El nuevo plan de YPF hace ruido en el gremio que ve otro ajuste. Pero en el fondo hay dos visiones de Estado.
El agua les está llegando al cuello a todos, tanto al Gobierno como al sindicato petrolero, en un debate que se extiende y no se resuelve con el argumento de la cuarentena. ¿Cuál es el modelo energético que tendrá este país? ¿Será Vaca Muerta un plan fundamental para la administración del presidente Alberto Fernández? Hasta ahora la definición más clara sobre este dilema la dio el Presidente a este diario, cuando estuvo de visita por última vez en Villa La Angostura. “Vaca Muerta tiene un rol central, pero primero hay que resolver el tema de la deuda con los acreedores”, fueron sus palabras ante la pregunta de este periodista. Está claro: el país no arranca sin un arreglo con los tenedores de deuda. Pero en el medio se coló la pandemia y el debate sobre la rentabilidad del segundo reservorio de shale más grande del mundo. Todo quedó en suspenso, con algunos esbozos de arreglo, como la implementación del precio sostén el crudo a 45 dólares.
Y también está la interna dentro del Gobierno, que hoy parece estar más silenciada. Es entre el modelo de “soberanía energética” que pretende el kirchnerismo y la posición más “laissez faire” de Alberto (por no estigmatizar con la visión neoliberal) hay un mar de diferencias. Estos matices (enormes) apenas si se esbozan en tímidas charlas entre la militancia. Pero nadie está hablando, ni siquiera los más radicalizados. Por caso, se trata de una forma de negociar. ¿Qué condiciones ponen las operadoras bajo la cáscara del discurso de la rentabilidad? ¿Es posible un modelo estatal de YPF eficiente? Un político neuquino de experiencia dijo en estos días en una charla de café virtual: “Cuando tenés compromisos con todos, no defendés a nadie”. Y tal vez tenga razón.