La revolución del shale gas y Vaca Muerta como ancla al mundo
Según el informe de la Agencia Internacional de Energía (IEA) titulado “Revisión de las políticas energéticas de los EE. UU. 2019”. La revolución del shale, además de aumentar considerablemente la producción de gas y petróleo de los Estados Unidos, lo posicionó como exportador mundial de gas y líder global en tecnologías e innovaciones energéticas.
El informe elaborado por British Petroleum titulado “Statistical Review of World Energy 2019” señala que la producción de gas natural de los Estados Unidos ascendió a unos 831.8 billones de metros cúbicos (bcm) en 2018. En 2017, el volumen de producción había sido de unos 745,8 (bcm), lo que marca un crecimiento anual en la producción de 11,5 %. Tomando el periodo que abarca desde el 2007 al 2017, la producción de gas natural creció a un promedio de 3,6% anual.
En 2018, los principales estados productores de gas fueron: Texas (22%), Pennsylvania (20%), Louisiana (9.1%), Oklahoma (8.8%), y Ohio (7,7%). El gas producido en las aguas del golfo de México representó el 2.9% del total. La participación del shale gas fue de un 66% sobre la producción total de gas en 2017, aumentando a un 69% en el 2018.
Con respecto al mercado global, las exportaciones de gas en el año 2018 fueron de 96.1 (bcm) lo que marca un crecimiento de 15,4% con respecto al año 2017 cuando alcanzaron los 83,3 (bcm). El volumen de las importaciones del año 2018 fue de unos 79.5 (bcm), marcando un disminución de (-4,2%) con respecto al año 2017 cuando ascendieron a 83.0 (bcm). Durante al periodo 2007-2017, las importaciones de gas descendieron a un promedio de 4,1% anual. Los Estados Unidos exportaron gas a 33 países en el 2018, superando los destinos de 28 países alcanzado durante el 2017. En cuanto a porcentaje de participación de esas exportaciones.
México representa el 52%. Canadá representa un 23%. El resto mayormente se dirige al mercado de Asia, Corea del Sur (7%), China (3%) y Japón (3%). Para el 2040 se espera que la región del Pacífico represente alrededor del 80% de las importaciones mundiales de GNL.
Por esta razón los Estados Unidos aspira a convertirse en potencia exportadora y viene llevando adelante enormes inversiones en ampliar las terminales de gas natural licuado (GNL). Orientándolas hacia terminales de regasificación de GNL. Desde el 2018, tres terminales de exportación de GNL a gran escala están operando con instalaciones de licuefacción: Corpus Christi, Sabine Pass y Cove Point. Desde el 2019, hay seis proyectos de exportación adicionales: Magnolia LNG, Delfin GNL, Lake Charles, Venture Global Calcasieu Pass, Driftwood y Port Arthur.
El liderazgo de los Estados Unidos en investigación y desarrollo vinculado a temas energéticos está plasmado en su Estrategia de Seguridad Nacional, la cual subraya la importancia de comprender las tendencias mundiales de ciencia y tecnología. El Departamento de Energía, a través de sus 17 laboratorios de I+D de clase mundial, lidera todos los avances claves en el espacio energético de EE. UU., incluidas las tecnologías que permitieron la revolución del shale.
La clave de este desarrollo se explica en que Estados Unidos es la región más atractiva para la inversión energética a nivel mundial y esto se debe a la solidez de sus instituciones de libertad económica, las cuales generan una actividad empresarial que se caracteriza por un elevado volumen de inversiones y elevada productividad.
Se nos presenta una situación de mutua conveniencia a donde deberíamos apuntar para comenzar a participar aunque sea en una parte en la transición mundial hacia el gas.
El mensaje de todo esto es que si queremos participar en la geopolítica del gas natural en el siglo XXI debemos apuntar a acuerdos energéticos con China, India y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), quienes han institucionalizado el desafío común para garantizar la seguridad de sus suministros de energía. En esta área del mundo, el gas natural está sustituyendo al carbón en la producción y esto se debe a que la competitividad para exportar obliga a la reducción de las emisiones en CO2. Aquí se nos presenta una situación de mutua conveniencia a donde deberíamos apuntar para comenzar a participar aunque sea en una parte en la transición mundial hacia el gas.
Vaca Muerta necesitara un aluvión de inversiones que solo vendrán si nuestro sistema político económico encuentra su ancla de solidez en las instituciones del capitalismo avanzado. El acuerdo Mercosur-Unión Europea (Zona Euro) es una parte de un largo proceso de adaptación, siendo la única forma de alcanzar una competitividad que nos permita alcanzar mercados y eliminar “el riesgo argentino”. Pensar solo en lo regional sería condenar a la potencial riqueza de Vaca Muerta a vivir en el subsuelo.
(*) Presidente de Fundación Progreso y Libertad
Fuente: Río Negro.