantes leyes, pero todas ellas tuvieron el rechazo del peronismo que hoy es gobierno.
La oposición adelanta cita en Buenos Aires
Este proceso para el acuerdo de la deuda puede ser así, el punto de partida de una nueva cohabitación entre el peronismo y el no peronismo. En modo diálogo, viajarán este lunes a Buenos Aires los gobernadores radicales y se mostrarán en dos frecuencias. Habrá una reunión por la tarde entre Rodolfo Suárez, Gerardo Morales, Gustavo Valdés, y el local Horacio Rodríguez Larreta, con los jefes legislativos Negri y Luis Naidenoff, para redactar el texto que pedirán se incluya en el nuevo proyecto. Será a cambio del quórum y apoyo masivo. Le llevarán esta idea los cinco a una segunda cita, aun no acordada, con Sergio Massa y Máximo Kirchner.
Este martes estarán cerca de la sesión del plenario, y por la tarde harán la cumbre prometida de partidos de Juntos por el Cambio. El texto final lo tienen que acordar con el Ejecutivo y otros bloques con ciencia en la materia, como el del lavagnista Consenso Federal en donde ronca fuere Jorge Sarghini. Este economista está entre quienes mejor dominan las cuentas públicas. El planteo de las provincias responde al requerimiento de un artículo de la Ley de Responsabilidad Fiscal, que las obliga a pedir autorización a la Nación para las operaciones de endeudamiento. El reclamo provincial sería para omitir este requisito al momento de renegociar. El otro punto es el diferimiento de los pagos de las provincias en deudas con la Nación. Esas deudas están garantizadas por la coparticipación, y no se pueden defaultear unilateralmente.
Otro brindis acuerdista, mirando hacia Brasil
También parece ganar aire el acuerdismo patrio con la charla en público que tuvieron en la cumbre de Davos Guillermo Nielsen y Paulo Guedes, ministro de Economía de Jair Bolsonaro, sobre el proyecto de tender un gasoducto entre Vaca Muerta y Brasil. Es una idea casi faraónica pero tiene miga política. Se trata de un proyecto que Brasil tiene desde hace rato y que Bolsonaro y Guedes le plantearon a Macri el año pasado, y que ahora repite Guedes en una vidriera que puede generar compromisos. Esa idea la impulsan también los neuquinos, donde tiene su radicación principal este yacimiento, al que algunos llaman «El Dorado» de nuestro tiempo (lo repite Jorge Lapeña, hidrocarburífero gurú del radicalismo).
El gobernador Omar Gutiérrez dice que ese proyecto servirá para la salida del gas de Vaca Muerta hacia clientes de la región, sin entrar en el negocio de la licuación del gas para llevarlo a otros continentes. La idea incluye etapas, una de Neuquén a Salliqueló, de ahí a San Nicolás, Uruguayana, en el sur de Brasil. Fue una sorpresa que Nielsen reflotase este proyecto tan simpático para los brasileños, cuando el estereotipo de las relaciones hoy pasa por hostilidades entre los dos gobiernos. ¿Creerá el Gobierno lo que se dice en Brasilia sobre el regreso de Lula da Silva a la cárcel? En ese viaje a Davos le hizo de sherpa a Nielsen el funcionario Luis Kreckler, embajador en Suiza que espera el plácet para ir a China en reemplazo de Diego Guelar.
Esa designación era previsible por la relación personal de Kreckler con Cristina, a quien trató cuando fue cónsul en Los Ángeles en 2005, con un mimo que ella nunca olvidó. Pero más aun porque Kreckler es uno de los negociadores de la diplomacia con más experiencia, como subsecretario y secretario de Relaciones Económicas Internacionales con tres cancilleres, Rafael Bielsa, Jorge Taiana y Héctor Timerman. Dificil encontrar otro con más experiencia. En esas funciones negoció swaps, comercio exterior y otros acuerdos en casi una veintena de viajes a China. Estuvo en el búnker de la victoria de los Fernández el 27 de octubre, y caía de maduro que iba a tener una función importante con este gobierno. Hay que mirar esos filmes, porque de la misma manera quien estuviera en las sesiones de los equipos técnicos de Ginés González García en el PJ durante la campaña electoral, no se extrañará que la diplomática María del Carmen Squeff vuelva a estar en el bolillero para ir de embajadora al Vaticano. Fue la primera opción de Felipe Solá, y se demoró por el interés de “Marita” por ser la subsecretaria de Jorge Neme en relaciones internacionales.
El massismo pone en el aire proyecto para Vaca Muerta
Ese proyecto es más modesto que el que anunciaron alguna vez Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Lula en 2005. Iba a conectar al país con Venezuela. No avanzó ni un centímetro y dio aire a otros. Uno es el que contiene un nuevo proyecto de promoción de Vaca Muerta y de la industria de hidrocarburos, que comenzó a circular en el Congreso. No tiene la formalidad de una iniciativa legislativa, pero aspira a entrar en la mezcladora que tratará el Congreso, a donde irá también el proyecto secreto de Nielsen -que Santiago Cafiero tiene sobre su mesa, lo agita en el aire pero no se lo deja leer a nadie, y el de la cámara de sindicatos petroleros que anima Antonio Cassia. Este nuevo proyecto tiene la autoría de Massa y sus asesores. Es lo que hubiera llevado si hubiera ganado la pulseada para que uno de sus hombres ocupase la silla de YPF.
La diferencia con el de Nielsen es que él lo mandó a consultar con todos y no se lo esconde a nadie. Y eso que Massa es presidente de la Cámara de Diputados, es decir, mucho más que un presidente de YPF. La iniciativa prevé las condiciones para construir, en lugar de un gasoducto a Brasil, una planta de licuación de gas para exportar al mundo. Cuesta unos 5.000 millones de dólares. Los otros ejes del proyecto son el fiscal y el laboral. Crea una zona especial para la entrada y salida de capitales para la actividad, algo parecido a lo que acordó el gobierno de Cristina con Chevron, y libera los contratos laborales a la negociación por productividad. La vigencia del sistema son 35 años, una manera de permitir que se hagan contratos en firme a largo plazo para la exportación de gas, que hagan posible la inversión, para convertir a Vaca Muerta en el Permian (Texas, Nuevo México) del sur.
Fuente: Clarín.