La crisis energética mundial paraliza la recuperación luego de la pandemia por COVID-19
La escasez de gas y petróleo, sumado a la disparada de precios, ya provocaron el cierre de varias empresas en China y Reino Unido. Lo peor del coronavirus parece haber quedado atrás, sin embargo el planeta podría estar inclinándose a una serie crisis energética cuyo resultado tendrá un fuerte impacto en la economía mundial.
El mundo requiere una alta demanda de energía a nivel internacional para superar la pandemia, pero a eso se suma el enorme esfuerzo chino para dejar atrás al carbón, a lo que se agregan las históricas restricciones de infraestructura para incrementar la producción de hidrocarburos. Para colmo se aproxima un invierno muy frío en el hemisferio norte, hay poco viento en Europa (limitando los aportes de la energía eólica) y América Latina atraviesa una gran sequía que hace escasear el agua para producir energía hidroeléctrica.
Desde todos lados se pone presión a la producción de gas y petróleo, provocando una escalada del precio, aumento de las tarifas eléctricas y temor de cierre de industrias por la escasez energética.
China estableció duros planes para alcanzar “Net Zero” en 2060, disminuyendo drásticamente el consumo de carbón. Pero esa meta choca con la necesidad de recuperar los tiempos perdidos por el covid-19. Por un lado, necesita más energía para seguir creciendo, a la vez que requiere reducir su dependencia del petróleo y el gas de Oriente Medio, Rusia, África y Estados Unidos, según detalló Ámbito.
Pero la subida de los precios del carbón, el aumento de la demanda de electricidad y la estricta aplicación de las normas medioambientales para reducir las emisiones de carbono generaron una profunda crisis energética en el gigante asiático. Desde hace semanas 20 de las 31 provincias del sureste chino, conocido como el corazón industrial y económico del país, aplicaron medidas de racionamiento energético, con cortes del suministro eléctrico a miles de fábricas y hogares. La consecuencia fue una suba en los precios mundiales del acero y el aluminio.
En Europa se registraron nuevos récords en uso de combustibles para calefacción y generación de energía, justo en momentos en que se encuentra con stocks mínimos y con baja posibilidad de subir reservas. Apelan a una ayuda de exportadores como Rusia, que aceleran los pasos para mantener los envíos de gas natural, pero se estima que la crisis empeorará cuando las temperaturas bajen aún más.
Bajo este marco, subió casi 500% el precio del gas el año pasado y se esperan más subas, al igual que la energía eléctrica (que alcanzó un precio récord) y el petróleo. Hay temor porque la gente no pueda calefaccionarse si el invierno es muy frío. Por lo pronto, ya cerraron plantas de fertilizantes y de acero en el Reino Unido.
En Asia los importadores de GNL pagan precios récord para esta época. El escenario está listo para una lucha total entre Asia, Europa, Medio Oriente y Sudamérica por los envíos de GNL de exportadores como Qatar, Trinidad y Tobago y los EE.UU. Japón y Corea del Sur, que están protegidos en gran medida por estos contratos a largo plazo indexados al petróleo, ya prevén incrementos de la electricidad por primera vez en casi ocho años. Las economías que no pueden pagar el combustible, como Pakistán o Bangladesh, podrían simplemente paralizarse.
Por su lado EEUU tiene los inventarios de gas están por debajo de su promedio estacional de cinco años. Sin embargo, los perforadores de no convencionales estadounidenses son reacios a impulsar la producción porque creen que perjudica su rentabilidad y desanima a los inversores. La poderosa Industrial Energy Consumers of America ya pidio que el Departamento de Energía reduzca las exportaciones americanas hasta que los niveles de almacenamiento vuelvan a la normalidad.
Por último y más regional pero no menos importante, en Brasil se registran los caudales más bajos de la cuenca del río Paraná en casi un siglo. Esta situación redujo fuertemente la producción de energía hidroeléctrica y obligó a las empresas de servicios públicos a impulsar las importaciones de gas a un máximo histórico en julio. Además las facturas a los usuarios también están aumentando.