La Casa de la Moneda prepara golpe de mercado
El problema de credibilidad en Argentina provoca que el financiamiento sea escaso. Ayer una bocanada de oxígeno provino del resultado de la licitación de deuda con $770 mil millones emitidos ante vencimientos por $412 mil millones. Igualmente los préstamos siguen siendo a cortísimo plazo y altas tasas. Los organismos internacionales ya están saturados de deuda argentina, desde el FMI hasta el BID, Banco Mundial y la Corporación Andina de Fomento (ahora Banco de Desarrollo de América Latina).
Para poder financiar la construcción del segundo tramo del gasoducto de Vaca Muerta se recurrió a un nuevo prestamista de última instancia, el BNDES, el banco de desarrollo de Brasil. Son casi u$s 690 millones para el tramo que va desde Salliqueló en la provincia de Buenos Aires hasta San Jerónimo en Santa Fe. El lunes último, durante el almuerzo por el Día del Petróleo, los principales ejecutivos del sector aseguraban que el gasoducto de Vaca Muerta no va a estar operativo para el invierno del 2023, otro dolor de cabeza a futuro para Miguel Pesce.
La secretaria de Energía Flavia Royón admite que es probable que retorne un ícono del fracaso del kirchnerismo en lo económico: el buque regasificador, con las importaciones de gas para cubrir la mayor demanda del invierno. Un error de cálculo del gobierno, en medio de dejar todo ajuste o reforma a quien gane las elecciones del 2023, es que puede dejar terminado el gasoducto sin estrenar, y para estar operativo en el invierno del 2024. El verano se presenta desafiante nuevamente por los posibles cortes de electricidad ante el clásico estado del sistema: «atado con alambres».
Las señales del mercado financiero muestran que le asignan altas chances a que pase el verano sin una devaluación o salto brusco del tipo de cambio. Las tasas implícitas en las operaciones a futuro para los vencimientos que van de enero a abril están por debajo del 90% cuando llegaron a estar por encima del 120%. En abril seguramente ya estará operativo una tercera temporada del dólar soja, a valores cercanos a los 300 pesos, de manera tal de poder llegar a las elecciones PASO y las presidenciales sin el «fabregazo», ya un sinónimo o argentinismo que hace referencia a un salto brusco en el tipo de cambio oficial.
¿Será Sergio Massa, como Lacunza en la gestión de Mauricio Macri, el que permitió llegar a las elecciones presidenciales con «damage control»? Los problemas financieros del Tesoro se mantienen. En enero vencen $ 1,1 billones, en febrero $ 1,2 billones y en marzo $ 1,5 billones. Si bien puede no haber «fabregazos» en el verano, persisten las dudas sobre el refinanciamiento de estos vencimientos y cómo se hará para que haya interesados en comprar deuda pública que venza después del 10 de diciembre del 2023.
La Casa de la Moneda está lista para nuevas impresiones de billetes. Diciembre tuvo como agregado la emisión de $ 200 millones por el giro de los DEG del FMI del Tesoro al BCRA. Hay que sumar las compras de bonos que efectúa Miguel Pesce en el mercado secundario para sostener los precios de los bonos que vencen en el 2024. Y por último, cada temporada del dólar soja implica emisión de pesos (el BCRA compra a exportadores a $ 230 y vende a $ 170).
Por este motivo es que la variable a seguir de cerca en el verano es el «contado con liqui», que canalizará los excedentes de pesos que haya en la plaza financiera. La inflación, desde ya, no bajará en el 2023 a niveles razonables por las acuerdos de precios que se firmen hasta marzo. En octubre el «contado con liqui» se operaba ligeramente por encima de los 300 pesos y ahora ya lo hace cómo por encima de los $330. Si se ajusta por inflación los valores del 2020, el CCL debería estar cerca de los $ 500.
El drama de las empresas con liquidez es el de siempre: ¿qué se hace con los pesos? No son pocos los bancos que se resisten a aceptar colocaciones a plazo fijo ante la imposibilidad de cruzarlos con préstamos al sector privado. La exposición al Tesoro y a las Leliq está cerca del tope deseado o el tope permitido. La nueva rendija abierta para los que se quedan posicionados en pesos son las cauciones bursátiles, una suerte de plazo fijo a 7 días que estuvieron de moda en los 80s y en los 90s hasta la entrada en vigencia de la Convertibilidad, con el BCRA poniendo como plazo mínimo los 30 días.
Dentro de los objetivos oficiales, se llega a cerrar el 2022 sin sobresaltos cambiarios ni problemas de financiamiento. No hay demasiado para festejar en los próximas fiestas realmente. Una inflación en torno al 5,5% o 6%, brecha cambiaria del 90%, riesgo país en 2.200 puntos, tasas de interés por encima del 100%, y el estancamiento de la economía anual en pesos no dan ningún motivo.
Pero pareciera que el objetivo oficial es llegar a la definición por penales. Sin «fabregazos», reperfilamientos de la deuda, o saltos de la brecha cambiaria. Ya entrado en el 2023 se repetirán los interrogantes de las últimas semanas. ¿Cómo harán para refinanciar la deuda? ¿A cuánto se puede ir el «contado con liqui»? ¿Cuántos dólares habrá para el pago de las importaciones? Pasan los días, semanas y meses y los interrogantes son los mismos.
Fuente: Cronista