La petrolera rusa Gazprom se derrumbó en un 41% el año pasado por desconectar a Europa
La empresa más importante de Rusia informó por importantes pérdidas a raíz del paquete de sanciones dispuesto por Occidente. Canceló completamente la distribución de dividendos para 2023.
Tras una importante batería de sanciones de todo tipo, la empresa petrolera más importante de Rusia, la gigante Gazprom, anunció una brutal caída sobre sus ganancias contables para el cierre de 2022.
Registró ganancias totales por 15.400 millones de dólares (el equivalente a 1,226 billones de rublos), lo cual arroja un margen negativo de hasta el 41% con respecto al balance anual correspondiente al año 2021. Tan solo el anuncio de esta noticia precipitó una caída bursátil adicional en torno al 4% sobre las acciones de la empresa en la bolsa de Moscú.
La pérdida de clientes europeos no pudo ser compensada por la apertura de otros mercados, incluso con la incorporación de China como un socio comercial que ganó gran terreno por este proceso. Esto se debe al tiempo requerido para financiar importantes proyectos de infraestructura (principalmente gasoductos), así como la demanda requerida para volver a los niveles exportables previos al conflicto bélico.
Si bien las ventas de hidrocarburos rusos alcanzó un máximo histórico de hasta 15.500 millones de metros cúbicos para la región de Asia y Medio Oriente, la pérdida de los socios europeos provocó que la exportación total cayera de 140.000 millones a solo 63.000 millones entre 2021 y 2022, una retracción del 55% en tiempo récord.
El shock sobre Gazprom fue tan drástico y tan devastador que la compañía anunció que no distribuirá ningún tipo de dividendo para la totalidad del 2023. El Estado ruso se ve directamente perjudicado por esta acción ya que concentra más del 50% del paquete accionario de la empresa, aunque aún sigue percibiendo recursos de la empresa en concepto de regalías e impuestos sobre la exportación (sobre los mercados alternativos que aún le quedan a Rusia).
Los ataques de las sanciones occidentales apuntaron especialmente contra la petrolera estatal, ya que concentra nada menos que el monopolio legal de la exportación a través de gasoductos. Y desde el punto de vista del Estado ruso, los ingresos tributarios por origen energético mantienen un peso preponderante dentro de la recaudación total.
Sin embargo, las sanciones occidentales no afectaron a la economía rusa como se esperaba desde un principio. Aún habiendo excluido al país del sistema SWIFT internacional e induciendo un default de obligaciones externas, la actividad económica de Rusia solo cayó un 2,1% en 2022 según estima el FMI (casi cuatro veces menos que la crisis internacional de 2008).
Y aunque se preveía una nueva caída para este año, las últimas revisiones del Fondo Monetario sugieren que Rusia podrá crecer modestamente hasta un 0,7% en 2023. Esta no constituye una cifra alentadora ni mucho menos, pero se aleja del brutal impacto recesivo que se pretendía inducir a través de las sanciones.
Por otra parte, Rusia logró estabilizar el valor del tipo de cambio dentro de un margen normal de fluctuaciones y reanudó las compras de oro a una paridad fija con el rublo. Esto reactivó la demanda de rublos y estabilizó los precios en muy poco tiempo. La inflación cayó al 2,3% interanual a partir de abril.