Italia vuelve la mirada hacia la energía nuclear ante encarecimiento del gas
Con el aumento de las facturas de luz y gas, que este otoño llegará a un 40 por ciento por el encarecimiento de los hidrocarburos, Italia vuelve a discutir el regreso a la energía nuclear, a la cual renunció en 1987.
La breve época nuclear en Italia
La experiencia con la energía atómica que tuvo Italia fue relativamente breve. La primera central fue inaugurada en 1964, más tarde se le añadieron otras tres, pero en 1986 la catástrofe de Chernóbil impresionó tanto a los italianos que ya para marzo del año siguiente fueron cerradas todas las instalaciones y un referéndum, celebrado ocho meses después, puso fin a la época nuclear en el país.
En 2011, unos meses después de la tragedia de Fukushima, se organizó otro sufragio, en el cual el 95 por ciento de los votantes volvió a decir «no» a la energía atómica.
En realidad, entre los años 60 y 80 la contribución de las centrales atómicas a la generación eléctrica del país fue muy modesta, oscilando entre el 3 y el 4 por ciento y alcanzando el pico del 4,5 por ciento justo en 1986.
El problema del gas
Más de treinta años después el consumidor italiano ve que en la factura de luz la energía nuclear se sitúa en el mismo nivel, pero ahora se trata de electricidad importada de Francia.
¿Y de dónde proviene el resto de la energía? La misma factura dice que en 2019 las fuentes renovables cubrían el 38 por ciento de la demanda energética del país y el carbón el 9 por ciento. A su vez, el gas natural, cuya cuota creció drásticamente en las últimas décadas hasta casi eliminar el petróleo de la generación eléctrica, llegó al 45 por ciento.
Sin embargo, este año el precio del gas natural en los mercados europeos se ha disparado, aumentando en un 170 por ciento y rozando los 1.000 dólares por mil metros cúbicos.
Al importar el 95 por ciento del gas que consume, Italia es uno de los países más perjudicados por su encarecimiento. De hecho, se espera que este otoño las facturas de gas y luz aumenten en un 40 por ciento.
Ministro pronuclear y sus críticos
El pasado mayo el ministro de Transición Ecológica y docente de física, Roberto Cingolani, se declaró a favor de la producción de energía nuclear, sugiriendo utilizar «pequeños reactores de fisión que generalmente se usan dentro de grandes barcos, dejan pocos residuos y producen unos 300 megavatios».
Cuatro meses después Cingolani habló de tecnologías nucleares de «cuarta generación» (que aún no existen) y criticó ásperamente a los «ambientalistas radicales y bohemios» que «son peores que la catástrofe climática».
Esta vez sus declaraciones provocaron una polémica muy animada. Por una parte, el ministro recibió el apoyo de algunos políticos, como el líder de la Liga Matteo Salvini, para el cual la eventual apertura de una central nuclear en su natal Lombardía no tendría nada de malo.
Por otra parte, los ecologistas rechazan unánimemente tanto las críticas, como las propuestas de Cingolani. Según recalcó el presidente de la Asociación Legambiente, Stefano Ciafani, “no tiene sentido gastar los recursos públicos en una tecnología que ni siquiera se sabe si llegará algún día. Ya tenemos tecnologías renovables que nos permiten enfrentarnos con la crisis climática”.
Greenpeace en su cuenta de Twitter inquirió retóricamente al ministro: “¿Qué intereses prefiere defender, los del medioambiente o los de los grupos de presión?”, mientras el presidente de la ONG ecologista Kyoto Club, Francesco Ferrante, sentenció que “la energía nuclear es un arma de distracción masiva, es una charla con la que sólo se pierde tiempo. La cuestión energética en Italia se juega solo y exclusivamente en torno al gas”.
¿Facturas o medioambiente?
De hecho, en las condiciones actuales, el hipotético regreso a la energía nuclear adquiere una importante dimensión económica, al presentarse como una posible solución al problema del gas caro.
Algunos de los factores que determinan su encarecimiento son temporales, como las reservas insuficientes en los almacenes europeos o las dificultades relativas a la construcción y la puesta en marcha del gasoducto Nord Stream 2.
Pero también hay factores a largo plazo, en primer lugar, la transición ecológica, emprendida por Italia y otros países de la UE con el fin de alcanzar la neutralidad de carbono para 2050, que requiere enormes cantidades de gas.
Dado que también crece la competición por parte de los compradores asiáticos por los suministros de gas, es probable que en los próximos años su precio se mantenga a un nivel alto, con lo cual la idea de resucitar la generación nuclear de energía parece más que justificada desde el punto de vista económico.
La gran pregunta ahora es ésta: ¿Qué es lo que le parecerá más convincente al consumidor italiano, los argumentos de los ecologistas o las cifras que verá en los próximos recibos?
Fuente: Sputnik